viernes, 18 de noviembre de 2016

Hechizo De Amor: Capítulo 53

Durante los cinco minutos que tardó en volver Sara con el café, hablaron de la lluvia, de Chinatown, y de las carreras de esquí en Whistler. Luego Paula sirvió el café y ofreció un plato de pastas a Pamela. Tomó una y dijo:

—Me han dicho que estás embarazada.

—Sí. Me siento muy bien… Aunque las náuseas de los primeros meses fueron horribles.

—¿Cuándo sales de cuentas?

—A finales de la primavera. —Has sido muy lista.

—¿Lista? No sé si te he entendido bien.

—Lista para atrapar a Pedro en el matrimonio. No has sido la primera en intentarlo, por supuesto, pero has sido la primera que lo he conseguido —Pamela sorbió el café delicadamente—. Cometí el error de subestimarte en la boda. Pepe siempre se fija en una chica bonita, pero no pensé que pasaría de eso. Ha sido la primera vez.

—Quizás, Pamela, deberías preguntar a Pepe si fue él o yo quien insistió en casarse. La respuesta podría sorprenderte.

Pamela achicó los ojos.

—Ya sé la respuesta. No quisiste abortar. Pedro no quiso que su hijo fuera un bastardo y que atrajera la atención de la prensa. Es un hombre orgulloso. Por supuesto que se casó contigo.

Paula dejó la taza de porcelana cuidadosamente en su plato.

—No se divorciará nunca —dijo Paula.

—Cuando veas lo que traigo, tal vez quieras divorciarte de él —dijo Pamela. Y tomó su bolso de piel de serpiente.

Paula se puso nerviosa. Habían llegado a la verdadera razón de la visita de Pamela, todo lo demás había sido ir armando el escenario. Pamela era actríz. Sacó un sobre de su bolso.

—Estas fotos fueron tomadas en Singapur hace un tiempo. El resto están en el apartamento de Pepe. Espero que lo reconozcas.

Paula tomó el sobre con dedos firmes para su sorpresa y sacó una pila de fotos. La primera era una calle llena de gente, con gente vestida con ropa de colores. Pedro sonreía a la mujer que iba a su lado: era Pamela, pequeña y elegante, con un vestido verde sin mangas. En otra estaban a la entrada del Hotel Raffles. Las otras fotos estaban tomadas en Manhattan. Pamela y Pedro bailando en una discoteca, riendo juntos entre un grupo de gente en el salón de la casa de él, codo con codo en las calles cerca de Central Park. La intimidad que se adivinaba entre ellos en las fotos hirió a Paula.

—Estas fotos podrían haber sido hechas en cualquier momento. Conoces a Pedro desde hace mucho tiempo.

—¿Por qué crees que no ha querido que fueras con él a Singapur? —murmuró Pamela.

 Al ver que la cara de Paula cambiaba, Pamela se rió suavemente y dijo—: Habría ido a Texas con él también, pero me pareció más importante venir aquí. Seguramente es mejor para tí saber la verdad cuanto antes.

—¡Qué altruista! —exclamó Paula, tratando de meter las fotos en el sobre.

Una de ellas se cayó al suelo. Era Pamela con un vestido deslumbrante, bailando en brazos de Pedro. Paula la recogió torpemente, y la dejó en el sobre, encima de la mesa baja. Desesperada por quedarse sola, dijo:

—Si crees que Pedro va a divorciarse de mí, te equivocas. En primer lugar, una de las condiciones de nuestro matrimonio fue que no habría divorcio. En segundo, él ya tuvo la ocasión de casarse contigo… y no lo hizo, ¿Verdad?

Pamela se puso colorada.
—Pepe cometió un gran error al casarse contigo. Ahora se está dando cuenta de ello.

—A mí no me lo ha dicho.

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