viernes, 7 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 6

Atrás  estaban  los  días  de  su  adolescencia  en  los  que  captaba  las  ondas  de  la  radio  de  Chicago  y  se  imaginaba  haciendo  un  programa  nocturno.

Para  Manuel,  la  banda  de  frecuencia  era  mágica,  una  voz  en  la  noche  que  salía  al  espacio para  siempre.  ¿Quién  sabía hasta dónde viajaban ya esas señales? ¿Más allá del sistema solar? A través  del  cielo  pudo  ver  lo  alto  torre  rojiblanca  que  se  elevaba  a  ciento  treinta  y  cinco metros del suelo. Aunque estaba en silencio en aquellos momentos, la bauza roja centelleaba  de noche  para  alejar  a  los  aviones.  Qué  pena  que  no  creara  un  escudo  invisible que mantuviese alejados a los indeseables que pilotaban esos aviones. Siempre andaban tramando algo de alto secreto en la base aérea de Red Crater: Manuel  tenía  varios  amigos  de  fiar  que  le  facilitaban  de  vez  en cuando  datos  que  mantenían  a  las  autoridades  en  continuo  alboroto.  Pero  ninguno  de  ellos había  averiguado  tantas  cosas  como  Paula,  una  de  sus  fuentes  infalibles  para  acceder  a información militar secreta.  Había dejado su trabajo hacía tres meses y se había ido de Nevada. Todavía seguía sin saber  dónde  estaba.  Sus  intervenciones  nocturnas  en  el  programa  habían demostrado  su brillantez. A la audiencia le encantaba Casiopea y seguían preguntando por ella.


En cuanto a Manuel, la echaba demasiado de menos. Por  desgracia,  la  súbita  muerte  de  su  padre la  había  hundido  hasta  el  punto  de  hacer  que  se  fuera.  Manuel  confiaba  en  que  cuando hubiera  superado  la  mayor  parte  de  su  dolor, regresaría a la radio.  Para  pesar  suyo,  se  había ido  de  la  base  sin  dejar  un  teléfono  o  dirección  de  contacto.  Como le gustaba el programa nocturno tanto como a él, Manuel suponía que un día lo echaría  de  menos  lo  suficiente  como  para telefonarle  a  la  estación.  Entonces le  haría  una tentadora. Si tuviera treinta años, Manuel le pediría que se casara con él. Paula no tenía ni idea de cuáles eran sus sentimientos, pensaba que la quería como a una hermana, una amiga y colega,  pero  su  amor  por  ella  era  mucho  más  profundo.  Ni  siquiera  él  se  había  dado  cuenta hasta que no ella no le presentó su dimisión hacía doce semanas. Parecían doce meses. Tal  vez  se  estaba  engañando.  Tal  vez  se  hubiese  delatado  y por  eso  se  había  ido  sin  dejar un número de teléfono con el que ponerse en contacto con ella.  Se levantó  de  la  consola  con  el  corazón  abatido.  Debía  ir  a  casa  a  dormir.  Luego  intentaría encontrar la manera de ponerse en contacto con Federico.. y pensaría en qué le diría cuando lo hiciera.

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