Para Manuel, la banda de frecuencia era mágica, una voz en la noche que salía al espacio para siempre. ¿Quién sabía hasta dónde viajaban ya esas señales? ¿Más allá del sistema solar? A través del cielo pudo ver lo alto torre rojiblanca que se elevaba a ciento treinta y cinco metros del suelo. Aunque estaba en silencio en aquellos momentos, la bauza roja centelleaba de noche para alejar a los aviones. Qué pena que no creara un escudo invisible que mantuviese alejados a los indeseables que pilotaban esos aviones. Siempre andaban tramando algo de alto secreto en la base aérea de Red Crater: Manuel tenía varios amigos de fiar que le facilitaban de vez en cuando datos que mantenían a las autoridades en continuo alboroto. Pero ninguno de ellos había averiguado tantas cosas como Paula, una de sus fuentes infalibles para acceder a información militar secreta. Había dejado su trabajo hacía tres meses y se había ido de Nevada. Todavía seguía sin saber dónde estaba. Sus intervenciones nocturnas en el programa habían demostrado su brillantez. A la audiencia le encantaba Casiopea y seguían preguntando por ella.
En cuanto a Manuel, la echaba demasiado de menos. Por desgracia, la súbita muerte de su padre la había hundido hasta el punto de hacer que se fuera. Manuel confiaba en que cuando hubiera superado la mayor parte de su dolor, regresaría a la radio. Para pesar suyo, se había ido de la base sin dejar un teléfono o dirección de contacto. Como le gustaba el programa nocturno tanto como a él, Manuel suponía que un día lo echaría de menos lo suficiente como para telefonarle a la estación. Entonces le haría una tentadora. Si tuviera treinta años, Manuel le pediría que se casara con él. Paula no tenía ni idea de cuáles eran sus sentimientos, pensaba que la quería como a una hermana, una amiga y colega, pero su amor por ella era mucho más profundo. Ni siquiera él se había dado cuenta hasta que no ella no le presentó su dimisión hacía doce semanas. Parecían doce meses. Tal vez se estaba engañando. Tal vez se hubiese delatado y por eso se había ido sin dejar un número de teléfono con el que ponerse en contacto con ella. Se levantó de la consola con el corazón abatido. Debía ir a casa a dormir. Luego intentaría encontrar la manera de ponerse en contacto con Federico.. y pensaría en qué le diría cuando lo hiciera.
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