— ¡No! "Estoy enamorada de tí, ¿No te das cuenta?"
—Mírame y dilo.
Paula no podía comprender por qué estaba tan interesado en Manuel. Lentamente levantó la cabeza.
—Lo quiero a mi manera, pero no estoy enamorada. Hay una gran diferencia.
—Sea cual sea, le dijiste a Caro que te necesitaba. Pensaba que había tenido un infarto y que su familia estaba cuidando de él. ¿Por qué vuelves a él de repente cuando viniste aquí expresamente a ver a Caro? ¿Qué diablos ha cambiado desde ayer?
«Pedro... Si pudiera decírtelo».
—Sentía que estaba estorbando. Era la verdad. No había casa lo bastante grande para alojarse en ella con Erica cuando las dos estaban enamoradas del mismo hombre. Pero ésa no era la razón por la que se iba de Grecia aquel mismo día.
—Me estás mintiendo, lo sé.
—No es el momento adecuado para una visita, Pedro. No cuando Ariel acaba de conocer a Caro y tú estás haciendo los preparativos para tu boda. Oyó cómo contenía el aliento.
—No va a haber boda. Anoche cancelé nuestro compromiso.
Paula casi se desmayó al oír la noticia. Se alegraba de que todavía no la hubiese soltado.
—No lo entiendo.
—Se ha terminado. Yo también distingo entre querer a alguien y estar enamorado. Mi matrimonio con Erica no habría funcionado. Siento haberle causado dolor, pero no puede ser de otra manera.
Al saber que estaba libre, Paula no podía soportar estar tan cerca de él y no tocarlo, besarlo. Se apartó de sus brazos y retrocedió.
—Pedro, si no te casas con Erica, ¿Qué le pasará a Ariel?
—Sus padres de acogida lo adoptarán a no ser... — ¡No! Caro nunca podría superarlo.
—Estoy de acuerdo, y tengo una solución. Me dirigía a Andros para hacerte una propuesta. Es irónico, ¿No crees?, que Ariel me llamara para decirme que te habías ido a los Estados Unidos sin ni siquiera decirme adiós —Paula se llevó la mano a la garganta—. Caro me dijo que tomaste el ferry porque te mareaste en el helicóptero. Es mentira, Paula. Mi piloto me dijo que el vuelo te encantó.
A pesar del temor por la seguridad de su familia, Paula se sonrojó.
—Lo siento. Pero tienes que creerme si te digo que le pedí a Caro que me despidiera de tí. Te lo habría dicho. Sin duda sabrás que después de haber hecho posible mi reencuentro con ella, siempre estaré en deuda contigo.
Una extraña tensión emanó de Pedro.
—Me pregunto silo dices de verdad.
— ¿Lo de estar en deuda? ¿Crees que te estoy mintiendo? —su voz se elevó en la última palabra. ¿Cómo podía defenderse... y persuadirlo para que la dejara marchar?
—Si no mientes, demuéstralo.
— ¿Cómo? —Paula tragó saliva.
— Casándote conmigo.
El mundo le dió vueltas por un momento.
— ¿Qué has dicho?
—Cuando viniste pidiendo ayuda a mi oficina, no podías saber cuál podría ser el precio que tendrías que pagar. Te estoy pidiendo que te cases conmigo para poder adoptar a Ariel para Caro. Después de unos meses, podríamos divorciarnos. Te compensaré —hubo una leve pausa—. Sé que los quieres.
Paula contuvo el aliento. «Me casaría contigo por cualquier razón».
—Los quiero lo suficiente como para casarme contigo. Por el bien de todos, me convertiría en tu esposa en un abrir y cerrar de ojos. Pero cuando fui a verte, Pedro, no podías saber el precio que tú tendrías que pagar... el precio de conocerme, simplemente. Me temo que es muy alto. Por eso me voy.
Una sombra cruzó su rostro.
—Después de reconocer eso, ¿Crees que te dejaría ir a alguna parte sin saber toda la verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario