domingo, 6 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 17

Inconscientemente ella se arqueó hacia él y le rodeó el cuello con sus brazos. Él susurró algo contra los labios de ella.

—Dime que me deseas, Pau.

Lentamente, ella se echó hacia atrás y dijo:

—Por supuesto que te deseo. Pero…

—Yo también te deseo… Más de lo que puedas imaginarte. Esta noche es para nosotros, Pau. Ni mañana ni ayer. Solo esta noche.

Paula lo miró. Él le sostuvo la mirada sin sonreír. Una voz en su interior le decía que se fuera a la cama con él. ¿Qué mejor modo de conocer a un hombre? Otra voz le decía que saliera corriendo. Era evidente que Pedro le despertaba las hormonas.

Pedro tenía aún las manos en sus hombros, dando calor a todo su cuerpo. Estaba muy cerca de ella. Y era tan deseable… ¿Cuándo había sentido ella una tormenta de pasión semejante a partir de un beso? ¿Semejante hambre, semejante desesperación? A pesar de todos sus viajes, ella había vivido muy resguardada desde que Lucas  la había engañado. Sin ningún riesgo. Siempre en control de su sexualidad. No permitiendo que nada ni nadie la hiciera perder el control. Lucas estaría de acuerdo con ella si la oyera. No se había ido a la cama con él. Pero Pedro Alfonso había roto todas sus fronteras. Como si su silencio lo tuviera impaciente, Pedro dijo:

—Seré cuidadoso contigo, te lo prometo.

—Y si escojo irme ahora mismo, ¿Vas a intentar detenerme?

—La fuerza no ha sido nunca mi especialidad.

Si hubiera sido otro hombre, ella estaba segura de que lo hubiera herido con su pregunta.

—No estoy detrás de tu dinero —dijo ella con orgullo.

—Esto es sexo, Pau. Nada más que sexo. Lo he dicho en serio cuando he dicho que no habría mañana, pero tampoco es menos que eso. Creo que tía Blanca dió en la tecla. Han surgido chispas entre nosotros. No sé por qué. No me importa en realidad. Pero, créeme, no soy tan poco sutil habitualmente.

Paula se quedó quieta y callada. Él estaba hablando con sinceridad, y eso era algo que había que valorarle. Era como el tigre que ella había visto en las sombras, en la selva de Bengal, indomable, la atraía de una forma elemental. Lo que estaba claro era que él no era algo seguro. De algún modo ella tuvo la respuesta al porqué de su atracción hacia él. Estaba harta de seguridad. El conocer a Pedro se lo había demostrado.

Paula extendió la mano y dibujó con la punta de los dedos la forma de sus labios, acarició su mejilla. Él la miró intensamente. Luego, hundiendo las manos en su pelo, ella lo besó con una pasión que jamás había conocido.

Por un momento, ella notó que Pedro se había quedado inmóvil, como si en cierto modo lo hubiera tomado por sorpresa. Luego él la tomó en sus brazos, ferozmente, posesivamente, como un hombre que hubiera esperado demasiado tiempo para satisfacer una necesidad tan básica como la comida o el aire. Su beso se hizo más profundo. Paula gimió suavemente mientras abría su boca con una generosidad que desconocía. Pedro alzó la cabeza. Soltó el pelo de ella hasta que los rizos rubios cayeron sobre sus hombros. Le quitó el suéter por la cabeza y le desabrochó el sujetador. Luego lo tiró al suelo. La miró a los ojos mientras le acariciaba los pechos, medio ocultos tras la cascada de su pelo brillante. Acarició sus pezones hasta endurecerlos de placer. La respiración de Paula se aceleró. Bajo la pálida luz de la luna que se filtraba por las ventanas los ojos de Pedro brillaban como el agua. Ella podría haberse perdido en ellos, y no volverse a encontrar.

Paula ahuyentó el terror antes de que apareciera, y le desabrochó los botones de la camisa a Pedro. Abrió la tela para ver su pecho, cubierto de vello oscuro, y lo acarició. El calor de su piel aceleró el galope de la sangre en sus venas. El se sacó la camisa del pantalón con impaciencia y se la quitó. Fue a parar junto a las otras prendas de ella, al suelo. Paula se acercó más a él y frotó los pezones contra su pecho, cerrando los ojos para disfrutar de aquel éxtasis. Ella sintió que él le tomaba un pecho con la mano y que luego lo acariciaba con la boca. Paula gimió de placer. Lo atrajo hacia ella y apoyó su cara en la cabeza de él. Todo su cuerpo se estremeció al sentirlo tan cerca y se excitó con la promesa de lo que iba a venir. Ella se iba a dejar seducir, gloriosa y sensualmente.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! No perdieron el tiempo! Pasaron del odio al amor en un solo paso!

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