domingo, 20 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 60

¿Cuánto hacía que no le hacía el amor? Parecía una eternidad. Pero no obstante, había algo que le impedía tomarla en sus brazos.

—Pedro, ¿Por qué has vuelto a la casa esta noche? —le preguntó ella.

—Te estaba buscando.

—¿Por qué? —le dijo ella, yendo al centro mismo de la cuestión.

—Tenía que hacerlo, No tenía elección.

 —¿Porque te he puesto en un aprieto? Porque no soportas perder, sobre todo si se trata de una mujer, ¿Verdad? Se suponía que tenías que estar en San Francisco por un asunto de negocios, ¿no?

—Sí, pero tenía que hacer algo más importante. Encontrar a mi esposa —Pedro respiró profundamente y pronunció las palabras que habían estado abriéndose paso desde que Walter le había leído la carta—. Te amo —dijo.

Paula se quedó en estado de shock. Ella no confiaba en él aún. Peor aún. Tal vez ya no lo amaba, pensó él.

—Es verdad —dijo él—. Has tenido que huir para que yo comprendiese lo que significabas para mí. Yo no me he acostado nunca con Pamela, Pau. Jamás. Ella y yo nos encontramos hace dos años en Singapur, cuando ella estaba de gira. Esas fotos fueron tomadas entonces. ¡Tienes que creerme!

—¿Qué crees que estoy haciendo en Vancouver? —dijo Paula—. ¿Por qué crees que he vuelto?

Pedro agitó la cabeza.

—¿Porqué? —preguntó.

—Estaba tomando el té en el Empress…

—¿Cómo llegaste a Victoria? ¿Fuiste en avión?

—Tomé un autocar. Me cambié la ropa en la estación de tren —Paula sonrió débilmente—. Sería mejor que el agente cero cero siete no se durmiese sobre los laureles, ¿No?

—Realmente no querías que te encontrase, ¿Verdad?

—Por supuesto. El adulterio es algo horrible. Pero mientras tomaba el té, escuché una conversación que me hizo reflexionar y compararte con Pamela. Y decidí que ella era a la que no debía creer. Pero, si no estabas con ella, dime, ¿Por qué no me has llevado a Singapur?

—Porque no comprendía lo que significaba amar a una mujer —dijo él, acercándose, y quitándole un pelo de la cara. No pensé que podía enamorarme, Pau. Te lo dije. Pero desde que Walter me leyó tu carta, he roto todas las reglas. Darío terminó la reunión de Texas, y Gerardo cubrirá la de San Francisco en mi lugar. Estoy aprendiendo a delegar parte de mi responsabilidad. ¿Y sabes una cosa? El mundo no se ha venido abajo.

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