viernes, 31 de julio de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 2: Capítulo 76

Pedro revisó las cifras de agosto. Habían mejorado, tal y como él quería. Por lo visto a los empleados les gustaba asumir más responsabilidad y estaban demostrándolo de manera tangible. Si seguía así otro mes, Empresas Alfonso tendría el mejor año de su historia.
Pensó, encantado, que eso fastidiaría mucho a su abuela. Tal vez saber que estaba haciendo tan buen papel la animaría a recuperarse más deprisa.
—Lo llama el señor Dalton —dijo Vicki por el intercomunicador—. No quiere decirme para qué.
Alfonso arrugó el rostro y levantó el auricular.
—Alfonso—contestó.
—Buenas tardes, señor Alfonso —dijo el hombre—. Soy Jonathan Dalton. Mi empresa se especializa en buscar candidatos altamente cualificados para puestos de alta proyección. Si tiene unos minutos, me gustaría hablar, porque usted es exactamente lo que buscamos.
Pedro tardó un segundo en comprender que el tipo era un cazatalentos.
—¿Qué negocio es? —preguntó, esperando oír cualquier cosa relacionada con armamento, seguridad o agentes especiales.
—Una pequeña cadena de restaurantes de Idaho. No son The Waterfront o Alfonso's —dijo Dalton animoso—, pero ése es el objetivo de nuestro cliente. Ampliar el negocio. Alcanzar un nivel más alto de calidad, servicio y atractivo. El salario es generoso y existe la posibilidad de invertir como propietario. Deje que le hable de la compañía.
Dalton siguió hablando, pero Pedro no escuchaba. ¿Restaurantes? No se trataba de algo relacionado con la guerra, el peligro o la muerte.
—¿Conoce usted mi historial? —preguntó Pedro—. Pasé con los marines casi quince años.
—Desde luego. Nuestro cliente opina que esa clase de experiencia refuerza el espíritu de liderazgo. Ahora además tiene experiencia en el negocio de la restauración y eso lo convierte en el candidato ideal.
Pedro dudaba que unas cuantas semanas dirigiendo la empresa familiar pudieran considerarse experiencia, pero era bueno saber que otros sí lo creían. Hasta ese momento nunca había pensado que podría dedicarse a algo desvinculado de lo militar.
—Le agradezco que haya pensado en mí —dijo—, pero no estoy interesado. Estaré comprometido aquí durante varios meses más —no sabía lo que haría después, pero parecía que no le faltaban opciones.
—Temía que dijera eso —Dalton suspiró—. Lo entiendo. Pero me gustaría enviarle información sobre nuestra empresa. Es exactamente el tipo de persona que nos gusta ofrecer a nuestros clientes. Tal vez pueda enviarme un curriculum cuando tenga tiempo.
—Desde luego —aceptó Pedro, pensando que tendría que escribir uno. Colgó y fue hacia la ventana.
Unas semanas antes se había sentido como si no tuviera opciones. Había aceptado dirigir la empresa por puro compromiso, pero estaba disfrutando con el trabajo. ¿Sería un magnate en potencia?
La idea lo hizo sonreír. Tal vez no sería un magnate, pero podía trabajar. Aún tenía sus fantasmas, pero cada vez lo asaltaban con menos frecuencia. Seguía teniendo pesadillas y no acabarían hasta que encontrara a la persona que había querido a Ben.
Tras pasar quince años en el ejército debería saber cómo avanzar. Y así había sido, hasta que conoció a Ben y el chico le caló en la piel. Pedro había jurado mantener vivo a Ben y había fracasado.
No volvería a fracasar.

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