lunes, 20 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 43

—Tienes que decirme qué estás pensando —le dijo Paula a Pedro cuando volvían al coche—. No puedo leerte el pensamiento.
—Me gustaría darle una paliza.
—Seguramente lo impediría, pero aprecio el apoyo.
—¿De veras crees que podrías impedirlo? —preguntó él, abriéndole la puerta del coche.
—Físicamente, no —lo miró a los ojos—. Pero podría razonar. O chantajearte con comida.
—Una tarta podría funcionar.
—Gracias por venir. Sé que no ha sido agradable.
—Ni lo menciones. ¿Cómo te sientes?
—No lo sé. Todo es distinto. Cuando me desperté esta mañana entendía todo mi pasado y cómo ha hecho que sea la persona que soy. Ahora todo ha cambiado. Estoy enfadada y no sé por qué ni con quién. Todo es distinto.
—Sigues siendo la persona que eras.
—Puede. ¿Pero cuánto tiempo? Me he acostumbrado a estar sola. Ahora vuelvo a tener familia.
—¿Eso es malo? Te gusta estar con gente. La señora Ford, los compañeros de trabajo...
—Eso es distinto. Los he elegido yo.
Paula se preguntó si había elegido a Pedro o si él la había elegido a ella y si, al fin y al cabo, daría o no igual.
Pedro  se movió por el amplio espacio. No sabía dónde estaba, tal vez el salón de baile de un hotel. Había muchas luces, ruidos y risas de mujeres.
Evitaba a la gente, consciente de estar fuera de lugar. Tenía sed, pero a pesar de llevar un vaso en la mano, no podía llevárselo a la boca y beber. No podía mover el brazo.
Las luces se difuminaron y todo se emborronó. Sólo veía a las mujeres, vueltas hacia él, señalándolo. Estaban enfadadas, era obvio, pero no sabía por qué.
—No conozco a Ben —dijo una de ellas. La reconoció; era una de las «Ashleys» que había visitado.
—No conozco a Ben —dijo otra. La recordaba.
De repente se dio cuenta de que había hablado con todas ellas y no habían podido ayudarlo.
—No conozco a Ben.
Repitieron las palabras una y otra vez, hasta que pensó que iba a estallarle la cabeza.
—No conozco a Ben. No tiene a nadie. A nadie, ni siquiera a tí. Lo dejaste morir. Deberías haber sido tú. Deberías haber sido tú.
Las voces se hicieron más y más fuertes. Intentó contestar, decirles que ya sabía que debería haber sido él, pero no podía hablar. Las mujeres se acercaban. Dió un paso atrás y empezó a caer y caer, hasta que se despertó en el duro suelo, con el corazón desbocado, el cuerpo dolorido y el alma herida por la verdad.
Sí, debería haber sido él.

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