domingo, 23 de abril de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 6

—Mira, ya te he pedido disculpas. No volveré a decirte que lo siento. Oli se comporta así con los desconocidos, y sinceramente, creo que eso está bien.

—¿Está bien que no conozca a su propio padre? —Pedro la miró entornando los ojos.

—Lo que quiero decir es que no está mal que sea precavida con la gente que no conoce.

—¿Se supone que me tengo que sentir mejor con eso?

—Sinceramente, no puedo permitirme que me preocupe cómo te sientes. Oli es mi prioridad.

—Ahora también es la mía.

—Entonces, ¿Ya crees que es tuya? ¿Quieres hacerte de todas formas las pruebas de ADN?

—Sí —Pedro se pasó los dedos por el cabello—. Para asegurarnos.

—No tienes mucha fe en el género humano, ¿Verdad?

Antes de que él pudiera responder, volvió a sonar el timbre.

—Disculpa —Paula se asomó a la mirilla y reconoció a la joven—. Tengo que abrir.

Abrió la puerta, y en cuanto Olivia vió quién era sonrió y estiró los brazos.

—Hola, cariño —la joven de diecisiete años pelirroja de ojos verdes sonrió y agarró a la niña—. ¿Cómo está la pequeña?

—Cami, te presento al doctor Pedro Alfonso. Pedro, ella es Camila Gates. Una de mis chicas —dijo Paula. Y a juzgar por la expresión escéptica de Pedro supo que tenía que explicarse más—. Este edificio es una donación. Estoy al frente de un programa de ayuda y apoyo a madres adolescentes que no tienen ningún sitio donde ir. Aquí se ayudan unas a otras a criar a sus hijos mientras estudian. Si las madres no se cuidan a sí mismas, no pueden cuidar a sus hijos.

Pedro se metió una mano en el bolsillo de los vaqueros.

—No pareces tener edad para ser madre.

—Pero lo soy —le espetó Camila  observándolo con seriedad—. Mi hijo se llama Benjamín. Pero ya veo que tú no entiendes nada. Igual que mis viejos.

Aquello no estaba marchando precisamente bien, pensó Paula.

—Cami, él sólo está…

—Juzgando —la interrumpió la joven—. Como todos los demás.

A Paula aquella chica le recordaba a sí misma años atrás, cuando su madre le dió un ultimátum: o entregaba al bebé o se iba. Así que se fue. En un principio. Pero tras pasar unas semanas en la calle, supo que quería demasiado a su hijo como para someterle a aquella clase de vida y volvió a casa, donde fue obligada a tomar aquella terrible decisión. Ahora intentaba ayudar a las jóvenes que se enfrentaban al mismo dilema, y les ofrecía otra opción. Pero había llegado el momento de cambiar el tono del encuentro.

—¿Dónde está Benja? —le preguntó a Camila.

—Con Laura, mi compañera de piso —contestó la joven devolviéndole a Olivia a su madre—. Ví a este tipo llamando a tu puerta y quería asegurarme de que todo iba bien. Ya sabes, estamos para ayudarnos.

Cuando volvieron a quedarse a solas, la expresión de Pedro era todavía más hostil.

—No has sido muy amable con Camila —le reprochó ella.

—Nunca había tenido una hija que me tratara como si tuviera piojos y que prefiera a una extraña.

—Camila no es una extraña para Olivia. Además, ese argumento es muy infantil.

—Pero sincero —aseguró él.

—No como yo.

—Tú lo has dicho.

Una conciencia culpable como la de Emily no necesitaba acusación.

—Mira, Pedro, las cosas son así. Puedes pagarla con todo el mundo o apechugar con la situación y conocer a tu hija. ¿Qué vas a hacer?

—Es mi hija. Y ya va siendo hora de que me conozca —Pedro se puso en jarras—. ¿Vas a ayudarme? ¿Vas a estar por aquí mientras Olivia y yo nos conocemos?

Pedro tenía razón. No podía soltarle a la niña sin más porque eso sería demasiado traumático para ambos. Paula se dió cuenta de que tendría que haber pensado en ello, pero no lo había hecho. Vaya, iba a resultar muy divertido relacionarse con el tipo para quien romper corazones era un deporte olímpico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario