lunes, 17 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 35

«Oh,  Fede.  Ya  fue  bastante  cruel  lo  que  me  dijiste  el  otro  día  en  presencia  de  Erica.  Pero nunca podré perdonarte lo que le hiciste a mi mejor amiga». Su dolor y su furia eran demasiado profundos para ser expresados. Lo único que pudo hacer fue estrechar con fuerza a su amiga. Durante mucho  tiempo  permanecieron  abrazadas.  Paula,  con  el  rostro  brillante  de  lágrimas, fue la primera en separarse. Tomó las manos de Caro.

—Pedro me  dijo  que  si  te  contaba  exactamente  lo  que  le  había  contado  a  él,  me  perdonarías.

— ¿Conoces a Pedro? —preguntó Caro, que apenas podía ver a través de las lágrimas.

A  continuación,  Paula le  relató  su  visita  a  Pedro y  cómo  había  acabado  haciendo  el  crucero hasta Grecia con él. La mente de Caro daba vueltas con tanta información.

—Entonces, si estabas en el barco, has conocido a...

— ¿Ariel? —Se  adelantó  Paula,  y  una  sonrisa  surcó  su  rostro—.  Pasé  siete  días  fantásticos con él. Se parece tanto a tí, es increíble. En cuanto supo que habíamos sido amigas en Suiza, no paró de hacerme preguntas sobre tí. Le dí unas fotografías tuyas y las estuvo mirando durante horas. Siempre las lleva en el bolsillo.

Para entonces, Caro estaba sollozando de forma entrecortada. Más lágrimas afloraron a los ojos de Paula.

—Caro,  eres  una  mujer  tan  afortunada.  Es  adorable,  te  va  a  encantar  cuando  lo  veas  mañana. Si alguna vez tengo un hijo, quiero que sea como él. Y sé que Pedro piensa lo mismo.

En  cuestión  de  segundos,  el  dolor  de  Caro se  había  transformado  en  alegría,  y  todo  porque Paula había aparecido en  la  villa  como  una  respuesta  a  sus  oraciones.  Miró  a  su amiga con nuevos ojos. Su rostro se había puesto radiante al mencionar a Pedro, casi como si... No. No era posible. Pedro y Erica iban a  casarse. Y  sin  embargo,  su  hermano  había  hecho  algo  inusitado  al invitar  a  Paula al  crucero  cuando iba a casarse con otra mujer en menos de cuatro semanas...

—Quiero  que  mañana  estés  presente  cuando  llegue  Ariel,  Pau.  Ya  te  conoce,  y  se  encuentra  a  gusto  contigo  y  con  Pedro.  Creo  que  será  más  fácil  para  él  conocerme  si  estoy rodeada de las personas en las que confía. Sobre todo si nada más yerme decide regresar corriendo con sus padres de Nue...

—No  digas  eso  —la  cortó  Paula—.  Ni  siquiera  lo  pienses.  Esta  noche  Pedro va  a  decirle  que  te  verá  mañana  por  la  mañana.  Sé  que  Ariel  ha  estado  esperando  ese  momento desde que tiene uso de razón.

—Tal vez sea cierto, pero a veces la realidad no responde a nuestros sueños.

—Entonces, quiérelo mientras esté aquí y deja que tome la decisión cuando esté listo. Tal vez tenga que pasar tiempo entre Grecia y Nueva York hasta que sepa dónde será más feliz. Paula siempre había tenido la cabeza sobre los hombros.

—Lo  que  has  dicho  tiene  perfecto  sentido.  ¿Tienes  alguna  idea  de  lo  felíz  que  soy  de  que formes parte otra vez de mi vida?

— ¿ Y por qué crees que he venido? Nada me ha ido bien desde que me fui de Suiza sin aclarar nuestra relación.

El  temblor  en  su  voz  le  incitó  a  Caro a  creer  que  su  amiga  también  había  sufrido  de  otras maneras.  En  poco  tiempo,  pensó,  sabría  la  verdad.  En  una  ocasión,  se  habían  contado  casi todo,  y  volverían  a  hacerlo.  Caro se  maravilló  de  que  el  vínculo  entre  ellas, que debería haberse roto hacía años, pareciera  más fuerte que nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario