domingo, 13 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 38

—Durante los últimos días, he estado investigando cosas sobre tí.

—¿Qué?

—Encontraron a un hombre llamado Roberto Damien, a quien despachaste en mayo cuando te enteraste de que estaba comprometido. Y también a un cardiólogo llamado Santiago Danford hace siete años. Nadie más.

Paula apenas se había recuperado.

—El niño, en otras palabras, es tuyo.

—Sí —puso mantequilla en un panecillo parsimoniosamente—. Fuiste una estudiante excelente y tienen un alto concepto de tí en tu profesión. Tanto en el albergue de niños de la calle como el de mujeres maltratadas te ponen por las nubes —sonrió—. Una vida intachable, Paula.

—¡Qué bien que me lo digas!

—Estoy siendo sincero contigo. Podría no haberte contado lo de la investigación.

—¡Podrías haber confiado en mí!

Ella tenía razón. Él podría haberla creído.

—No estaba dispuesto a ello. Nos casaremos en Los Robles dentro de dos semanas. Nuestros respectivos padres pueden ser los testigos y rogaremos que tía Blanca no toque el órgano.

Paula parecía a punto de echarle el cuenco de sopa por la cabeza, pensó él, divertido.

—¿Se lo has dicho a mi madre? —preguntó ella.

—Pensé que sería mejor dejártelo a tí. Yo estaré fuera del país durante los próximos diez días.

—¿Y yo tengo que decirles que estoy embarazada?

Él la miró.

—Eso creo. No vas a poder ocultarlo.

—¡Me sorprende que no hayas querido comprarme! Como hiciste con mi madre.

—¿Qué sentido tiene, sabiendo lo que te importa mi dinero? De todos modos, esta no es una situación sencilla. Tú estás embarazada de mí, Paula. Llevas una hija o un hijo mío.

A ella le pareció que Pedro hablaba como si estuviera hablando de conveniencias.

—Si pudiera pensar en otra forma de salir de esto, ni siquiera estaría sentada aquí —dijo ella, enfadada—. Pero no puedo. Estoy atrapada.

—Una cosa más. Tu trabajo. Ahora que estás embarazada, no quiero que te expongas a riesgos en el trópico. Y una vez que haya nacido el bebé, no te irás fuera tanto tiempo. Será mejor que renuncies.

Paula dijo:

—Ya he pensado en ello. Puedo tomarme un año de excedencia, con la posibilidad de hacer traducciones e interpretación cuando vuelva a mi puesto de trabajo. ¿Cómo te atreves a organizarme la vida?

—¿Por qué tienes que discutir todo el tiempo? —preguntó él, furioso.

—O sea que quieres tragarme viva —dijo ella, cortando un trozo de pan

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