miércoles, 8 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 14

Paula volvió a su casa y pensó en todos los hombres que habían intentado utilizar a Luz para acercarse a ella. Habían fracasado y, en cambio, la reticencia de Pedro hacía que confiara aún más en él.
Para ser un hombre que no pretendía llevársela a la cama, se le daba muy bien seducirla.
Pedro entró en The Waterfront alrededor de las diez de la noche. Ya sólo quedaban unos cuantos comensales. Vio a Dani, Sofía, Matías y Federico en una mesa redonda, al fondo. Lo llamaron con la mano.
—¿Reunión familiar? —preguntó al llegar.
—Sólo una reunión amistosa —Federico apartó una silla para que se sentara—. Ya te dije que la asistencia no era obligatoria.
—Eh, chica —dijo, besando a Dani en la mejilla. Hizo lo mismo con Sofía y luego se sentó—. ¿Quien está ocupándose del negocio? —le preguntó a Federico.
—Se ofrecieron muchas voluntarias —dijo su hermano, sonriente.
—Tu vida es superficial —dijo Sofía, tirándole una servilleta a Federico.
—Pero divertida.
—Ya es hora de que te asientes —le dijo Sofía.
—No me interesa. Además, ahora Pedro está en casa. Búscale esposa a él.
—Estoy bien así, gracias —dijo Pedro, sirviéndose una copa de vino.
—Federico, hablo en serio —insistió Sofía—. Llevas demasiado tiempo tonteando. Es hora de que elijas a una buena chica y crees un hogar con ella.
—No me gustan las buenas chicas.
Todos se rieron. Pedro escuchó mientras seguían bromeando. Hacía muchos años que Federico y Sofía eran amigos, y habían seguido siéndolo incluso cuando Sofía y Matías se separaron. Él le había dicho a Pedro que sospechaba que volverían a juntarse, y había tenido razón.
—¿Cómo va el restaurante? —le preguntó Pedro a su hermana.
Dani dio un bote, como si no hubiera estado prestando atención.
—¿Qué? Ah. Bien. Estoy ocupada. Nada nuevo.
—Hay algo nuevo —sonrió Sofía—. Alguien, más bien.
—¿Un hombre? —preguntó Pedro.
—No hay ningún hombre nuevo —dijo Dani—. Nada importante.
—Una relación de rebote —comentó Federico—. Me alegro por ti. Martín era un imbécil. Necesitas una distracción.
—Eres la última persona de quien aceptaría un consejo sentimental —Dani movió la cabeza—. Tu idea del compromiso es quedarte el tiempo suficiente para tomar el postre.
—¿Estás buscando una relación? —preguntó Matías, con un tinte de preocupación en la voz.
—Claro que no —dijo Dani—. Aún no tengo la sentencia de divorcio. Y no es una relación de rebote, es sólo... agradable.
—Dejadla en paz —pidió Sofía.
—¿Por qué la proteges? —inquirió federico—. Has sido tú quien ha mencionado que hay un tipo.
—Acabo de recordar que las chicas debemos apoyarnos.
—Cambiaré de tema —dijo Federico—. Pedro va a comprarse un barco.
Todo el mundo se volvió hacia él.
—¿En serio? ¿Cómo de grande? ¿Cuándo podremos ir a pescar? —preguntó Matías.
—No voy a comprarme un barco —Pedro miró a Federico con fiereza.
—Un barco estaría bien —apuntó Dani—. Podríamos hacer excursiones.
—No hay ningún barco —afirmó Pedro.
—Siento interrumpir —dijo un hombre con corbata, acercándose a la mesa—. Sofía, aquí están los números de los cambios de la carta. Todo parece bien. Además, tengo un par de sugerencias para la cena de degustación.
—Perdona, Ryan. ¿He oído bien? —Sofía enarcó las cejas—. ¿Quieres cambiar mi cena de degustación?
—Intentas asustarme y no va a funcionar.
—¿Has oído hablar de cuando le lancé un cuchillo de carnicero a mi marido? —preguntó ella con dulzura—. ¿Seguro que quieres llevarme la contraria?
—He encontrado el vino perfecto para las tortitas de maíz —dijo él, entregándole un papel.
—Teníamos el vino perfecto.
—Se acercaba bastante. Éste es mejor.
