domingo, 26 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 60

El domingo por la tarde, Paula había progresado con su inventario y Pedro, lo pretendiera o no, había invadido su corazón. Sus amigas no se habían equivocado, acostarse con él había creado un vínculo y por más que se decía que debía mantener las distancias, ni su cerebro ni su corazón escuchaban.
Él etiquetó la última caja y la puso sobre las otras.
—Luz llegará pronto —dijo, mirando su reloj—. Debería irme. Te evitarás tener que dar explicaciones.
—De acuerdo —Paula había olvidado la pelea con su madre. Su enfado y confusión resurgieron.
Él la besó y se marchó. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no habían hablado de volver a verse. No sabía si las cosas entre ellos habían cambiado o sólo habían tenido una aventura.
Se odió por hacerse esas preguntas. Si quería saber, lo mejor era preguntar, como una persona adulta.
Oyó el motor de un coche. Para cuando llegó a la puerta, Luz ya corría hacia ella.
—Mami, mami. Lo he pasado muy bien —gritó. Tengo que contarte muchas cosas.
Paula  se agachó y abrió los brazos. Luz se lanzó hacia ella. Paula miró por encima de su cabeza y vio que su madre no estaba sola en el coche. Su padre la acompañaba. Se preguntó si había ido a despedirse o a actuar como mediador entre las dos mujeres.
Se enderezó cuando bajaron del coche.
—Hola —dijo, sin mirar a su madre—. Parece que Luz lo ha pasado muy bien.
—¡Sí! —exclamó la niña—. Quiero volver otro día.
—Si te parece bien, nos encantaría —dijo su madre con rigidez.
—Claro. Sí. Ya pensaremos en algo.
Su padre le entregó la maletita de Luz y le dió un beso en la mejilla.
—Sabes que te queremos, ¿verdad, Paula? ¿Entiendes cómo sucedieron las cosas?
Paula se preguntó si se refería a que ellos podían enfadarse porque se hubiera ido, pero a ella no debería importarle que hubieran dejado de buscarla.
—Claro —forzó una sonrisa.
—Me alegro.
Su padre parecía pensar que todo estaba arreglado, pero Paula sabía que no era así y, por cómo su madre evitaba su mirada, ella pensaba lo mismo.
—No queremos entretenerte —dijo su padre—. Hablaremos pronto.
—Seguro.
Luz y ella se despidieron con la mano hasta que el coche se alejó.
—Veamos —sonrió—. Empieza por el principio y dime todo lo que hiciste.
—Te eché de menos, mami —Luz la abrazó—, pero me lo pasé muy bien.
—¿Sí? Cuéntamelo.
—Primero fuimos de compras. La abuela dijo que podía elegir sábanas para mi cama. Compramos unas de color rosa con dibujos de princesas. Luego fuimos a casa a hacer galletas. Y por la tarde...
Luz  siguió hablando, pero a Paula le costaba concentrarse. No dejaba de dar vueltas a la discusión con su madre, preguntándose si llegarían a entenderse. También pensaba en Pedro y deseaba que estuviera allí en ese momento.
Aunque adoraba a Luz, por primera vez en mucho tiempo se sentía sola y fuera de lugar.

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