domingo, 13 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 35

—Te diré lo que fue mal. Beatríz me odiaba Estaba tan celosa de mí, que me mandó a un colegio interno, donde me atormentaron los niños mayores, cuando tenía seis años. Y yo me sentía tan solo y echaba tanto de menos mi casa, que me moría de pena — se pasó los dedos por el pelo—. Mi padre estaba demasiado influido por ella como para darse cuenta de lo que estaba pasando, y yo era demasiado orgulloso y cabezón como para decírselo. ¿Y por qué diablos te estoy contando todo esto? Yo no suelo hablar jamás de esa época.

—Acabas dé hacerlo. Me lo has contado a mí —dijo Paula.

De pronto se lo imaginó pequeño, rodeado de los niños mayores, y sintió pena por él.

—Me haces infringir todas mis reglas —dijo él.

—Y me odias por ello —dijo ella, a punto de llorar.

Él la tomó por los codos.

—Dime la verdad, ¿Estás pensando en abortar?

—No podría. No podría hacerlo —ella vió que las facciones de Pedro se relajaban—. Tampoco puedo dar al bebé en adopción. Voy a quedármelo, Pedro. Ya me arreglaré.

—Sí, lo harás. Porque serás mi esposa.

Ella tembló levemente.

—No debemos hacer eso. Nos odiamos, lo sabes muy bien. Y si te soy sincera, yo tampoco quiero un divorcio. Mi madre ha tenido tres, y sé lo que son. No quiero que un hijo mío viva algo así.

—Entonces… nos casaremos y no nos separaremos hasta… ¿Cómo es que se dice? Hasta que la muerte nos separe.

—¡Pedro, no podemos hacer eso! El divorcio es malo, pero es peor que dos personas que no se aguantan vivan en la misma casa. ¡Como mi madre con el conde italiano, o con el conde inglés, o el magnate de Texas! ¡Era horrible! Todas las tensiones e infidelidades… ¡Las batallas por el dinero! ¿Sabes por qué me pongo furiosa cuando sacas el tema de tu dinero? Porque he visto lo que el dinero puede hacer entre la gente —Paula tomó aliento—. No quiero que mi hijo viva algo similar. Me niego.

—Es nuestro hijo, Paula. Nuestro. ¿Te olvidas de eso?

—¿Me crees, Pedro? —preguntó ella, desesperada—. ¿Que es nuestro hijo, y que el embarazo fue un error? No lo he planeado. ¡Tendría que haber estado loca para hacerlo! —exclamó.

No se había dado cuenta de cuánto deseaba que él la creyese hasta aquel momento.

—Algo me dice que no tengo que creerte.

—Si nos casáramos, nos ataríamos el uno al otro de por vida. Sería horrible.

—¿Realmente me odias tanto? —preguntó Pedro.

Paula pensó que lo que sentía por Pedro no era tan simple como el odio. No, era más complejo que eso.

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