miércoles, 19 de abril de 2017

Enamorada: Capítulo 61

Paula limpió la cocina tras la cena. Había preparado pollo asado y ensalada y había hecho un esfuerzo por terminárselo. Estaba pasando el trapo por la encimera cuando sonó el timbre. Miró automáticamente el reloj del microondas y vio que eran más de las ocho. Nadie iba a visitarla a aquellas horas de la noche, excepto…

El corazón le dijo que se trataba de Pedro. Corrió hacia la puerta y miró por la ventana. Dió un paso atrás por la sorpresa. Había un miembro de la familia Alfonso en la puerta, pero no el que esperaba. Ana Alfonso estaba en el porche de su casa, y eso no podía ser bueno.

El timbre volvió a sonar y Paula dió un respingo. Al parecer Ana no iba a marcharse hasta que dijera lo que había ido a decir, así que sería mejor acabar con aquello cuanto antes. Abrió la puerta y fingió sorpresa.

—¡Ana! ¿Qué estás hacienda tú aquí?

—Hola, Paula —parecía venir en son de paz, incluso se agachó para darle un abrazo que parecía auténtico—. Me alegro de verte.

—No sabía que iba a venir a Las Vegas —Pedro no le había dicho ni una palabra—. Pasa, por favor.

—Tienes una casa adorable —aseguró Ana con una sonrisa mirando a su alrededor.

—Gracias —murmuró Paula sin saber a qué atenerse con aquella visita—. ¿Quieres algo de beber? ¿Té helado? ¿Agua? Puedo preparar limonada, pero no tengo vino.

—¿Por el bebé? —No había desaprobación en sus ojos, solo comprensión—. Pepe me lo ha contado. ¿Puedo sentarme?

—Por supuesto —Paula señaló hacia el sofá y tomó asiento a su lado—. ¿Sabe él que estás aquí?

No hacía falta ponerle nombre propio a «él». Ana sacudió la cabeza.

—Pepe, su hermano y su padre han salido a tomar algo juntos. Yo he venido porque quería que supieras que Horacio y yo estamos emocionados ante la perspectiva de tener otro nieto.

¿Aunque fuera un bebé concebido fuera del matrimonio? No se esperaba aquello de los padres perfectos del Doctor Perfecto.

—¿De verdad?

—Por supuesto —sonrió con calor y emoción.

Era la sonrisa que debía tener una futura abuela. La expresión que a Paula le hubiera gustado ver en el rostro de su madre cuando le dijo que iba a tener un hijo. Se le llenaron los ojos de lágrimas y tomó una repentina decisión. Pedro sabía lo de su pasado y era probable que terminara saliendo a la luz porque los secretos nunca se mantenían en secreto. Y esa información debería salir de ella.

—Ana, hay algo que tengo que decirte —aspiró con fuerza el aire y las palabras salieron—. Cuando tenía diecisiete años me quedé embarazada.

—Entiendo.

La expresión de la mujer podía indicar simpatía o asombro, no sabía cuál de las dos.

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