domingo, 23 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 55

Caro  huyó  de  la  habitación  para  no  entrar  en  una  conversación  que  echaría  a  perder  aquel momento tan importante entre Fede y su hijo. Por  el  bien  de  todos,  quería,  necesitaba desesperadamente,  que  su hermano   estableciera  un  vínculo con Ariel. Bajó  las  escaleras  y atravesó  la  casa  hasta  la  cocina.  Después  de  revolver  en  el  frigorífico  para  sacar  dos refrescos  de  naranja  y  una  cerveza,  tomó  un  paquete  de  galletas saladas de la alacena e inició el regreso a las escaleras.  Pero se paró de golpe al ver a Paula y a Pedro en el vestíbulo, con los brazos cargados con bolsas de la compra y equipaje.

—Creo que estoy alucinando —murmuró para sí.

La risa profunda de Pedro le hizo ver que los dos eran reales. Sus ojos oscuros brillaban como los de Ariel cuando estaba entusiasmado por algo. Sintió escalofríos por la espalda.

— ¿Qué ha pasado? —los miró a los dos alternativamente—. ¡Deberías estar camino de California!

—Ha habido un cambio de planes —la informó Pedro.

— ¿Pero  qué  pasa  con  Draco?  —Todavía  se  dirigía  a  Paula—.  Pensaba  que  te  necesitaba.

—Yo la necesitaba aún más —intervino Pedro—. Irá más tarde a visitarlo. Su  declaración  le  transmitió  un  sentimiento  de  incredulidad.  El  tono  de  su  voz  le  indicaba que su hermano estaba conteniendo una emoción profunda.

— ¿Dónde está Erica? —barbotó sin pensar.

—En Atenas. Anoche rompimos nuestro compromiso. No te preocupes por la adopción. Sigue adelante como habíamos planeado.

Cuando Caro recuperó la voz, susurró:

— ¿Cómo?

—Hoy  le  he  pedido  a  Paula que  se  casara  conmigo,  y  ella  me  hizo  el  gran  honor  de  aceptar. Por temor a creer algo tan fantástico, fijó su atención en Paula.

—Por favor, dime que no es una broma.

—Es cierto —la tranquilizó Paula.  Dejó uno de los paquetes en el suelo y extendió su mano izquierda para que Caro lo viera. Un diamante brillaba en su dedo anular.

— ¿De verdad vas a casarte con Pepe?

— Sí — aquellos  ojos  azules  insondables  nunca  mentían.  No  estaban  mintiendo  en  aquellos momentos.

—Nos enamoramos en el barco y decidimos que teníamos que hacer algo al respecto.

La  declaración  simple  de  Pedro  sonaba  genuina.  Desde  el  principio,  Caro había  cuestionado sus motivos para invitar a Paula a viajar en el Neptuno con Erica y con él. Al pensarlo, comprendió que no era propio de Paula aceptar su invitación ni de Pedro extenderla.  Su  amiga  siempre  había  sido  muy  independiente.  La  visita  a  Chamonix  había sido consecuencia de la insistencia de Caro... y así había terminado. Cuando Paula y Pedro se conocieron en la oficina de su hermano, debió de ser amor a primera vista para los dos.

—Ya  hemos  firmado  los  papeles  con  Costas  —explicó  Pedro—.  Todo  es  oficial.  Nos  casaremos dentro de tres días. Cuando pronunciemos nuestros votos, Ariel será tuyo.

—Le hemos comprado un traje para la ceremonia, ¡Mira!

La excitación de Paula era contagiosa. Caro observó casi con anticipación febril cómo su  amiga dejaba  los  paquetes  en  el  suelo  y  abría  una  de  las  cajas.  De  ella  sacó  un  pequeño esmoquin.

—Oh, Pau. Caro dejó  la  bandeja  con  las  bebidas  y  medio  riendo,  medio  llorando,  abrazó  a  su  futura cuñada. — Soy tan felíz que voy a explotar.

—Yo me siento igual.

Caro   la  escuchó  con  su  corazón  lo  mismo  que  con  sus  oídos.  La  respuesta sentida  de  Paula  no podía ser fingida. Realmente estaban enamorados. Lo percibía. Iban a casarse. Paula sería la esposa de Pedro.

—Esperen aquí. Tengo que decirle a Ariel que vas a ser su tía, ¡Se volverá loco de alegría! Y Fede se quedará mudo por una vez en su vida.

— ¿Fede? —la  mención  de  su  hermano  provocó  una  mirada  extraña  en  el  rostro  de  Pedro. Como Caro, tenía sus razones para estar molesto con él, ya que se había aliado con Erica en el asunto de la adopción de Ariel.

—Sí —Caro volvió a tomar la bandeja—. Con la emoción olvidé decirles que llegó hace un rato. Está arriba jugando a las damas con Ariel. Iré a buscarlos y les diré que bajen.

—No te molestes, vamos a subir. Paula tiene que instalarse en su habitación.

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