domingo, 16 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 38

Paula se dedicó a preparar una bandeja.
—Es una persona completamente distinta —siguió Agustín—. Cariñosa, simpática… Me dijo que estaba haciendo muy bien mi trabajo y creí que era una broma.
—Te acostumbrarás —Pedro sonrió.
—Espero que dure.
—Yo también, pero si quieres una respuesta con garantías, habla con la artífice.
Paula  levantó la mirada y se encontró a los dos hombres con los ojos clavados en ella.
—No soy la artífice de nada —se encogió de hombros—. Gloria se sentía sola y tenía pena de sí misma. Yo le hice ver que la gente la evitaba porque era muy complicado soportarla. Le propuse que intentara ser más amable.
—¿Nada más? —preguntó Agustín—. ¿No hizo falta torturarla?
—Lo ha pasado muy mal —Paula sonrió—. El ataque al corazón, la recuperación de la cadera… Sufre y está vulnerable. Creo que esas dos cosas la han empujado a hacer algo distinto. Espero que los cambios sean definitivos, pero no puedo garantizarlo.
—En cualquier caso, es un milagro —afirmó Agustín—. Te debemos una buena juerga.
Pedro se acercó a ella y, antes de que se diera cuenta, le pasó un brazo por los hombros.
—Yo la vi primero. No lo olvides.
—Nunca crecerás, ¿verdad? —Agustín sacudió la cabeza.
—No, si puedo evitarlo.
Dio un apretón a los hombros de Paula y la soltó. Agustín y él volvieron a la habitación de Gloria con la bandeja y un plato con galletas. Se quedó sola en la cocina.
Dani pidió su café y se apartó del mostrador para esperar a que la llamaran. Miró alrededor y se puso un poco tensa al ver a Marcos. Estaba inclinado, con un bolígrafo rojo en la mano, sobre lo que parecía un montón de exámenes.
Dani se dio la vuelta e hizo un gesto con la mano al oír su nombre. Recogió el café y vaciló. Lo había pasado bien hablando con Marcos hacía un par de semanas, pero no sabía si le apetecía saludarlo. A ella no le interesaba una relación sentimental con un hombre y, según su escasa experiencia, a los hombres no les interesaba ser amigos. Antes de que pudiera escabullirse, oyó que la llamaba. Se dio la vuelta y sonrió.
—Hola, Marcos.
—Hola —él se cambió al asiento vacío que había al otro lado de la diminuta mesa—. ¿Tienes un momento?
Ella no dudó en asentir con la cabeza. Marcos tenía algo especial, se dijo ella mientras se sentaba.
—Tienes mucho trabajo —dijo señalando los papeles—. ¿Son buenos?
—Algunos. Tenían que comparar tres religiones, pasadas y presentes, y encontrar similitudes y diferencias. Hay algunas páginas web que dan listas muy aceptables. Algunos de los alumnos las copiaron. No les va a gustar la nota.
—Me lo imagino. Acudir a Internet es más fácil que acudir a la biblioteca.
—Efectivamente. No me parece mal acudir a Internet para investigar, pero espero que asimilen lo que han aprendido y lo expresen con sus palabras.
—Parece razonable…
—A ellos no se lo parecerá —Marcos sonrió—. ¿Qué tal tu búsqueda de trabajo?
—No tan bien como me habría gustado —Dani se encogió de hombros—. Rechacé un empleo muy tentador. Era un restaurante muy conocido y muy bueno. La comida era exquisita y el sueldo magnífico. En teoría, tenía todo lo que quería.
—Pero…
—Pero tuve una sensación curiosa. No me gustó el dueño. Ni siquiera puedo explicar por qué concretamente. Estaba un poco pagado de sí mismo, pero eso es muy normal en ese sector. Tenía algo, algo…
—¿Sombrío? ¿Peligroso? ¿Amenazante?
—Gracias por la ayuda —contestó ella con una sonrisa—. En realidad era… frío. Los empleados parecían temerlo, pero no de una forma respetuosa. Era más bien como si creyeran que iba a fusilarlos al amanecer. Además, la cocina era demasiado silenciosa.
—¿Como puede ser silenciosa una cocina? —preguntó Marcos con el ceño fruncido.
—¿Has trabajado en un restaurante?
—No.
—Son sitios disparatados; sobre todo, las cocinas. Es difícil trabajar con tanta presión. La gente que trabaja en la cocina es ruidosa y dada a los insultos, sobre todo si tiene talento. Sin embargo, ésa no era así y no me sentí a gusto. Rechacé el empleo y todavía no puedo creérmelo.

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