domingo, 30 de abril de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 33

—Pero habrá que esperar al próximo día de paga —dijo Laura—. Oh. Oh — exclamó oliendo a su hijo antes de mirar dentro de sus pantalones vaqueros cortos—. Alguien necesita que lo cambien.

—A mí no me mires —bromeó Julián.

Laura se rió.

 —Te toca a tí.

Siguieron bromeando hasta que finalmente Julián dijo:

—En serio, yo lo cambio si quieres.

—No pasa nada. Puedo hacerlo yo. Estás a punto de terminar y no quiero interrumpirte —Laura le dió un beso en la mejilla y desapareció por la puerta del departamento.

Pedro miró a Julián y trató de pensar en algo de lo que charlar con un muchacho con el que tenía tan poco en común.

—¿Y cómo te va?

—Ya ves, trabajar a tiempo completo me mantiene ocupado —el chico se pasó el antebrazo por la frente—. Tengo un descanso entre las clases de verano y el semestre de otoño, pero me parecen como vacaciones. Así podré pasar más tiempo con Lau y Franco.

—¿Dónde trabajas?

—En el hotel Suncoast. Aparco coches, pero hoy libro.

—He oído que se puede ganar un buen dinero.

Julián se encogió de hombros.

—No me puedo quejar.

 —¿Y qué estudias en la escuela?

—Contabilidad.

—¿Y qué tal las notas?

—Pareces mi padre —el chico se encogió de hombros—. No están mal.

Pedro quería preguntarle cómo era capaz de mantener aquel ritmo, pero él ya lo sabía. A su misma edad, él también tuvo que hacer malabarismos entre la escuela y el trabajo porque el bebé había formado parte de la mentira. Sus notas habían subido porque utilizó los estudios como excusa para escaparse cada vez que su mujer intentaba llamar la atención tomándose una sobredosis de pastillas que luego no era tal o cortándose las muñecas. Tras cada episodio, ponía otra venda a su relación y se sumía en sus clases. Sus padres le habían enseñado a no tomarse los votos matrimoniales a la ligera, y se había quedado donde estaba porque eso era lo que debía hacer. Pero Laura y Julián no habían pronunciado ningunos votos, y se preguntó qué era lo que los mantenía juntos.

—Entonces, ¿Te gusta pasar tiempo con Laura y el niño? —le preguntó.

 Julián lo miró a los ojos.

 —Sí.

—Entonces, ¿Por qué no se casan?

—Porque mis padres nos están ayudando, y quiero esperar hasta que pueda ocuparme de Lau y Fan por mí mismo. Los dos necesitamos educarnos para poder darle una buena vida a mi hijo. El hecho de que no estemos casados no significa que no vaya a estar allí para ellos.

Pedro recordó lo que Paula había dicho respecto a la educación. Tenía razón, y los muchachos estaban desde luego practicando aquella filosofía. El respeto que sentía por su sabiduría y su coraje seguía creciendo.

Laura salió con Franco, que llevaba en la mano un coche de juguete. Cuando vió a Pedro, lo dejó caer y estiró los brazos.

—Eh, muchacho —dijo Pedro—. ¿Ha tenido éxito la operación de cambio de pañales?

—Oh, sí —respondió Laura—. Ahora está encantado.

—¿Dónde está Camila? —preguntó Pedro.

Julián y Laura se miraron antes de que ella contestara.

—Su novio apareció hace un par de semanas.

—¿El padre de Benjamín?

Julián asintió.

—Dice que quiere estar cerca.

—No pareces muy convencido —Pedro acomodó a Franco en el antebrazo.

—Por el bien de Cami, espero que sea sincero —dijo Laura—. Pero a mí me da la impresión de que, si hubiera querido apoyarla, habría estado cerca cuando ella estaba embarazada y cuando Benja nació.

—Tal vez tuviera una buena razón —sugirió Pedro, pensando en que él no sabía de la existencia de Olivia.

Antes de que pudieran responderle, se abrió la puerta detrás de él y Paula salió por ella con Oli en brazos. Lo primero que pensó Pedro fue que no debería levantar ningún peso, pero antes de que pudiera decirlo, la niña vió que tenía a Franco en brazos y comenzó a agitar los suyos.

—Quiere que la tengas en brazos —señaló Paula.

—Eso me ha parecido —Pedro le pasó a Franco a Julián y recibió a su hija—. Si hubiera sabido que los celos era la forma de ganarme su corazón… ¿Cómo te sientes? —le preguntó a Paula.

—No muy mal —ella movió el hombro—. Un poco dolorida. Me alegro de que todo haya pasado.

—Yo también.

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