miércoles, 26 de abril de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 21

El día después del primer cumpleaños de su hija, Pedro estaba sentado frente a dos compañeros médicos, Marcos Torres y Lucas Andrews. Se reunían una vez al mes para ponerse al día, y normalmente lo estaba deseando. Hoy no. El problema era que su mente estaba más centrada en el terreno personal que en el profesional.

Después de que Paula hubiera salido de su casa con Olivia, sus padre y él tuvieron una larga charla. Horacio  le había dicho que tenía que dejar cuanto antes atrás el pasado y concentrarse en su hija. Olvidarse y perdonar.

—Eso no va a pasar —murmuró Pedro.

—¿Estás prestando atención? —quiso saber Marcos.

 —Sí —respondió él sentándose más recto.

 —Estás mintiendo —le acusó su compañero con sus ojos azules brillando con intensidad—. Si fuera así, tendrías algo que decir respecto al tercer hospital que va a abrir el Centro Médico Misericordia al año que viene.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Cal.

Miró al otro lado de la mesa, donde estaba Lucas  Andrews, su otro amigo y el hombre responsable de haberlos metido a Marcos y a él en aquel grupo de trauma. Los tres hombres eran más que compañeros. Se habían conocido cuando Marcos y él  estaban de residentes en el departamento de trauma en el hospital público de Las Vegas. Lucas estaba terminando su residencia como cirujano, y los tres conectaron muy bien.

—Estamos diciendo que con la apertura del nuevo hospital, tendremos que encontrar un par de buenos médicos si no queremos despedirnos de nuestra vida personal.

La vida personal de Pedro no estaba en su mejor momento. Sin embargo, el tiempo que pudiera pasar con Paula era ahora su prioridad.

—El hospital del condado donde nosotros hicimos la residencia es un buen lugar para empezar a buscar.

Lucas asintió.

—Estoy de acuerdo. ¿Quién se encarga?

—Pensé que ibas a hacerlo tú —aseguró Marcos—. Después de todo, mostraste muy buen juicio con Pedro y conmigo.

—Menos mal que la humildad no era un factor a considerar —Lucas dió unos golpecitos con la pluma sobre la mesa—. Quizá uno de vosotros dos podría acercarse a personal. Marcos, tú ya no estás a prueba.

—Oh, por el amor de Dios, ¿Podremos olvidarnos alguna vez de eso?

—No —respondieron sus dos amigos a la vez—. Lo tienes grabado a fuego — añadió Lucas.

—Miren —dijo Marcos apoyando los antebrazos sobre la mesa— ese problema particular ya es agua pasada. Estoy siendo amable con todo el mundo en el hospital, desde los celadores hasta el administrador.

—Ayuda el hecho de que el administrador sea tu suegro.

Marcos esbozó una de aquellas sonrisas que hacían lamentar a las mujeres que ya no estuviera en el mercado.

—No es tan mal tipo.

—¿Desde cuándo? —quiso saber Lucas.

—Desde que va a convertirse en abuelo cualquier día de éstos. Se ha dado cuenta de que, si quiere tener relación con su hija y con su nieto, tiene que portarse bien.

—Así que te escondes bajo las faldas de una mujer —aclaró Pedro.

—Siempre y cuando sea mi mujer la que las lleve, ni lo dudes —aseguró Marcos—. Pero su inminente conversión en abuelo ha enternecido a Alberto Ryan.

Sabrina Ryan Torres había sido la consejera de conflictos de Marcos, y durante las primeras semanas hicieron algo más que discutir su actitud. Llevaban menos de dos meses casados, pero esperaban el nacimiento de su hijo para cualquier momento.

—¿Cómo está Sabrina? —preguntó Pedro.

—Está reteniendo suficiente líquido en los tobillos como para flotar — respondió él—. O eso dice ella, pero está bien, y Leticia…

—¿Leticia Hamilton, la ginecóloga? —quiso saber Pedro.

—Sí, ella dice que el bebé está perfectamente y que llegará en su momento.

—¿Es un niño? —preguntó Lucas.

—Por supuesto.

—¿Lo sabes seguro? —inquirió Pedro.

—Sabrina  quiere que sea una sorpresa, pero yo ya lo sé —dijo—. Yo quiero un niño.

 —¿Qué tienen de malo las niñas? —insistió Pedro.

—Absolutamente nada. Pero Sabrina sabe que yo prefiero que el primero sea niño.

Interesante, pensó Pedro.

—¿Quieren tener más hijos?

—Vamos a ver primero cómo va todo con éste. Lo crean o no, estoy nervioso. He traído niños al mundo y los he atendido en la sala de urgencias, pero la situación cambia cuando estás implicado emocionalmente.

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