domingo, 13 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 36

—Tú traicionaste algo muy básico aquella noche en Nueva York. Así que ahora no puedo confiar en tí… Ni en lo que quieres ni en lo que dices. La confianza es básica, también, Pedro —ella pateó una roca—. No sé lo que siento por tí. Lo único que sé es que no quiero verme atrapada en un matrimonio sin amor.

—No tenemos otra salida —dijo él.

—¿Quieres que aborte?

—¡No!

—Bueno, eso es algo al menos… Pedro, vayamos a la casa. Tenemos el resto del fin de semana. Quizás se nos ocurra algo.

—Realmente no quieres casarte conmigo, ¿Verdad?

—No quiero continuar hablando de esto —dijo Paula, y tomó las riendas.

—Llevarás al caballo andando al establo.

—¿Qué has dicho?

—Paula, estás embarazada… ¿Crees que voy a permitir que vayas galopando? ¿O estás esperando caerte y solucionar el problema?

—Dejemos clara una cosa —dijo ella, furiosa—: No soy uno de tus empleados y no voy a obedecer órdenes de tí. Soy muy buena jinete, estoy en forma, y lo último que haría sería poner en riesgo a mi hijo —cambió el gesto repentinamente y preguntó—: ¿Está suelto Starlight?

Cuando Pedro se dió la vuelta, ella se subió a la silla del caballo, y salió corriendo por los campos.
Pedro no tardó en alcanzarla. Ella le sonrió y le dijo cordialmente:

—Es un viejo truco. No pensé que caerías.

—Y sabías que no te perseguiría, sabiendo que estás embarazada —dijo él—. Bien hecho, Paula. Eres toda una mujer.

—¿A que sí? Te diré una cosa: estaré embarazada, pero no pienso pasarme los próximos siete meses echada en un sofá.

—¿Bordando?

—No sé ni siquiera cómo es una aguja.

—¿Cuándo nacerá el bebé?

—En abril —dijo ella muy seria.

—¿Se lo has dicho a alguien más?

—Por supuesto que no.

—Yo quisiera… ¡Oh! ¡Al diablo con todo esto! Te veré en la casa.

Pedro golpeó las ancas de Starlight con sus pies y salió corriendo con el semental. Paula no lo siguió. Se quedó mirando al hombre y al caballo, ambos dignos de admirar. ¿Odiarlo? Daba igual lo que le había hecho. No lo odiaba. Pero él la odiaría pronto, cuando estuviera atrapado en un matrimonio que no deseaba con un hijo que no había deseado. ¿Casarse con Pedro para toda la vida? Ni hablar.

Durante las siguientes veinticuatro horas,  vió que Pedro la observaba todo el tiempo, pero no le decía nada, solo conversaciones triviales. Después de un almuerzo liviano Alejandra, Horacio, Pedro y Paula dieron un paseo y recogieron flores para decorar el comedor. La cena fue más formal. Cuando se fue a la cama, Pedro no intentó detenerla. Y a la mañana siguiente, cuando ella fue a dar un paseo a caballo a primera hora, no lo vió por ningún sitio. Pero cuando ella bajó, después del almuerzo, con su bolso de mano, él la estaba esperando en el vestíbulo.

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