miércoles, 19 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 54

Paula hizo todo lo posible por serenar su respiración. Era un poco bochornoso seguir jadeando diez minutos después. Sin embargo, si se tenía en cuenta por todo lo que había pasado su cuerpo durante la última media hora, quizá fuera lo mínimo que podía esperarse.
Se sentía débil e incapaz de moverse. Irradiaba satisfacción por cada poro.
Pedro la abrazó con un brazo y le acarició el costado.
—Increíble —Paula resopló—. Te digo en serio lo del culto. Cuenta conmigo.
Él la besó en vez de contestar. Lo hizo con cariño y ella, sin darse cuenta, notó que le brotaban las lágrimas. ¿Lagrimas después de hacer el amor? Se sentó y miró el reloj que había en la mesilla. Eran casi las cinco; una hora después de que hubiera terminado su turno.
—Tengo que irme —lo dijo fundamentalmente por las lágrimas, pero, también, porque casi nunca llegaba tan tarde—. Delfina se preguntará qué me ha pasado.
—Déjala con su chico —dijo Pedro abrazándola otra vez—. Llámala y dile que no irás a cenar. Quédate conmigo.
Distintos pensamientos se amontonaron en su cabeza sin orden ni concierto, pero Pedro quería que se quedara. ¿Acaso los hombres no lo hacían y luego se largaban? Ella habría apostado cualquier cosa a que él era uno de ellos. Un hombre que sólo buscaba sexo no quería compañía después. Entonces ¿era un caso extraordinario o se trataba de una situación completamente distinta?
Ella sabía qué quería que así fuese, pero no iba a preguntarlo.
También estaba el comentario del chico de Delfina. Como si él fuera su chico, el de ella. ¿En qué planeta? Para terminar, quería quedarse, pero tenía miedo. Miedo de los sentimientos. Miedo de que él la aplastara como si fuese una niña abrumada por los sentimientos. Una mujer fuerte y conocedora de sus posibilidades afrontaría sus temores. Una mujer inteligente que quisiera sobrevivir saldría corriendo como alma que llevaba el diablo.
Él le acercó su móvil y sonrió. La sonrisa la cautivó. Estaban desnudos, en su cama, y ella había tenido la experiencia sexual más increíble de esta vida o de cualquier otra. ¿Por qué iba a querer marcharse?
—Hola, soy yo —saludó Paula a Delfina cuando descolgó.
—Qué interesante —comentó Delfina con tono burlón—. Según la pantalla, estoy hablando con Pedro Alfonso.
—Te llamo… desde su móvil.
—¿Vas a decirme por qué?
Paula sabía que se lo confesaría más tarde, pero en ese momento no quería entrar en detalles.
—Quería decirte que llegaré un poco tarde esta noche.
Pedro la tumbó de espaldas y empezó a lamerle los pechos. A pesar de la lava que empezó a correrle por las venas, Paula hizo un esfuerzo por respirar de una forma normal.
—¿Quién habría dicho que mi hermanita recia y formal caería prendada de un jugador de béisbol golfo? —Delfina se rió—. Que lo pases muy bien.
Pedro agarró el teléfono.
—No esperes despierta —dijo antes de colgar y de acariciar a Paula entre las piernas—. ¿Por dónde íbamos?
Media hora y dos orgasmos más tarde, Paula se repuso, se tumbó de costado y pasó un dedo por la cara de Pedro.
—Eres muy guapo.
—No digas eso —replicó él con el ceño fruncido.
—¿Es algo malo?
—Es una de las cosas que no me gustan de mí.
—Eso no es verdad. A mí me gusta que seas guapo.
—A ningún hombre le gusta que le digan que es guapo —Pedro hizo una mueca—. No soy guapo.
—Algo parecido.
Él la besó en la mano.
—Crees que soy insustancial y que me he aprovechado de mi talento y mi físico.
—Un poco. ¿Quieres decirme que has hecho algo distinto?
—Me gustaría, pero sería mentira —le pasó los dedos entre el pelo—. Esto sí es bello.
—Gloria quiere que me lo corte.
—¿Qué quieres tú?
—No lo sé. Siempre he detestado mi pelo. Cuando era más joven, era de un color rojo espantoso. En el colegio se metían conmigo. Ha mejorado desde hace unos años, pero no sé qué hacer con los rizos y todo eso. Así que no le hago caso.
—No hacer caso a algo no consigue mejorarlo.
—Si vas a ponerte profundo y sensible, muchas mujeres se sentirán defraudadas.
—¿Y tú?
Era la segunda vez que daba a entender que ella le importaba. A Paula le fastidiaba desear que fuese verdad.
—Estoy abierta a los cambios.
—Menos con tu pelo.
—A lo mejor debería cortármelo.
—Deberías hacer lo que te haga sentirte bien.


2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyy, que lindo caps Naty, al fin se dejaron de histeriquear jajajajajaja

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  2. Ah! bueno!!!! No se privó de nada Paulita! jajaja muy buenos capítulos!

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