miércoles, 19 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 41

Paula podía darle las gracias a Carlos por haber insistido en que diera clases de baile en el  instituto.  Federico Alfonso,  había  dicho,  esperaría  que  su  esposa  diera  buena  imagen  en  la pista de bailé. Federico. Su nombre desató otro ataque de culpabilidad.  «Soy un fraude, Pedro», gritó su corazón. «Si me hubieras conocido antes de entrar en el Miguel Ángel, habrías pasado a mi lado sin  fijarte  en  mí,  o  tal  vez  hubieras  sentido  pena.  No  soy  quien  crees  que  soy  y  no  he  venido por las razones que te dije».

Aunque  ya  había  abandonado  su  deseo  de  venganza,  la  vergüenza  que  Paula sentía  por su innoble plan parecía intensificarse cada vez más. Necesitaba a alguien con quien hablar, y esa persona sólo podía ser Carlos Gordon.  En  cuanto  terminó  la  canción,  se  apartó  de  él.  Para  alivio  suyo, Pedro la  dejó  marchar con una sonrisa. Antes de que llegara a la puerta, le tendió el CD.

—No olvides esto —sin levantar la vista, Paula tomó el regalo, le dió las gracias en un murmullo y corrió a refugiarse en su habitación.


- ¿Erica? Soy Federico. Acabo de regresar de unas pruebas y he visto que habías llamado. ¿Conseguiste cautivar a mi hermano con tus encantos para que cambiara de idea?

—No.  Me  temo  que  mis  encantos  nunca  han  surtido  efecto  en  Pedro en  las  cosas  que  realmente me importan. Ariel es un tema cerrado.

—Me lo temía -murmuró. ¿Dónde está Pedro ahora mismo?

—Ariel y él fueron en helicóptero a Andros hace un par de horas.

— ¿Por qué diablos no fuiste con ellos?

—Porque no serviría de nada. Cuando Ariel está presente, Pedro apenas se da cuenta de que existo. Iré esta noche, cuando no tenga que luchar para captar su atención.

—Tienes que aguantar, Erica.

— ¿Qué crees que llevo haciendo durante más de dos años? —gritó con exasperación. Sabes  perfectamente  que  todo  este  asunto  estaba  decidido  desde  el  principio.  Y  creo  que también sabes otra cosa —añadió tras un momento de vacilación.

— ¿A qué te refieres?

Erica contuvo el aliento.

— ¿Cuánto tiempo lleva Pedro viéndose con Paula Chaves a mis espaldas?

— ¿Con quién?

—Con Paula Chaves, la americana pelirroja que fue al internado con Caro.

Después de un largo silencio, Fede soltó una carcajada desinhibida.

—Cielos,  Erica.  No  sé  cómo  has  oído  hablar  de  ella,  pero  créeme,  ningún  hombre  estaría  interesado  en  esa  mujer,  y  menos  mi  hermano.  Además,  Pedro ni  siquiera  la  conoce.

—No  cubras  a  Pedro,  Fede.  Después  del infierno que me ha hecho pasar con Ariel, no podría  soportarlo.  ¿Vas  a  fingir  que  no  sabes  que  ahora  mismo  es  su  invitada  en  Andros?

— ¿Ahora?

—No sólo ha viajado a Grecia con ella y Ariel en el barco, sino que lo dispuso todo para que un helicóptero la llevara a la villa y pudiera reunirse con Caro.

— ¡Te juro sobre la tumba de mi madre que no sé de qué me hablas! —la voz de Fede resonó con convicción.

Pero Erica sabía que los lazos de sangre eran más fuertes que los de amistad, y que era posible que Fede estuviera defendiendo a su hermano en lugar de decirle la verdad. Si  Pedro  llevaba  cinco  años viéndose  con  la  joven  Chaves,  era  comprensible  que  tardara  tanto  tiempo  en  pedirle   que  se casara  con  él.  Tal  vez  se  había  equivocado obsesionándose con su apego hacia Ariel. ¿No sería que durante todo aquel tiempo  había  estado  utilizando  a  su  sobrino  como  una  pantalla  para encubrir  su  relación con la americana? ¡Dos semanas todos los meses!

— ¿Fede? Tengo que colgar. Debo hacer las maletas antes de salir hacia la isla.

—No eres la única.

— ¿Qué quieres decir?

—Después  de  la  carrera  de  mañana,  iré  a  Andros  y  me  reuniré  allí  contigo.  La  Paula Chaves que  yo  conocí  parecía  una  huerfanita  bajita  y  regordeta.  No  podemos  estar  hablando de la misma persona. Hasta pronto.




— ¿Carlos? Frunció  el  ceño.  Parecía  la  voz  de  Elena,  pero  estaba  tosiendo  con  tanta  fuerza  que  no  podía estar seguro.

— ¿Sí?

—Tenemos  una  emergencia.  Un  escape  químico  en  la  zona.  Están  evacuando  toda  la  manzana. Déjalo todo como está y sal del edificio.

— ¿Y los demás?

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