viernes, 24 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 54

—¿Cuándo murió? —preguntó Paula quedamente.
—Agosto. Me escribió una carta diciendo que me quería y sabía que yo también a ella. No fui capaz de leerla hasta un año después. No volví a ver a su familia. Se trasladaron.
Se puso en pie y fue hacia la puerta.
—Eso es lo que soy, Paula. Un tipo que no pudo apoyar a la mujer que amaba. Habría muerto por ella, pero no tuve valor para verla morir. No confíes en mí para nada importante, porque hay muchas posibilidades de que te falle.
Salió a la calle y se perdió en la oscuridad.
Paula lo dejó marchar. Se quedó sentada, llorando. No sabía si por ella, por Pedro o por la valiente joven que la muerte se había llevado tan pronto.


—Tenemos reunión —dijo Paz el martes siguiente, tras cerrar la puerta de la cafetería. Frank había ido al banco y el equipo de limpieza no llegaría hasta después, así que Paula, Ashley y ella estaban solas.
—¿Por qué? —preguntó Paula, aunque se lo temía.
—Por tí —Ashley la sentó en un taburete, fue tras la barra y empezó a preparar batidos con helado—. No pareces tú. Te ha pasado algo estos últimos días.
—Lo siento —Paula hizo una mueca—. No pensaba que fuera tan obvio.
—Pero lo es —Paz sonrió — . Venga. Sabes que te queremos. Dinos qué es lo que va mal.
Paula titubeó, más porque no sabía por dónde empezar que por querer guardar el secreto.
—Es ese tipo —intervino Ashley—. ¿Verdad?
—En parte. También se trata de mi familia. Mis padres. Viven aquí, en Seattle.
Las dos mujeres la miraron boquiabiertas.
Una de las cosas que más le había gustado a Paula de trabajar allí era que no le hacían preguntas sobre su pasado. Se sobreentendía que todo el mundo tenía sus secretos y no tenía por qué compartirlos. Les hizo a sus amigas un resumen de su pasado, empezando por cuando se escapó de casa y terminando con la visita a sus padres el domingo anterior.
—No sé qué pensar —admitió—. Estoy confusa. Por un lado, es agradable volver a tener familia; por otro, no sé. Ahora saben que estoy aquí, hemos retomado la relación y soy yo quien se escapó; entonces, ¿porqué estoy tan enfadada con ellos?
—Porque siguieron con sus vidas que no te incluían a tí — Paz se acercó y le dió un abrazo—. Porque no sufrieron lo suficiente.
—Odio pensar eso —Paula tenía la sensación de que era la verdad—. Es superficial y egoísta.
—Es humano. Te fuiste y el mundo siguió. Piensa en cuánto has cambiado. Ellos cambiaron también. Tardarás un tiempo en asimilar esta nueva relación.
Paula asintió y aceptó el batido de chocolate que le ofrecía Ashley.
—Pero estoy muy confundida. No sólo por ellos. También por Pedro.
Ashley y Paz intercambiaron una mirada.
—Sabía que tenía que haber un hombre —dijo Paz—. Él me pareció buen candidato. Es guapo, tiene dinero y es soltero. ¿Qué problema hay?
—Me gustaría dejar claro que ésta es una discusión teórica. No me interesa una relación.
—Desde luego que no —Ashley giró los ojos hacia el techo, pero Paula ignoró su gesto.
—No está disponible emocionalmente. Lo ha dicho una y otra vez, y empiezo a creer que es verdad.
—Si no quieres una relación, ¿qué importancia tiene eso? —preguntó Ashley.
—¿No he dicho «teórica»?
—Yo ya no creo que sea teoría —intervino Paz—. ¿Tú sí?
Paula  no supo qué contestar. Una semana antes podría haber admitido interés. Pero... Oír lo de Charlotte lo había cambiado todo. Él había abandonado a la persona que amaba. Eso le asustaba.
—Quiero a alguien que vaya a estar ahí —dijo lentamente, casi hablando consigo misma—. Ya he pasado por relaciones con tipos narcisistas y centrados en sí mismos. No quiero eso. Quiero...
—Lo quieres todo —suspiró Paz.
—¿No es lo que queremos todas? —preguntó Ashley—. Alguien que nos haga reír, que nos quiera y esté dispuesto a apoyarnos en los momentos difíciles. ¿Por qué es tan difícil encontrar eso? Yo estoy dispuesta a hacer eso por el hombre de mi vida —probó su batido—. ¿Son los hombres como nosotras?
—Es una lata —dijo Paz. Miró a Paula—. ¿Cómo es de fuerte el sentimiento? ¿Estás locamente enamorada o aún puedes escapar, emocionalmente, quiero decir?
Paula  dejó caer la cucharilla en el vaso. Sus ojos se agrandaron y la miró boquiabierta.
—No estoy enamorada de el.
—Oh, oh —Paz movió la cabeza—. Hagas lo que hagas, no te acuestes con él. Las mujeres tienden a crear vínculos con sexo. Lo odio, pero es cierto. Dios sabe que cuando me acuesto con un tipo, cambia todo. Debe de ser algo hormonal, una necesidad biológica de emparejarse, lo leí una vez. Evítalo —frunció el entrecejo—. No te has acostado con él, ¿verdad?
—¡Claro que no! —exclamó Paula con ardor; lo que sí había hecho no contaba. Al menos técnicamente—. Ya les he dicho que no quiero líos.
—Siento ser quien te dé la noticia —Ashley sonrió—, pero tienes un lío. Vas a tener que enfrentarte a eso, y a él.
—No hay un nosotros. Apenas hay un «él» —insistió Paula.
—Sigue repitiéndolo —le dijo Paz—. Igual algún día será verdad.

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