viernes, 18 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 51

—Paula, ¿Puedo entrar?

—Por supuesto —dijo después de dudar un momento.

Pedro entró. Ella estaba sentada frente al espejo. Llevaba la toalla alrededor de las caderas, estaba cepillándose el pelo. Brillaba como la seda. Tenía los pechos más grandes, y su piel tenía aquel resplandor color marfil que a él lo atraía tanto. Luego vió el pequeño bulto de su vientre, donde su hijo estaba creciendo. Pedro se acercó a ella. Le puso la mano en el vientre y dijo:

—Se te empieza a notar.

—Estoy de más de cuatro meses.

 —No me preocupa solo el bebé. Estoy preocupado por tí también. Has estado a kilómetros de distancia de un centro de salud, en medio de una tormenta de nieve… Creí que me volvía loco…

—No debí perder los estribos —ella lo interrumpió.

—No habrías sido tú si no lo hubieras hecho —él sonrió y, con un gesto que la enterneció, puso la cara encima de su vientre.

Ella le acarició el pelo, con los ojos cerrados, y sintió que él le acariciaba los pechos.

—Vayamos a la cama —susurró Pedro—. Es en el único sitio donde puedo demostrarte lo que significas para mí.

—Sí, llévame a la cama, Pedro —dijo ella, intentando no pensar en que no podrían pasarse toda la vida de casados en la cama.

¿Y qué si ese era el único sitio donde ella significaba algo para él? Al día siguiente, mientras comían fresas que les habían puesto con el desayuno,

Paula dijo:

—Déjame ir a Nueva York contigo, Pedro. Puedo quedarme en tu departamento, hacer algunas compras para Navidad.

—Solo estaré allí una noche. Luego me marcho a Texas a una reunión de directores.

—Puedo quedarme en el departamento hasta que vuelvas.

—Pau, hemos decidido formar nuestro hogar en Vancouver. Y no quiero que viajes en avión más de lo necesario.

—¡No estoy enferma! Estoy embarazada. De todos modos, la casa de Vancouver no parece un hogar.

Él intentó tener paciencia.

—Sé que no he estado allí demasiado tiempo, pero…

—No has estado en absoluto allí.

—Con el problema del mercado del dinero en este momento, he faltado más de lo habitual. Cuando las cosas se estabilicen, pasaré más tiempo contigo.

Ella se tragó su orgullo y dijo:

—Me siento sola allí, Pedro.

—Llamaré a un par de contactos que tengo allí para que te introduzcan en el círculo social.

 —¡No! Si no puedes presentarme tú mismo a tus amigos, puedo pasar sin ellos.

—Estás actuando irracionalmente. Dices que te sientes sola, pero rechazas la ayuda que puedo facilitarte.

—Me siento sola porque me faltas tú, Pedro, no porque me falten amigos.

—Pau, yo trabajo mucho. Cuanto antes lo aceptes, mejor. Viajo un montón. Tengo que viajar. Y no voy a tenerte de un lado a otro, sobre todo ahora que estás embarazada.

—El resultado de un embarazo es un niño. Cuando estés metido en tus asuntos de negocios, no querrás que te interrumpa un niño, al igual que no quieres que yo te distraiga.

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