domingo, 26 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 64

Pedro  caminaba despacio junto a la señora Ford.
—No suelo molestarme con esto —dijo apoyándose en él y equilibrándose con el bastón—. Pero me preocupaba que alguien me empujase —esbozó una sonrisa traviesa—. Sabía que si te pedía que me protegieras, nadie se acercaría a mí. Eres tan fuerte...
—¿Estás coqueteando conmigo? —preguntó él.
—Puede que un poco. Aunque sé quién te interesa de verdad. Nuestra bonita vecina.
—Paula y yo somos amigos —dijo él, intentando no pensar en cuánto deseaba volver a estar con ella.
—Buenos amigos —suspiró la señora Ford—. Yo solía tener amigos así de jovencita. Después de los ochenta es casi imposible conseguir un hombre. Pero soy feliz. No todo el mundo puede decir eso.
Él tenía una mano bajo su codo izquierdo, ofreciéndole tanto apoyo como podía. Hacía calor y había mucha gente; no era el lugar más apropiado para una mujer de más de noventa años. Pero la señora Ford había insistido en ir y era imposible razonar con ella.
—Si no estuvieras tan cerrado emocionalmente... —dijo ella—. Aunque lo entiendo. Debes de haber visto cosas horribles. La guerra cambia a los hombres.
Pedro pensó que esa mujer lo dejaba sin habla.
—Me da miedo que pierdas una oportunidad maravillosa con Paula. No es como otras mujeres. Dudo que vayas a encontrar a una mejor.
—No me interesa buscar algo mejor.
—¿Qué problema hay entonces? Ya deberías tenerla en tu cama. No hay nada como unos cuantos días en la cama para volver loca a una mujer.
Él maldijo entre dientes.
—¿Quieres comprar algo? —preguntó, señalando los puestos que había a ambos lados.
—No, pero eres muy amable por ofrecerte. Sé que los hombres no suelen elegir ir de compras en su tiempo libre. ¿Crees que es por un trauma del pasado, por cómo funciona tu mente o porque prefieres ser soltero? —lo miró—. Dudo que sea lo de ser soltero. Das la impresión de preocuparte por la familia.
—Yo... —se quedó mudo. Hasta ese momento le había caído bien la señora Ford. Era la primera vez que lo interrogaba así. Como aún estaban lejos del puesto de Paula, se sentía atrapado.
—No correré a contárselo a Paula, si eso es lo que te preocupa —dijo la señora Ford.
—Yo...
Justo entonces vio a Dani y a Ryan y los llamó. Dani se dio la vuelta y sonrió. Pedro  vio que iban de la mano. Por lo visto el asunto progresaba.
No acababa de gustarle que su hermana iniciara una relación teniendo tan reciente el divorcio. Pero ni era asunto suyo ni ella escucharía su opinión.
—Señora Ford, ésta es mi hermana, Dani, y su amigo, Ryan. La señora Ford es mi vecina.
—Hola —dijo Dani—. Encantada de conocerla.
—Y yo a tí, querida —la señora Ford miró a Ryan—. ¿A qué te dedicas?
—Soy el gerente de The Waterfront —contestó Ryan.
—Tu restaurante —le dijo la señora Ford a Pedro—. Dani, ¿tú también trabajas allí?
—Sí. Allí nos conocimos Ryan y yo —miró a pedro—. ¿Ahora es tu restaurante? —preguntó, burlona.
—Por favor, dame un respiro —gruñó él.
—Encantador —la anciana suspiró—. Un romance de oficina. Yo siempre quise tener uno. Claro que nunca tuve un trabajo, así que eso complicaba las cosas. Trabajé durante la Segunda Guerra Mundial, pero no había muchos hombres presentes, y como mi marido estaba fuera, sirviendo a su país, un romance de oficina habría resultado poco patriótico, ¿verdad?
—¿Le está gustando la feria? —le preguntó Dani.
—Mucho. Pedro tiene mucha paciencia conmigo.
—¿En serio? —Dani miró a Pedro—. Tiene suerte. Ryan llegó a Seattle hace poco. Es su primera visita.
—¿Qué te parece nuestra ciudad? —le preguntó la señora Ford.
—Me gusta —contestó Ryan.
Dani soltó su mano y se acercó a Pedro.
—Esto es nuevo. Nunca te había visto acompañando a la tercera edad —le murmuró.
—Quería venir a ver el puesto de Paula.
—Oh, oh. Ten cuidado, o empezaremos a pensar que te estás convirtiendo en un tipo agradable.
—Cualquier cosa menos eso —farfulló él—. ¿Qué tal el nuevo hombre?
—Bien. Pensé que necesitaría tiempo para superar el divorcio, pero puede que no.
—¿Es serio?
—Puede —Dani sonrió y se ruborizó—. No lo sé. Me gusta y es un buen tipo. Sé que voy muy rápido y quiero seguir sola un tiempo pero... parece que no puedo.
Él deseó aconsejarle que tuviera cuidado, pero no era quién para dar consejos sobre relaciones.
—Me alegra que seas feliz.
—¿En serio? ¿No vas a darme consejos ni nada?
—No.
—¿Te he dicho alguna vez que eres mi hermano favorito? —sonrió y se apoyó en él. Después volvió junto a Ryan y ambos se alejaron.
—¿Por dónde íbamos? —preguntó la señora Ford cuando reemprendieron la marcha—. Creo que hablábamos de tu incapacidad para comprometerte. ¿Tienes idea de a qué se debe?

2 comentarios:

  1. Pero qué cerrado que está Pedro para aceptar una relación. SI le encanta Pau, x q no se abre de una buena vez? Buenísima la maratón Naty.

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  2. Muy buena la maratón! coincido con Sil! pedro hace cosas que para nada coincide con lo que dice que siente!

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