viernes, 28 de abril de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 24

—Bien.
—Mira, Lucas, ya sé que no fue buena idea ocultarle a Pedro la existencia de Olivia. Tenía mis razones, pero eso no justifica que no le dijera que iba a ser padre. Lo único que puedo hacer ahora es intentar mejorar lo que hice mal. Ya sé que es difícil no juzgarme, pero intenta ponerte en mi piel. Era un mar de hormonas, las náuseas matinales me duraban todo el día y estaba hecha un lío —suspiró—. En cualquier caso, lo hice mal y Pedro está resentido.

—Escucha, Paula—Lucas se llevó la mano al nudo impecable de su corbata—. Negaré haber dicho esto si alguien me pregunta, pero Cal no es tan duro como pretende ser.

—¿A qué te refieres?

—No puedo darte detalles concretos porque es mi amigo. Y sobre todo porque no conozco esos detalles.

Paula se cruzó de brazos y lo miró fijamente.

 —¿Es tu amigo y no conoces ningún detalle?

—Soy hombre —se encogió de hombros—. No hablamos de todo ni nos entrometemos en la vida del otro. Lo único que sé es que cuando lo conocí estaba viviendo un momento difícil.

—¿A qué te refieres?

—Ya te he dicho antes que no conozco los detalles, ni tampoco te los contaría si los supiera. Pero cuando empezó su residencia en el hospital del condado, trajeron a su mujer a urgencias…

—¿Su mujer? —la primera vez que supo de ella fue a través del padre de Pedro. Desde entonces le picaba muchísimo la curiosidad.

—Mira, lo único que sé es que tenía problemas antes del divorcio. Así que no seas muy dura con él.

—Tal vez tú podrías hacer lo mismo y no ser tan duro conmigo —sugirió Paula—. Por una vez quiero ser un hombre y no hablar de mis cosas.

Lucas sonrió.

—Me parece justo. Es estupendo que hayas vuelto, Paula.

—Gracias. Echaba de menos el Centro Médico Misericordia.

 —El sentimiento es mutuo —por primera vez, los ojos de Lucas se mostraron cálidos—. Y además eres mamá.

—Sí, ¿Te lo puedes creer?

—Totalmente. Lo que me cuesta trabajo es imaginarme a Pedro como padre.

La ternura se apoderó de Paula.

—Es maravilloso con Olivia. Al principio ella guardaba las distancias, pero él ha sido muy persistente. Compró toda la juguetería para lograr la atención de su hija a lo grande.

Lucas se rió.

—Apuesto a que lo hizo —Lucas consultó la hora en su reloj de pulsera—. Tengo que irme, me espera una reunión. Me alegra haberte visto y haber aclarado las cosas. Toda historia tiene dos caras.

Lucas dió un paso adelante para abrazarla.

—Ojalá nos veamos pronto…

 —¿Cuándo vas a verla?

Paula se soltó de brazos de Lucas y se giró hacia aquella voz profunda y familiar.

—Pedro, yo estaba…

—Estabas saludando a mi amigo —dijo él.

Paula no entendía por qué la hostilidad de su tono tenía que hacerle sentir culpable, pero así era, y la explicación le salió sola.

—Yo estaba en la sala hablando con unos pacientes y me crucé con Lucas  camino de regreso a mi despacho.

—¿De veras? —Pedro se cruzó de brazos.

Su actitud y su postura hicieron que el corazón de Paula se pusiera a cantar. Absurdo pero cierto.

—Así es —intervino Lucas—. Paula me estaba hablando de su  hija.

—¿Ah, sí? —Pedro la miró.

—Y le estaba diciendo lo buen padre que eres —aseguró Paula.

—Entiendo —su tono daba a entender que no lo entendía en absoluto.

—Bueno, yo me voy que llego tarde a una reunión —dijo Lucas sonriéndole a su amigo—. Adiós, Paula.

—Me alegro de verte, Lucas —lo observó caminar pasillo abajo y girar luego a la derecha. Entonces se giró hacia Pedro y trató de pensar en algo inofensivo que decir—. Oli se lo pasó muy bien en tu casa el domingo.

—Me alegro —Pedro se pasó la mano por el pelo y luego la miró a los ojos—. Mis padres están encantados de ser abuelos. Por cierto, ¿Dónde está Oli?

—En la guardería.

—¿Qué sabes de ese lugar?

 —Ya te lo dije —Paula se lo quedó mirando, preguntándose qué circunstancias lo habrían llevado a ser tan desconfiado.

—¿Cuenta con cámaras de seguridad?

—¿Para qué? —parpadeó Paula—. ¿Para hacer un reportaje de cámara oculta que salga en televisión?

—Más vale prevenir que curar.

—De hecho, tengo algo mejor que una cámara. Camila y Laura. Trabajan allí a cambio de que les cuiden a los niños. Y para tu información, encontré ese lugar a través de mi amiga Rocío Green, que también trabaja allí. Ya hemos hablado de esto. Creí que ya te había convencido de que nunca dejaría a Oli en un lugar que no me ofreciera todas las garantías de seguridad.

Paula no sabía si estrangularle por ser tan poco razonable o comérselo a besos por preocuparse tanto de su hija. La expresión enfadada de su rostro no varió.

 —¿Te ha pedido Lucas que salgas con él?

—¿Cómo?

 —Cuando llegué le escuché decir que ojalá se vieran pronto. ¿Te ha pedido que salgas con él?

—¿Estás celoso?

—Por supuesto que no —aseguró Pedro con cierta tensión—. Pero le conozco. Muchas mujeres y muy poco tiempo.

Paula se dió cuenta de que sí estaba celoso, y comprendió por qué su corazón había comenzado a cantar. Pero aquél no era el sitio ni el lugar.

—Escucha, Pedro, tengo que irme. Me esperan.

—¿Vas a la misma reunión que Lucas? —quiso saber él.

Paula negó con la cabeza.

—La mía es personal. Te hablaré de ello más tarde. ¿Vas a venir a ver a Oli después del trabajo?

 —Sí.

—Entonces te lo cuento luego.

Paula se fue de allí antes de que pudiera seguir interrogándola y se dió cuenta de que la distancia no apagaba las llamas que brillaban en su interior.

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