miércoles, 12 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 26

—Así es.

Ariel  volvió  la  cabeza  y  miró  a  Pedro.  El  viento  balanceaba  sus  mechones  negros  sobre  su frente.

— ¿Es Erica tan buena como Paula?

Cielos, ¿A qué venía esa pregunta?

— Sí, es muy buena.

— ¿Le gusta contar historias? «¿ Historias?».

—No lo sé.

—Paula cuenta mejores historias que Germán.

— ¿Es eso cierto?

—Sí. Anoche tuve una pesadilla y llamé a tu puerta, pero estabas dormido, así que fui a su habitación. Me dejó entrar.

—Debiste haberme despertado, en lugar de molestar a Paula.

—Dijo que podía ir cuando quisiera si no podía dormir. ¿Estás enfadado?

—No, claro que no. Me alegro de que te hiciera sentir mejor.

— ¡Fue divertido! Comimos chocolate y me contó cosas sobre los ovnis. Pedro  se  echó  a  reír.  Chocolate  y  pequeños  hombres  verdes.  No  muy  apropiado  para  un niño asustado de cinco años.

— ¿Te dijo lo que es un ovni?

—Sí. Hasta me enseñó la foto de uno.

Pedro parpadeó.

— ¿Te enseñó una foto?

— Sí.  Tiene  una  colección.  Cuando  solía  hacer  su  programa  de  radio,  las  puso  en  Internet —dijo con importancia—. ¿Pepe? ¿Crees que hay gente viviendo en Marte?  Debía de haber sido toda una conversación la de la noche anterior.

—Creo que cualquier cosa es posible.

— Yo también. Paula dice que Draco y yo nos llevaríamos bien.

«¿Draco?».

—Creo que no había ido hablar de él.

—Paula lo quiere.

 Pedro contuvo el aliento.

— ¿Es eso cierto?

—Sí. Pasan las noches despiertos buscando ovnis en el cielo. «Apuesto a que sí».

— ¿Te gusta Paula?

— ¿Por qué me lo preguntas?

El niño exhaló un pequeño suspiro.

—No lo sé.

«Claro  que  lo  sabes,  Ari.  Porque  no  conoces  a  Erica  y  ahora  te  has  encariñado  de  Paula. Y yo también. Deberías haber hecho este viaje, Erica. Deberías estar ocupando mis pensamientos. Deberíamos estar planeando nuestra boda». Bajó la vista a Ariel y le apretó la mano. «Si  no  va  a haber  boda,  necesito  hablar  con  Costas  y  discutir  sobre  los  problemas  que  podrá  plantear  el juez  si  pedimos  que  Ari  pase al cuidado de Caro directamente.  De  alguna forma...»


—Vamos, Paula, hagamos  un poco de ejercicio en el gimnasio.

—Creo  que  es  hora  de  apagar  la  luz,  señora  DeMaio.  El  analgésico  empieza  a  hacerle  efecto. Piénselo, mañana por la mañana su familia la estará esperando en el muelle en Pireo.

—Nunca habría llegado tan lejos sin tu ayuda. Eres un ángel, Paula.

—Tonterías. No tenía otra cosa que hacer.

«Menos  mal  que  me  necesitaba».  Había  sido  un  gran  error  hacer  aquel  viaje.  Había  pocos  lugares  en  los  que  una  persona  podía  esconderse,  incluso  en  el  Neptuno.  Ariel  siempre la encontraba, y Pedro nunca estaba muy lejos.

 -¿Quiere alguna otra cosa antes de que me vaya?

—Nada. Gracias, querida. Ya es muy tarde, y tú también necesitas dormir.

Paula no podría dormir. Al día siguiente, no sólo estaría en tierra firme, donde los que la perseguían podrían encontrarla más fácilmente, sino que se separaría de Pedro. Miró  el  reloj  de  la  mesilla. Las doce  y  media.  Su  última  noche  a  bordo. Había  cenado a propósito con la señora DeMaio y luego le había estado leyendo para evitar la compañía  de  Pedro.  La  tentación  de  quedarse  más tiempo con  él  sería  demasiado  grande.

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