lunes, 3 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 5

Paula  se despidió con la mano y fue hacia la habitación de Gloria. Pobrecita. todo el mundo estaba empeñado en considerarla un fastidio. Sin embargo, según lo que había podido descubrir, nadie de su familia había querido saber nada de ella. Gloria estaba lastimada, sola y, seguramente, se sentiría decaída. La soledad no era recomendable en ninguna circunstancia.
Llamó a la puerta antes de entrar.
—Señora Alfonso —Paula sonrió a la mujer de pelo blanco que estaba tumbada en la cama—. Me llamo Paula Chaves. Seré su enfermera de día durante la convalecencia.
Gloria dejó el libro que estaba leyendo y la miró por encima de las gafas.
—Lo dudo. Pedro iba a elegir las enfermeras que se ocuparían de mí. Estoy segura de que le parecerá cómico: a él sólo le gustan las mujeres guapas con pechos grandes. Desgraciadamente, tienen un cociente intelectual más pequeño que sus cinturas. Usted no es atractiva ni está bien dotada. Se ha equivocado de habitación.
Paula abrió la boca y volvió a cerrarla. Se quedó atónita ante el insulto, lo cual, seguramente, fue una ventaja.
—No pongo en duda los gustos de su nieto en cuanto a las mujeres. En realidad, encaja perfectamente con todo lo que sé de él. Es posible que no sea su ideal, pero, no obstante, sí me eligió para que la cuidara a usted. Al menos, durante el día. Tendrá otra enfermera de noche.
—No quiero trabajar con usted.
—¿Por qué?
—Capto a la gente. No me gusta su aspecto. Márchese.
Ése era el tono en el que Paula podía desenvolverse mejor. Sonrió mientras se acercaba a la cama.
—Le expondré la situación. Tengo una ambulancia que está esperándola y hay dos tipos fornidos que van a llevarla a su casa. Allí hay una cama en el piso de abajo, además de una comida y la privacidad que nunca encontrará en un sitio como éste. ¿Por qué no espera a que lleguemos antes de despedirme?
—Está siguiéndome la corriente y no lo soporto.
—No me hace gracia que me insulten, pero voy a aguantarme. ¿Y usted?
Gloria entrecerró los ojos.
—No es una de esas personas que está siempre contenta, ¿verdad?
— No. Soy sarcástica y exigente.
—¿Se ha acostado con mi nieto?
Paula se rió. Quizá lo hubiera echo en sueños, pero no en la vida real. Al fin y al cabo, ni era atractiva ni estaba bien dotada.
—No he tenido tiempo. ¿Es un requisito?
—Ese hombre es incansable —Gloria suspiró—. Si usted tiene vagina, seguramente haya estado dentro.
—No en la mía. Efectivamente, es guapo y superficial. Siempre es lo mismo, ¿no? ¿Ha hecho la maleta?
—Nunca me hago la maleta —respondió Gloria tajantemente—. Además, si lo hiciera, mi estado lo desaconsejaría.
Vaya, el entendimiento se había esfumado. Fue divertido mientras duró.
—No importa. Yo recogeré todo. ¿Tiene maleta? Si no, estoy segura de que podré encontrar algunas bolsas de plástico.
La anciana chirrió de furia.
—No va a meter nada mío en una bolsa de plástico. ¿Sabe quién soy?
Paula le dió la espalda mientras sacaba la maleta del armario que había junto al cuarto de baño. Las cosas se complicarían si Gloria se daba cuenta de que la conversación le parecía divertida.

1 comentario:

  1. Ayyyyyyyyyy, ya me encantó esta parte de la historia. Me parece que me voy a divertir bastante jajajajajaja

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