lunes, 14 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 44

De pronto percibió el silencio, y llamó a Paula. No contestó. Estaba provocándolo, pensó, irritado. No podía soportar que lo interrumpieran cuando tenía asuntos de negocios, cuanto antes lo comprendiera mejor. Por el rabillo del ojo vió la rosa que ella le había regalado en la solapa de su chaqueta. La quitó, puso agua en un vaso y la dejó allí. Fue a la cocina. No había nadie. Fue al dormitorio. Las maletas de Paula estaban exactamente donde las había dejado el chófer. Se sintió alarmado. No habría querido ir a nadar, suponía… Antes se tendría que haber cambiado.

—¡Paula! —gritó.

Silencio. «El jardín», pensó. Habría ido al jardín. Las puertas que daban al patio estaban abiertas. Por un momento sintió terror. Entonces vió la figura blanca a los pies de la verja. ¿Se habría hecho daño? ¿Qué pasaba? Corrió a su lado. Le sujetó los hombros. Y entonces se dió cuenta de que estaba llorando, en silencio, llena de desesperación. Se quedó inmóvil un momento, sin saber qué hacer o decir. Paula no era una mujer que llorase como golpe de efecto. Sus lágrimas eran reales, y le tocaban un punto muy profundo de su ser que no había querido dejar expuesto en muchos años. Intentó mirarla a los ojos. Ella se resistió, y le golpeó el pecho con los puños. Su pelo le tapaba la cara.

—Vete. Déjame sola…

—Pau, ¿Qué ocurre?

—Me gustaría no haberte conocido, no haberme ido ala cama contigo… ¡Oh, Dios! ¿Qué hemos hecho? No debimos casarnos.

Sus palabras fueron como espinas. No quería estar casada con él. No habían pasado ni ocho horas de la boda y lloraba porque había cometido un terrible error. Él había sido quien había forzado el matrimonio, quien había despreciado todas sus dudas y objeciones, y no había querido pensar en otras alternativas. Él había hecho las cosas como había querido. Siempre lo hacía con las mujeres. Pero por primera vez la victoria le sabía horrible.

¿Qué sentido tenía estar casado con Paula si ella era como un pajarillo que batía sus alas contra las barras de la jaula, desesperada por escapar? Daba igual que la jaula fuera de oro. Paula no quería su dinero. Era demasiado independiente, muy valiente… Muy… Paula, pensó con sinceridad. Solo que ya no parecía independiente ni valiente. Parecía destrozada. Destrozada. Y él era el responsable. La había domado, como le había prometido. ¿Qué iba a hacer ahora? No podía darle dos aspirinas y mandarla a la cama. Ni esconderse detrás de su auto control. De pronto sus pensamientos dieron un vuelco. ¿No había deseado siempre encontrar una mujer que lo quisiera por sí mismo y no por su dinero? A Paula no le importaba su dinero. Así que era él quien debía mostrarle al hombre que se escondía detrás de su dinero. Se acercaría a un territorio desconocido. ¿De verdad quería hacer eso?

3 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Por favor que Pedro recapacite y cambie esa actitud! La está haciendo sufrir mucho!

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  2. Uffff que afloje un poco!! Pobre Paula

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