Enamorada: Capítulo 44

Pedro paró el coche delante de casa de Paula.

—Ya hemos llegado. Justo a tiempo.

Apagó el motor, se bajaron y se dirigieron a la puerta de entrada. Paula debía de estar mirando porque les abrió al instante.

 —Hola —sonrió—. Bienvenido a Las Vegas, Federico.

 Él se inclinó para darle un beso en la mejilla.

—Me alegro de volver a verte.

—Y en mi hábitat natural. Adelante, pasen. Hace mucho calor ahí fuera.

 Entraron, y la temperatura era mucho más fresca. Pero Pedro seguía acalorado, y era por Paula. Le ocurría siempre que estaba con ella. Y sí, maldición, siempre le miraba la boca. Si Federico no hubiera estado allí, la habría estrechado entre sus brazos y la hubiera besado hasta dejarla sin aliento antes de llevarla a la cama. Pero le dió un beso amigable en la mejilla como había hecho su hermano.

Paula le enseñó la casa a Federico y terminaron en la cocina.

—¿Qué quieren tomar, chicos? —preguntó.

—Yo vino —dijo Pedro—. ¿Y tú, Fede?

—Una cerveza.

Paula sirvió una copa de vino y luego sacó un botellín de la nevera. Ella abrió una botella de agua.

—¿Tú no tomas vino? —le preguntó Pedro.

—Voy a preparar carne a la barbacoa, y el fuego y el alcohol no se llevan bien.

—¿Podemos ayudarte? —se ofreció Federico.

—No hace falta. Las patatas están preparadas para la parrilla, ya he hecho la ensalada y estoy marinando las pechugas de pollo. Todo muy sano. Para eso trabajo en un hospital —le dio un sorbo al agua—. Fede, he oído que te presentas al puesto de Blackwater Lake.

—Sí. La entrevista final es el lunes.

—Entonces, ¿Te quedas en casa de Pepe?

—Sí, y no me preguntes por qué. Tiene la personalidad de un rottweiler cruzado con pitbull.

Paula se rió.

—Te dirá que yo también soy así.

—Eso está bien —aseguró Federico—. ¿Quién más le aguantaría si no?

—Eh —protestó Pedro.

 —Pensaba que yo no —el tono de Paula y el tiempo verbal indicaban que se refería al pasado.

—Eso fue antes de que descubrieras que soy un encanto de tipo.

—Interesante —Federico se reclinó en la isla de la cocina—. Normalmente cuando la gente le conoce mejor se da cuenta de que su primera mala impresión sobre él era correcta.

Paula miró a Pedro.

—Lo entiendo. Pero ¿Cómo no te va a caer bien un hombre que te lleva al centro comercial y te ayuda a comprarte ropa? Bueno, chicos. ¿Tienen hambre?

—Mucha —Pedro le estaba mirando otra vez a la boca.

Federico se aclaró la garganta para dar a entender que no se le había escapado.

—Encenderé la parrilla y pondré las patatas.

—¿En qué puedo ayudarte? —se ofreció Federico.

—Pon la ensalada en la mesa. Veinte minutos más tarde estaban los tres en la mesa comiendo.

Pedro siguió con el vino y su hermano  se tomó otra cerveza. Ella se sirvió más agua.

—¿Quieres que te sirva un poco de Chardonnay? —le preguntó Pedro.

—Gracias, pero seguiré con el agua. Tengo que hidratarme cuando hace tanto calor —`paula se giró hacia Federcio—. Y dime, ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?

—Una semana. Tal vez más si es necesario. Espero que me hagan una oferta y quiero ocuparme personalmente del papeleo.

—Pareces muy seguro de que esto es lo que quieres.

—Así es. Tengo la sensación de que es el principio de una nueva y emocionante aventura —Federico la observó durante un instante—. ¿Te encuentras bien, Pau? Estás un poco pálida.

—¿Sí? —Paula se llevó las palmas de las manos a las mejillas.

—Dijiste que tenías mucho trabajo atrasado tras el viaje a Dallas —Pedro la miró y se dió cuenta de que no tenía su brillo habitual de Campanilla—. ¿Estás trabajando demasiado?

—No. Creo que todavía no estoy preparada para el calor de más de cuarenta grados.

—Tampoco estás comiendo mucho —Pedro miró hacia su plato, apenas sin tocar.

—Es que no tengo mucha hambre. El calor me quita el apetito —Paula  se levantó rápidamente de la mesa y retiró los platos—. ¿Quién quiere postre? Hay tarta de fresa.

Pedro miró a su hermano, que parecía preocupado, y recordó lo que había comentado sobre la observación como método para recoger información médica. Quería respuestas, y Paula era la única que podía proporcionárselas.