lunes, 10 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 18

— ¿Cree que me perdonará?

—Si le cuenta lo mismo que a mí, no tengo la menor duda.

Pedro no era el ogro que Federico le había hecho creer. De hecho, no se parecía en nada al déspota que había conjurado en su mente y apenas podía disimular su perplejidad.

—Entonces, ¿Me dará su número de teléfono?

Parecía estar tramando algo.

— ¿Cuándo piensa ir a Suiza?

—Mañana por la noche.

— ¿Alguna vez ha viajado en barco? « ¿Qué?»

—Muchas veces.

— ¿Se marea?

—No, ¿Por qué me lo pregunta?

—Porque  mi  prometida  y  yo  partimos  para  Grecia  en  uno  de  los  cruceros  de  nuestra  compañía el Neptuno. La invito a que nos acompañe.

¿Prometida?  Las  pesquisas  de  Carlos  no  habían  revelado  aquel  dato  en  particular.  Por  alguna razón inconsciente, la noticia la decepcionó.  La  única  persona  de  la  que  debía  preocuparse  era Federico.  Mientras  él  no  tuviera  prometido, su plan de convertirse en su esposa seguiría siendo viable.

—No podría forzar mi presencia de esa manera. Además, ya he comprado mi billete de avión.

—Me aseguraré de que la compañía aérea le devuelva el dinero.

¿Una  semana  entera  en  un  barco  con  Pedro Alfonso donde  nadie  podría  encontrarla  ni  seguir sus pasos?

—Está bien, pero sólo si acepta quedarse el dinero.

—Una  invitada  no  paga,  señorita  Chaves...  Paula.  Cuando  desembarquemos  en  Pireo, lo dispondré todo para que vayas a Andros y te reúnas con Caro. Yo pasaré la noche  en  Atenas  y  me  reuniré  con ustedes  al  día  siguiente.  Así  podrás  hablar  con  Caro y explicarle por qué rompiste su amistad. Te perdonará e insistirá en que te quedes.

«Tal vez». —Parece un sueño. Gracias —dijo en voz baja.

—Es lo menos que puedo hacer para rectificar el dañó que Fede infligió.

—Por  favor,  olvide  el  pasado.  Si  se  lo  preguntara  a  Fede,  seguramente  ni  siquiera  lo  recordaría.

—Eso es lo que me preocupa —murmuró.

—Por  favor,  señor  Alfonso...  Pedro.  Olvídalo.  Le  pediré  a  Caro que  haga  lo  mismo.  Fede cometió  un  error,  pero  tiene  muchas  buenas  cualidades.  No  querrás  que  esto  cause una ruptura en la familia.

Sus ojos negros la observaron mientras sopesaba sus palabras.

—Tienes  razón.  Gracias  por  recordarme  que  necesitamos  mantenernos  unidos,  no  separados —Paula  se  relajó  al  oír  sus  palabras.  Pedro  continuó  hablando—.  Cuando  salgas de aquí, un coche te estará esperando fuera para llevarte a tu hotel. El conductor esperará a que hagas las maletas y luego te conducirá al muelle, donde te harán pasar a bordo y te llevarán a tu camarote. Te llamaré por teléfono y cenaremos juntos.

—Gracias otra vez. Todo suena maravilloso.

Se estrecharon la mano. Paula todavía sentía el calor y la fuerza de sus dedos tiempo después  de  que la  limusina  de  la  compañía  Alfonso  la  condujera  a  su  hotel  a  través  del  tráfico intenso de la tarde.  Carlos había tenido razón al sugerir que se enfrentara directamente al hermano mayor de Caro. Era  el  soporte  moral  de  la  familia.  Gracias  a  él,  podría  reunirse  con  ella  y  en  algún momento,  Federico  haría  su  aparición.  El  resto  dependería  de  Paula y  de  su  habilidad para hacerle olvidar a las demás mujeres de su vida. Mientras tanto, disfrutaría de siete días gloriosos a salvo en el océano en compañía de Pedro Alfonso. «No te olvides de su prometida» susurró una vocecita molesta en su interior.

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