lunes, 6 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 9

Pedro llegó justo a la hora. Paula no lo vio entrar, pero Paz llamó su atención.
—Oh, cielos —gimió. Paula alzó la cabeza.
Tuvo que admitir que el hombre era un espectáculo en sí mismo. Con vaqueros gastados y una camisa polo, parecía poderoso e increíblemente sexy.
—Si es tu cita para el almuerzo —Paz la miró—, voy a sentir mucha, mucha amargura.
Paula sonrió y fue a conducirlo a un asiento.
—Hola —le dijo cuando llegó—. ¿Quieres comer?
—Claro. ¿Puedes sentarme en tu sección y después enviarme a Ashley?
—Desde luego.
Lo llevó a una mesa junto a la ventana. La mayoría de los clientes del almuerzo se habían ido ya. Sólo había media docena de mesas ocupadas.
—Las hamburguesas son fantásticas. Y también las ensaladas, pero no pareces un tipo de ensalada. Todas las tortillas son muy buenas y puedes pedir patatas al horno o fritas de acompañamiento. Ah, y no me des propina. Puedes descontarla de la deuda de la rueda.
—Tomaré una hamburguesa con beicon, patatas fritas y refresco de cola, y sí te daré propina. Puedes utilizarla para pagarme o no, como quieras.
—Eres un hombre muy cabezota.
—Tú tampoco te quedas corta —sonrió él.
—Mi esfuerzo me cuesta. Haré el pedido y te enviaré a Ashley.
Fue hasta la terminal del ordenador, tecleó el pedido y luego le dijo a su amiga que el tipo de la mesa quince quería hablar con ella.
—Paula, no —dijo Ashley con lo ojos muy abiertos—. Es tuyo.
—No lo es, y no quiere pedirte que salgas con él.
—Entonces, ¿por qué voy a molestarme en escucharlo? —preguntó Ashley con un mohín.
—Ve.
—Interesante —dio Paz, que había observado el intercambio—. ¿Puedes contarme de qué se trata?
Paula le hizo un resumen rápido y Paz suspiró.
—Así que es verdad que no ha venido por ti.
—A mí no me importa —apuntó Paula.
—Pues debería —dijo su amiga—. Maldición, Paula, es guapo, agradable y está realizando una buena acción. ¿Por qué no te interesa?
—Tengo mi plan.
—Pasar trece años más sin sexo no es un plan — Paz elevó los ojos al cielo—, es una sentencia de muerte. Sé que quieres a tu hija y todas te admiramos por ello, pero te tomas la vida demasiado en serio.
—No lo entiendes —explicó Paula, agradeciendo su interés—. Tengo un gusto realmente pésimo para los hombres. Si Pedro me atrajera, y no digo que me atraiga, seguro que resultaría que tiene una carencia terrible, algo desastroso.
—Eso es una locura.
—Para mí no.
Paula vio a Pedro sacar una fotografía. Ashley la aceptó y, tras mirarla, negó con la cabeza. Paula sirvió su refresco y se lo llevó.
—No es ella —afirmó él.
—¿Con cuántas Ashleys has hablado?
—Con quince. Primero hablé con las más fáciles de encontrar. Fui a Montana para ver a dos de ellas.
—No vas a rendirte, ¿verdad?

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