domingo, 13 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 34

Ella no se había imaginado que él le diría aquello.

—Pedro, estaba mal por el viaje y emocionalmente estresada. ¡No estaba embarazada!

—Por supuesto que vas a decir eso. Yo soy más rico que cualquier otro hombre.

—¡Oh! ¡Basta! No hay otros hombres. ¿Y crees que quiero estar embarazada de tí? Créeme, no me casaría contigo por nada del mundo.

Él se acercó a ella.

—Entonces, ¿Qué vas a hacer? ¿Abortar?

Ella se sujetó a una rama y dijo:

—No sé lo que voy a hacer.

—¿Cual es mi papel, ayudarte a resolver el dilema?

—El niño es tuyo. Cualquier prueba de ADN te lo probaría.

—Pero tú dijiste que estabas protegida contra un embarazo.

—Creí que lo estaba.

—¡Qué oportuna! ¿Sabes cuánto valgo, Paula? —Pedro dijo una cifra que la dejó con la boca abierta—. Sí… ¿Una buena suma, no? ¿Crees que eres la primera mujer que intenta atraparme con un matrimonio?

Furiosa, Paula contestó:

—¡Guárdate tu dinero! Como te he dicho, no me interesa. Tú me creíste, al menos eso has dicho. Esto me demuestra cuánto vale tu palabra. Nada. Absolutamente nada. Así que, escúchame, Pedro Alfonso… Me marcharé durante un año. Y cuando regrese les diré a tu padre y a mi madre que el padre es de Australia. O de la jungla de Borneo. Reza para que no se parezca a tí, ¿De acuerdo?

—Es su nieto. El nieto que querían.

—Sí.

—Tendremos que casarnos… No queda otra solución.

—No vamos a casarnos —dijo ella llena de rabia—. Se supone que tú eres un genio de los negocios. ¡Se me ocurre que podrías pensar en una estrategia más original que esa!

—Desde hace cinco generaciones por lo menos, los hombres de la familia Alfonso han tenido pelo negro y ojos azules. No permitiré que me ridiculices en público.

—¿Y qué pasa si es una niña? ¿Rubia? ¿Qué hacemos entonces? ¿Nos divorciaríamos?

—Si nos casamos, no habrá divorcio.

De pronto ella sintió esperanzas de solucionar el problema.

—Pero esa podría ser una solución, ¿No lo comprendes? Nos podemos casar y divorciarnos al año siguiente… ¿Cómo no se me ha ocurrido antes?

—¿Para que puedas casarte nuevamente?

—Yo no quiero casarme con nadie. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

—Mi hijo no será criado por un padrastro —dijo él.

Ella se dió cuenta del tormento de sus ojos.

—Tuviste una madrastra, ¿Verdad?

—Si fue así, no es…

—¿Qué pasó, Pedro?

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