lunes, 3 de abril de 2017

Enamorada: Capítulo 19

Al día siguiente Paula conoció al resto de la familia de Pedro. Su hermana pequeña, Carolina Alfonso Sosa, su marido, Daniel, y sus gemelos de seis años, Joaquín y Micaela, llegaron a media mañana desde Houston. Federico apareció una hora más tarde. Se hicieron las presentaciones y ahora Daniel y los gemelos estaban en la piscina. Los demás estaban sentados en el porche. Aquel era el jardín más grande que Paula había visto en su vida, Al otro lado de la piscina de dimensiones olímpicas había una gran extensión de césped que terminaba en el arroyo que rodeaba la zona de árboles y arbustos. Ana iba de un lado a otro poniendo aperitivos y rellenando las hieleras con agua, refrescos y cervezas. Finalmente se unió al grupo y le preguntó a su hija:

—¿Qué hay de nuevo en la NASA, querida?

Aquella no era una pregunta que Paula hubiera escuchado en alguna otra conversación informal. Estaba sentada en un sillón cubierto de cojines al lado de Pedro, y hasta el momento había logrado disimular la tensión. Se sentía como una estudiante en desventaja en la clase avanzada, pero era un día maravilloso de finales de abril. Se alegraba de haberse comprado los pantalones cortos y la camisa de algodón que llevaba puestos.

—Lo mismo de siempre. No hay suficiente dinero y hay demasiados políticos entrometiéndose.

Carolina tenía el cabello castaño claro y unos hermosos ojos azules. Debía de tener treinta y pocos años, pero parecía demasiado joven para ser ingeniera aeroespacial. Seguramente habría adelantado varios cursos. Estaba sentada en el brazo del sillón de su padre y tenía la mano sobre su hombro.

—Estamos en un periodo de transición ahora que ha terminado el programa de transporte espacial.

—No puedo creer que no hayáis perfeccionado la tecnología de los agujeros de gusano para facilitar el desplazamiento sin vehículo a otros planetas —aseguró Horacio.

—Me siento presionada —bromeó su hija.

—Solo digo que un descubrimiento así nos pondría a la cabeza del resto de los países en materia tecnológica y de defensa militar —Horacio se encogió de hombros.

—Me pondré a ello, papá. Pero con una condición —le dió una palmadita en el hombro—. Tú deja de ver episodios antiguos de Stargate.

Federico se rió. Tenía los mismos tonos que su hermana gemela pero en masculino.

—Ahí le has pillado, Caro.

Horacio no lo negó.

—Ese programa me relaja después de un día de estrés.

—¿Es más relajante que el golf? —preguntó Pedro.

—Sí, porque nadie lleva la cuenta de los golpes —respondió su padre—. La única cuenta que llevan los personajes es la de las veces que han salvado al mundo.

Paula se preguntó si ellos llevarían la cuenta de los logros de sus hijos. Por lo que había contado Pedro, sentía mucha presión para triunfar. ¿Les pasaría lo mismo a Carolina y a Federico?

Federico se quedó mirando a sus padres.

—¿Cuándo tienen pensado jubilarse?

—Nunca —Ana miró a su marido—. ¿Qué haríamos con tanto tiempo?

—Todavía tenemos mucho que ofrecerle al mundo —Horacio le guiñó el ojo a su esposa.

Paula estaba maravillada por el alcance global de sus áreas profesionales. Y tenían tres hijos extraordinarios también.

—Pero el estrés pasa factura, papá —señaló Pedro—. Puede poner en peligro las funciones vitales y se ha demostrado que es un factor de riesgo para los ataques al corazón.

—A mi corazón no le pasa nada. —Entonces, ¿Te has hecho el chequeo anual? —preguntó Federico.

 —He estado ocupado.

—No lo dejes, papá —Federico se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las rodillas.

—¿Desde cuando eres especialista cardíaco? —bromeó Horacio.

 Estaba claro que no quería responder a la pregunta.

—Ah —Federico asintió como dando a entender que estaba acostumbrado a aquello—. Ya estamos. Paula, solo para que lo sepas, yo soy el vago de la familia Alfonso. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo.

—Pedro me contó que eres médico de familia.

—¿Eso es siquiera una especialidad médica? —se mofó Carolina.

—Para tu información, hermanita, es una rama de la medicina que proporciona cuidados continuos a individuos y familias con todo tipo de edades y enfermedades. La intervención médica está basada en el conocimiento del paciente dentro del contexto de su familia y su comunidad, haciendo hincapié en la prevención y la promoción de la salud.

—O sea, que sabes un poco de todo, ¿No? —bromeó Pedro.

—Es mejor el bien de muchos que el bien de uno solo —afirmó  Federico  para defenderse—.  Todo tiene que funcionar al unísono de forma armónica. Y hay un número infinito de factores que influyen en el todo. Especializarse, por ejemplo, en cirugía cardiotorácica es como enseñarle a un niño matemáticas sin enseñarle a leer. O a leer sin aprender matemáticas. El equilibrio es la clave.

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