lunes, 17 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 36

Pedro esperó a que Ariel se pusiera el pijama  y  subiera  a  la  cama  grande  bajo  la  colcha  blanca mullida. En cuanto su sobrino se quedara dormido, se reuniría con Erica, que estaba en el salón contando los minutos para poder estar a solas con él. Antes, había esperado con ilusión las veladas íntimas con ella. Pero se había producido un cambio en su relación desde el momento en que le había hablado del hijo de Caro. La visita turística de aquel día parecía haber aumentado la tensión entre ellos. Había  confiado  en  que  Erica  disfrutara  del  recorrido  a  pie  por  la  Plaka  y  rompiera  el hielo con Ariel lo suficiente como para comportarse con más naturalidad con él. Pero se había mantenido  distante  y  extrañamente  callada.  Ariel, a cambio, se había  mostrado  más inhibido de lo normal.

— ¿Pepe?  ¿Qué  vamos  a  hacer  mañana?

La  pregunta  era  transparente.  Lo  que  Ariel  quería saber en realidad era si Erica iba a pasar otra vez el día con ellos. Pedro no tenía la respuesta, todo dependería de su inminente conversación con su prometida. Inspiró profundamente.

—Vamos a ir en helicóptero a mi casa de Andros. Allí te estará esperando una persona a la que llevas mucho tiendo esperando conocer. Aquella  revelación  tomó a Ariel  por  sorpresa.  De  repente,  se  incorporó  en  la  cama  y  se  comportó como el niño que Pedro conocía tan bien. Sus ojos oscuros brillaron con una luz nueva.

— ¿A mi mamá?

—Sí, a tu mamá.

Cuando  asimiló  la  noticia,  Ariel  apartó  a  un  lado  las  sábanas  y  se  puso  en  pie.  Un  momento después, estaba abrazando a Pedro.

— ¿Sabe que voy a ir?

Pedro le dió otro apretón.

—Sí,  y  está  tan  emocionada  que  apuesto  a  que  no  va  a  pegar  ojo  en  toda  la  noche  esperando tu llegada.

— ¿Pero y si no le gusto? —le preguntó en un tono tan ansioso que Pedro sintió que se le cerraba la garganta.

— ¿Sabes qué?

— ¿Qué?

—Tu madre tiene miedo de no gustarte.

— ¡Pero si la quiero!

—Y  ella  a  tí  también.  Mañana  verás  cuánto.  Por  eso  tienes  que  quedarte  dormido  lo  antes posible para que podamos salir mañana temprano.

—Puedo  quedarme  dormido  en  un  minuto  —prometió  Ariel,  y  enseguida  volvió  a  meterse bajo las sábanas y cerró los ojos—. Ya casi estoy dormido. ¿Pepe?

— ¿Sí?

—Te quiero.

— Yo  a  tí  también.  Imagínatelo.  Mañana  no  tendrás  que  mirar  las  fotos  porque  tu  madre estará justo delante de tí — se  inclinó  para  besar  al  niño en la frente—. Buenas noches, Ari.

Apagó  la  lámpara  pero  dejó  la  puerta  abierta  para  que  pudiera  ver  luz  en  el  pasillo.  Una casa extraña podía resultar incómoda para un niño tan impresionable como Ariel. Cuando bajó las escaleras y entró en el salón, encontró a Erica recostada en el sofá con una copa de vino en la mano.

—Por  fin  —murmuró,  levantando  las  cejas.  Pedro se  dirigió  al  bar  y  se  sirvió  algo  un  poco más fuerte.

—Habría  sido  agradable  que  nos  acompañaras.  A  Ariel  le  gusta  escuchar  cuentos  antes de dormir.

—Tal vez no sea de las que saben contar cuentos.

 Pedro la miró por encima del borde de su copa. No era propio de Erica mostrarse tan difícil.

—Te he visto con tus sobrinos muchas veces y sé que eso no es cierto — se acercó a una silla próxima  al  sofá  donde  ella  estaba  sentada—.  Cuando  subiste  al  barco,  supuse  que  era  porque  querías  conocer  a  Ariel.  Es  evidente  que  no  era  así.  ¿Por  qué  estás  molesta, Erica?

—Me  has  mentido  desde  el  comienzo  de  nuestra  relación.

-Querías  que  te  hablara  de  Ariel  en  nuestra  primera  cita?  No  sabía  hasta  dónde  llegaría nuestra  relación  ni  lo  profundos  que  serían  los  sentimientos  que  nos  profesamos.  ¿Querías que divulgara  información  personal  nada  más  conocerte  cuando  se  la  estaba  ocultando  a  mi propia familia?

—Tal vez no de inmediato, pero llevamos juntos dos años y sólo lo he sabido hace una semana.

—Hace  muy  poco  tiempo  que  la  depresión  de  Caro se  agudizó  tanto  que  comprendí  que seguía llorando por su hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario