viernes, 11 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 28

En la siguiente semana, Pedro volvió dos días antes de lo previsto, después de estar en Exumas, inspeccionando un complejo turístico. Se quitó la corbata, y deseó que Nueva York no estuviera tan caluroso como el Caribe. Miró si había mensajes en el contestador. Había mensajes de Pamela, por supuesto. Estaba en Toronto haciendo un trabajo durante un par de semanas. El otro mensaje era de Alejandra. No había mensajes de Paula. No había ningún motivo para que hubiera algún mensaje suyo, y sí para que no los hubiera. Llamó a Los Robles rápidamente. No le prestó demasiada atención a Alejandra. Pero de pronto algo le interesó.

— …una cena para la fiesta de cumpleaños de tu padre. En Toronto, el viernes, en Verdi. ¿Puedes venir, Pedro? No pensé que estarías de vuelta para entonces, y me encantaría que se reuniera toda la familia.

«Sí.», pensó él. Una cena de familia… Volvería a ver a Paula. ¿Y eso lo libraría de aquella compulsión a estar con ella? ¿De sentir el perfume de su piel? ¿De verla reír? ¿De disfrutar de su inteligencia y de su voz? No había sido capaz ni de nadar en el lujoso complejo costero sin recordar sus ojos azules como el mar. Y recordar el dolor en ellos cuando le había preguntado por qué la había llevado a la cama aquella noche.

—¿A qué hora?

—A las siete y media. Paula va a venir con Marcos.

Pedro sintió celos, pero contestó suavemente:

—¿Puedo ir con Pamela? Ella también está en Toronto.

—Por supuesto. Cuantos más seamos, mejor.

Después de seguir una conversación sin trascendencia, Pedro colgó. ¿Estaría saliendo Paula con Marcos? Probablemente. A Paula Marcos le había gustado desde el principio. Tenían muchas cosas en común, y su primo era un buen muchacho, que no habría llevado a una mujer a la cama para darle una lección…Había calculado mal al creer que controlando él los límites de la relación con ella se acabarían los problemas…


Pedro y Pamela llegaron cinco minutos antes a Verdi, un restaurante con música y excelente comida italiana. Pamela estaba deslumbrante, y se había colgado de su brazo de un modo que le hacía arrepentirse de haberla invitado. No le preocupaban las sentimientos de Pamela. Le había llevado una o dos citas darse cuenta de que ella los tenía reservados para el escenario y que sus ambiciones tenían dos caras: llegar a la cima de su profesión y casarse con un hombre rico. El problema era su impaciencia por ver a Paula nuevamente.


Paula y Marcos llegaron diez minutos tarde. Pedro estaba hablando con Alejandra en aquel momento. Paula llevaba una túnica azul con bordados en oro encima de una falda corta. Sus piernas parecían interminables. Hacía más de un mes que no la veía. Su pelo era una masa de rizos. Sus delgados tobillos, el balanceo de sus caderas, provocaban en él una mezcla de hambre, de rabia y tristeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario