sábado, 1 de octubre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 64

Solo entonces, se dirigió a las escaleras. Por lo menos, ahora ya sabía lo que iba a pasar. Había visto a Esteban en acción y tenía la seguridad de que obtendría una condena. Pero le preocupaba su testimonio en el juicio. También había visto a los periodistas y sabía que no controlaría la situación tan bien como Pedro y Noelia.

De camino a casa, empezó a pensar en las preguntas de los periodistas. Noelia era perfectamente capaz de mentir para salirse con la suya, e intento recordar que Pedro no quería volver con su ex mujer. Pero de todas formas, se preocupo. Por mucho que intentara negar sus sentimientos, se había enamorado de él. No tenía ninguna duda. Y la idea de perderlo le resultaba insoportable. Llego a casa a primera hora de la tarde. Se cambio otra vez y salió a dar un paseo. El tiempo era terrible y en el parte meteorológico habían dicho que iba a nevar por la noche, pero no le importo. Por desagradable que fuera el viento y la temperatura, la perspectiva de quedarse en casa era todavía peor. Ella llevaba su propia tormenta dentro. Camino hasta el agotamiento y dio media vuelta. Entonces, pensó en Molly y se pregunto si querría verla en el futuro, tal vez cuando pasaran diez u once años más.

—¿Donde estaré entonces? —se dijo en voz alta.

Hacer planes y pensar en sitios donde vivir no sirvió para borrar a Pedro de su pensamiento. Solo había querido a dos hombres en toda su vida. Al primero, a Sergio, lo había perdido por culpa de Mariano Winters. Y al segundo podía perderlo por culpa de su prima, Noelia. El destino podía jugar muy malas pasadas.

Cuando por fin volvió al piso, se preparó algo de comer y se sentó delante del televisor. Se sentía sola y echaba de menos al hombre que amaba. Solo entonces, noto que la luz del contestador estaba parpadeando y pulso el botón. Pensó que tal vez fuera algún amigo de Camila, que no sabía que había sufrido un accidente y que se encontraba temporalmente fuera de la ciudad. Pero no había un mensaje, sino dos. Y los dos eran de Pedro. En el primero, le pedía que lo llamara por teléfono. En el segundo, le explicaba lo que había sucedido en la comparecencia matinal en los juzgados. Paula los escuchó y se sentó otra vez. Hasta que el teléfono empezó a sonar y supo quien era.

—¿Dígame?

—He intentado localizarte —dijo Pedro sin preámbulos.

—Acabo de llegar a casa.

—Mariano ha declarado esta mañana.

—Lo sé. He estado allí.

—¿Has estado? No te he visto…

Ella ya lo sabía. No la había visto porque solo tenía ojos para Noelia.

—Estabas con Noelia y luego se han acercado los periodistas, así que he salido de la sala. No imaginaba que la prensa estaría presente. Ni tu ex mujer, por cierto.

—Ha ido para mostrar apoyo a su familia. Su madre y su padre volverán a tiempo de asistir al juicio. Es un asunto desagradable para ellos.

—Discúlpame si no lo lamento —dijo con ironía—. Ahora tengo que colgar.

Paula cortó la comunicación y se dirigió a la pequeña cocina del piso con intención de prepararse algo caliente.

El teléfono empezó a sonar otra vez, pero no contestó.

—Lo siento, Pedro —dijo en voz alta—. No eres mi jefe y no tengo por que hablar contigo.

Pedro llamó tres veces más mientras ella comía. Paula pensó que era un hombre muy tenaz, pero siguió sin contestar. Y cuando terminó de comer, se levantó para servirse un poco de helado. Media hora más tarde, se sentía tan sola que pensó que debería haber llamado a Eva para ver si quería salir a tomar algo. Pero supuso que tendría ganas de divertirse y no de escuchar la triste historia de su vida. Poco a poco, se fue llenando de ira. Odiaba a Mariano, a Adrián, a la familia de Noelia y al propio Pedro. Sabía que una condena serviría para mitigar su resentimiento hacía el mundo y que quizá, algún día, podría superar el pasado y seguir adelante. Pero de momento, se aferro a su enfado. Era menos doloroso que la depresión.


Pedro estaba furioso. Primero Noelia y ahora Paula. Su ex mujer había convertido la vista de la mañana en una especie de circo y la mujer que amaba se negaba a contestar sus llamadas. Por lo visto, todas las mujeres de su vida habían perdido la cabeza. Cada vez que pensaba en Paula se sentía dominado por la desesperación. Era evidente que todavía no confiaba en él. Lo veía como si todavía formara parte del equipo que la había condenado ocho años atrás. No agradecía que hubiera arriesgado su vida y su trabajo por ella, que hubiera quebrantado varias leyes para localizar a su hija y presentarle a sus padres adoptivos. La amaba, pero no sabía lo que podía hacer para demostrárselo. Ni si conseguiría ganarse su amor. Incluso consideró la posibilidad de que siguiera enamorada de Sergio. Pero Paula era una mujer joven, con toda una vida por delante. Una mujer con la que quería compartir sus días. Además, se llevaba muy bien con Franco y podían tener hijos juntos. Hasta estaba dispuesto a casarse con ella.

2 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Ojalá Pedro la ayude a perdonar es muy triste todo lo que tuvo que perder...

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  2. Que se declaren mutuamente su amor!!!

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