lunes, 17 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 37

—Has estado jugando a ser Dios con nuestras vidas, Pepe.

Frunció el ceño.

—Esa es una de las frases favoritas de Federico.

—Lo es. ¡Pero tiene razón!

— ¿Cuándo han hablado de este tema?

—Hace unos días. Y hemos mantenido varias conversaciones por teléfono. Finalmente le  pedí  que  se  reuniera  conmigo  en  la  villa  para  que  me  ayudara  a  hacer  entrar  en  razón a Caro.

Lívido de furia, Pedro inquirió:  

-¿Con qué fin?

—Para que deje las cosas como están y permita que Ariel crezca en Nueva York con sus padres de acogida, que lo quieren y lo han estado criando.

— ¡No tenías derecho a hacer eso!

—Pensaba que me lo habías dado al pedirme que me casara contigo. Esto es un asunto de familia que podría desgarrarnos a todos si no se resuelve. Tu presencia constante en la vida de Ariel ha dejado huella en el chico, y siempre pedirá tu atención, aunque Caro se  case.  ¿No  te  molesta  que  el  hombre  que  ame  a  tu  hermana  tenga  que  competir  contigo?

-¿Competir? ¿Qué demonios significa eso?

—Significa que podrías ganar el premio del padre del año.

—Lo dices como si fuera una condena.

—En absoluto. ¿No sabes que no hay hombre que pueda compararse a tí como padre, y mucho menos como prometido y amante? —su voz tembló—. Pero tu relación con Ariel podría causar problemas en el matrimonio de Caro. Y en el nuestro... —se levantó del sofá y le rodeó el cuello con los brazos—. Si vieras la situación desde mi punto de vista, tal   vez   decidirías   posponer   la   visita   a   Andros   mañana   mientras   analizas   las   consecuencias.

Pedro tomó sus brazos y suavemente la apartó de él.

—No  puedo  hacer  eso,  Erica.  Después  del  primero  de  enero,  será  entregado  en  adopción,  así que no nos queda mucho tiempo. Caro dió a luz a Ariel y tiene el derecho que Dios le ha dado para criar a su hijo. Intenta ponerte en su lugar.

Erica se quedó inmóvil.

— ¿Entonces  insistes  en  seguir  adelante  con  este  asunto  a  pesar  de  lo  mucho  que  te  estoy suplicando que no lo hagas?  Escrutó su mirada buscando un ápice de comprensión.

— ¿Hemos llegado a un punto muerto, Eri? ¿Eso es lo que pasa?

—No  lo  sé  —contestó  en  un  susurro  atormentado—.  Pareces  cambiado.  Desde  que  hiciste el viaje con Ariel.

Cielos. Pedro sabía qué vendría después.

—Es  lógico  que  esté  preocupado  por  el  día  de  mañana.  Será  el  primer  encuentro  de  Caro con Ariel. Los dos están asustados.

—Yo también. Estoy asustada, pero por una razón muy distinta.

— ¿Cuál?

—Me  dí  cuenta  de  la  naturalidad  con  la  que  Paula Chaves se  comportaba  con  Ariel.  Es  obvio  que  se  han  hecho  amigos  durante  el  crucero.  ¿Acaso  su  habilidad  para  conectar con tu sobrino te ha hecho cuestionar mi potencial como madre?

—No —respondió  con  sinceridad—.  Reconozco  que  tiene  don  con  los  niños,  pero  ha  sido su relación con Caro la que ha provocado su amistad con Ari.

— ¿Caro? —Erica apartó  su  pelo  negro  del  rostro—.  Ahora  sí  que  estoy  confusa. Pensaba que conocía a Federico.

—También. Pero lo conoció a través de Caro cuando estudiaban juntas en el internado de  Suiza.  Antes  de  que  Fede ganara  la  medalla  de  plata,  estaba  entrenándose  en  Chamonix. Caro pasó unos días con él en el chalé durante las vacaciones de Navidad e invitó a Paula.

Erica le lanzó una mirada penetrante.

— ¿Conocías a Paula por aquel entonces?

Pedro  inspiró profundamente.

—De oídas.

—Así que ¿Es a Caro y no a Fede a quien quiere ver en realidad?

—Sí. De hecho, ahora mismo está en Andros con ella.

Hubo una breve pausa antes de que Erica dijera:

—Nunca he oído mencionar su nombre.

—Han pasado muchas cosas en los últimos seis años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario