Carlos se recostó en su asiento con aspecto extremadamente satisfecho, con las manos entrelazadas bajo la barbilla.
—Con la ayuda del instituto, no sólo volverás a verlo, sino que harás que se trague sus palabras. Los ojos de su consejero brillaban con picardía.
Paula casi podía creerlo. Una sonrisa asomó alas comisuras de sus labios.
—Eso espero.
Paula creía que debía mantener el tono desenfadado. Carlos no podía saber lo vital que era para ella enamorar a Federico.
—A algunos hombres no les importan los kilos de más y muchos de ellos te encontrarían atractiva tal y como estás ahora —Paula lo sabía. A su antiguo jefe, Manuel, le encantaba cómo era—. Pero dado que Federico Alfonso es tu presa, he hecho un estudio de los tipos de mujeres con los que le gusta ser visto en público. Todas son rubias de Hollywood de aspecto anoréxico.
—Lo sé. Por eso debo perder veinte kilos y teñirme el pelo de rubio.
—Te equivocas. Sigue siendo un play boy porque ninguna de esas mujeres ha conseguido capturar su corazón. Va a hacer falta una mujer de verdad, con belleza natural y sin artificios, alguien como su madre o su hermana, para que deje atrás su soltería.
— ¿Has visto fotografías de Carolina y de su madre?
—En cuanto me asignaron tu caso, me encargué de averiguar todo lo posible sobre Federico. Creo que un hombre griego puede sentirse atraído por el oropel, pero que en definitiva, adora a las mujeres de su familia e instintivamente elegirá una esposa que encarne algunas de sus cualidades. Mis observaciones me indican que es esa clase de hombre.
Carlos se sentó más cómodamente en su silla.
— Su madre tenía una figura voluptuosa heredada por Carolina. Las dos mujeres han lucido siempre el pelo oscuro que Dios les ha dado. Su fuerte estructura ósea confiere carácter a sus rostros. Tú tienes una estructura ósea preciosa. Perdiendo diez, doce kilo como máximo, tus rasgos faciales y tu figura mejorarán. No alteraremos el color de tu pelo. Ten presente que no quieres parecerte a las criaturas famélicas y superficiales que pasea del brazo. Al parecer, su madre era una mujer afectuosa y sin pretensiones, y sin duda, Carolina ha salido a ella. Sospecho que tú también tienes esas cualidades.., al contrario que las distintas rubias con las que ha estado. Cuando acabe contigo y hayamos planeado tu nueva irrupción en su vida, te garantizo que se enamorará locamente de tí.
«Cielo Santo...». Aquello tenía que funcionar. Tenía que cautivar tanto a Federico que nunca habría ninguna otra mujer para él.
—Eres muy convincente, Carlos —después de una pequeña pausa, Paula continuó—. Cuando tenga su corazón a mis pies, reconozco que disfrutaré viendo qué cara pone cuando le diga que soy la norteamericana mimada, gorda, bajita y rara que quiso que Carolina eludiera a toda costa.
—Que Dios nos proteja de una mujer burlada —dijo Carlos, pero frunció el ceño—. El único problema que preveo es que no estás enamorada de él. Un matrimonio sin amor por las dos partes no es una unión.
—Yo no he dicho que no amara a Fede. Siento haberte dado esa impresión. Siempre he estado enamorada de él —replicó con sinceridad—. Además, lo he perdonado.
Paula lo miró a los ojos.
—No niego que no planeé intensamente mi venganza por aquel entonces. Los chicos suelen ser muy crueles antes de madurar y la verdad es que era una adolescente muy poco atractiva. Sin embargo, el tiempo me ha cambiado mucho y estoy segura de que a él también. Si el instituto puede conseguir lo que expone en su resolución, en menos de seis meses seré la mujer con la que Fede quiera pasar el resto de su vida. Espero con ilusión el momento.
Si aquel momento no llegaba, Paula no sabía lo que haría. Federico se había convertido en el centro de su universo.
—Con una determinación como la tuya, estoy convencido de que harás realidad tu sueño. Sólo espero...
—Tengo que hacerlo realidad, Carlos.
Carlos la observó durante un largo momento antes de decir:
—Sé que eres licenciada en comunicación. Hablemos de lo que has hecho desde que dejaste la universidad.
—Finalmente sacaron a mi padre del programa espacial y lo pusieron al mando de la base aérea de Red Crater, cerca de Las Vegas, en Nevada. Murió hace tres meses. El catorce de marzo —tragó saliva—. Hasta su muerte, vivía con él en la base y trabajaba para una emisora de radio en Las Vegas.
—Has sufrido una depresión desde su muerte, ¿Cierto?
—Sí —susurró—. Empecé a perder el sueño y comprendí que debía yerme un médico. Pero no conocía a ninguno de los de la base como conocía al doctor Rich, así que lo llamé. Hablamos y me recetó unos medicamentos para conciliar el sueño.
— ¿Sigues tomando esas pastillas?
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