—Vendré mañana a preparar las tortitas; entonces hablaremos —dijo Sofía, tras estudiar el papel—. Si te equivocas, tendrás problemas serios.
—Podré soportarlo.
—Pedro, éste es Ryan Jennings —dijo Dani, cambiando de postura—, el nuevo director general. Ryan, te presento a mi hermano Pedro.
—Encantado de conocerte —dijo Ryan, rodeando la mesa para estrecharle la mano.
—¿Cómo te estás adaptando? —preguntó Pedro.
—Muy bien. Es un restaurante fantástico. Y el personal es excelente, lo cual ayuda mucho. Dani está teniendo mucha paciencia conmigo.
—No es necesario tenerla —Dani desechó el comentario con un movimiento de la mano.
Ryan se excusó y se fue.
—Así que ése es el nuevo tipo —le dijo Pedro a su hermana, cuando se alejó lo bastante.
—No sé a qué te refieres —parpadeó varias veces y se esforzó por aparentar inocencia.
Matías y Federico miraron a Pedro.
—¿Ryan? —preguntó Matías.
—Eso me ha parecido —contestó Pedro.
—¿Cómo lo has sabido? —Dani lo taladró con los ojos—. Apenas nos hemos mirado.
—Impresionante — dijo Federico.
—Dani, los romances en el lugar de trabajo pueden ser complicados —le dijo Matías a su hermana—. ¿Has pensado en qué ocurrirá si la cosa no funciona?
—No hay ninguna cosa —refutó ella—. Estamos flirteando. Eso es todo. Además, Sofía y tú se reconciliaron en el trabajo. De hecho, fue en este restaurante. Así que no deberías meterte conmigo.
—Sólo digo...
—Matías, déjalo estar —pidió Sofía—. Dani es una mujer adulta. Sabe lo que hace.
—Establece las normas desde el principio —intervino Federico—. Es lo que hago yo. Si una de las camareras quiere salir conmigo, acepto, pero dejando claro que tendrá que conformarse cuando se acabe.
—¿«Salir» es un eufemismo de «acostarse»? —preguntó Sofía.
—Quiero que sepan lo que hay.
—Te quiero como a un hermano, Federico—Dani apartó su copa de vino—, pero en cuanto respecta a las mujeres, eres un cerdo.
—Soy tu hermano, y ¿por qué soy un cerdo? ¿Por qué a todas las mujeres les molesta que no quiera asentarme y pasar con una persona el resto de mi vida? ¿Es un reto para vosotras? ¿Es que todas queréis ser la persona que me haga cambiar de opinión?
—Yo no —refutó Dani—. Eso es asqueroso.
—Ni yo —corroboró Sofía.
—A nosotros tampoco nos interesa —dijo Matías. Él y Pedro se miraron sonrientes.
—Ya saben a qué me refiero. No sé por qué se enojan  conmigo. Pedro tampoco quiere asentarse.
—Pero no sale con todas —intervino Sofía—. Además, hay esperanza. Creo que, en secreto, Pedro sí quiere una relación seria.
—Volvamos a hablar de Federico—gruñó Pedro.
—Estoy de acuerdo —apoyó Dani—. Pedro encontrará a la mujer adecuada y se enamorará de pies a cabeza. Federico, creo que cuando tú encuentres a la mujer correcta, meterás la pata hasta el fondo —hizo una pausa—. No lo digo con crueldad. Pero nunca has tenido que esforzarte por nada en la vida. ¿Qué ocurrirá cuando eso cambie? ¿Estás a la altura del reto?
—Me emociona tu fe en mí —rezongó Federico.
—No sufras —lo consoló Pedro—. Seremos solteros juntos. Los tíos favoritos de los sobrinitos.
Ambos cerraron el puño y golpearon nudillos contra nudillos.
La conversación pasó a cómo se encontraba Sofía. Pedro escuchó pero no intervino. La teoría de Dani sobre él era interesante, pero se equivocaba. No buscaba ninguna relación seria.
Aunque no rechazaría a Paula si apareciera en su cama una noche. Era genial. Fantástica. Divertida. Pero sólo a corto plazo. A pesar de ser madre soltera, llevaba escrito «cásate conmigo» en la cara. Y él no iba a hacer eso. Sabía lo que se hacía.

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