lunes, 3 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 4

—¿Eres la enfermera que va a ocuparse de Gloria Alfonso en su casa? —preguntó una mujer cuando estaba en la sala de enfermeras—. Cómo te compadezco…
Paula  estaba mucho más interesada en que su paciente volviera a su casa que en charlar con el personal de rehabilitación, pero sabía que era importante reunir toda la información posible. Cuanto más supiera, mejor podría planificarlo.
—¿Está irascible por el dolor? —preguntó Paula—. Es muy normal. Su temperamento irá mejorando a medida que vaya curándose.
—No lo creo. Es más que irascible —replicó Vicki—. Se queja por todo. Detesta su habitación, la comida, el tratamiento, el personal, las sábanas, la temperatura, el tiempo. Todos nos alegramos de que se vaya —Vicki se inclinó hacia ella—. Si te ofrecen algún otro trabajo, acéptalo. Aunque te paguen menos. Créeme, hagas lo que hagas, nunca será suficiente.
Paula estaba acostumbrada a pacientes desesperados por su situación.
—Me apañaré.
—¿La has conocido?
—No…
Paula  tenía la costumbre de visitar a sus pacientes antes de llevarlos a casa. Preparar el camino y establecer una buena relación solía facilitar la transición. Sin embargo, las dos veces que había pasado por el servicio de rehabilitación para conocer a Gloria le habían dicho que la señora Alfonso no quería recibir visitas, ni con cita previa.
—Es tu entierro —Vicki sacudió la cabeza—. No has conocido a nadie como esa mujer. Pero tú sabrás… He hecho copias de su informe médico. El doctor ya ha firmado el alta. Él estaba tan contento de librarse de la señora Alfonso como todos los demás. El abogado de ella lo llamó dos veces y lo amenazó con retirarle el título de médico. Espero que le paguen mucho.
Efectivamente, por eso había aceptado el trabajo. Estaba ahorrando para tomarse algunos meses libres el año siguiente. Sin embargo, habría aceptado aunque no le hubieran pagado tanto; sólo para demostrar que todo el mundo se equivocaba con Gloria Alfonso.
Paula  tomó la carpeta.
—¿Está mejorando con la fisioterapia?
—A juzgar por los alaridos —Vicki suspiró—, sí, está mejorando. Ayer le hicimos una radiografía de la cadera y parece que está bien. El ataque al corazón fue leve y la obstrucción ha desaparecido. Con la nueva medicación debería vivir otros veinte años: que Dios se apiade de nosotros.
Paula no sabía casi nada de Gloria, en el terreno personal. Había investigado y se había enterado de que enviudó cuando era joven. Puso un restaurante y, en una época en que las mujeres o se quedaban en sus casas o eran maestras, levantó un imperio. Su hijo único murió a los treinta y pocos años y su nuera falleció en un accidente de coche unos años después. Pese al espantoso dolor, Gloria se hizo cargo de sus cuatro nietos y los crió mientras se ocupaba de cuatro restaurantes. Cualquiera que hubiera pasado por todo eso ganaba el derecho a ser un poco complicado.
—Iré a presentarme —comentó Paula—. La ambulancia ya ha llegado para llevarla a su casa. Recogeré toda la documentación cuando salgamos.
—Claro —Vicki asintió con la cabeza—. Estaré por aquí. Buena suerte.

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