domingo, 9 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 14

— ¿Es muy mayor?

—Como Analía y Germán.

— ¿Cuánto es eso?

—Cuarenta y cinco.

— Pepe ¿Cuántos años tienes?

—Treinta y cinco.

—Yo tengo cinco.

—Lo sé. Dentro de poco cumplirás seis.

—Analía dice que voy a tener una gran sorpresa para mi cumpleaños. ¿Sabes cuál es?

«Ari, Ari. Te pareces tanto a tu madre, que no puedo esperar a veros juntos».

—Si te lo dijera, no sería una sorpresa, ¿Verdad?

— ¿Me gustará? —Creo que te gustará más que ningún otro regalo en el mundo.

— ¿Más que mi barco?

Pedro rió  entre  dientes.  La  réplica  en  forma  de  juguete  de  uno  de  los  trasatlánticos  Alfonso que le había regalado por su último cumpleaños había sido todo un acierto.

—Mucho más. Está bien, ya hemos llegado. Las puertas se abrieron a un vestíbulo posterior que conducía a la suite que estaba en lo alto del Edificio Alfonso. Con Ariel de la mano, abrió la entrada privada a su despacho. Su secretaria los estaba esperando.

—Señor Alfonso. Me pareció oír el ascensor.

— ¿Señora Karina? Éste es mi ahijado, Ariel.

—Hola, señora Karina. Encantado de conocerla —el niño le tendió la mano.

—Yo  también  me  alegro  de  conocerte  — contestó  su  secretaria,  cautivada  por  los  modales de Ariel —. He oído hablar mucho de tí.  Tu padrino dice que eres un niño maravilloso.

—Gracias. Pepe dice que eres muy simpática.

Los dos compartieron una sonrisa por encima de la cabeza morena de Ariel.

—Ven a mirar la ciudad por las ventanas de mi despacho, Ariel. Se ve todo Nueva York.

Ariel lanzó  a  Pedro  una  mirada  recelosa.  Aquélla  era  una  experiencia  nueva  para  el  chico, nunca se había separado de Pedro al salir con él.

—Estaré aquí mismo por si quieres preguntarme algo, Ari.

La  tensión  abandonó  su  rostro.  El  rostro  de  Caro.  Sin  decir  una  palabra,  Ariel  le  dió  la mano confiadamente a la señora Karina y juntos salieron de su despacho, cerrando la puerta. En circunstancias  normales,  habría  llevado  a  Ariel  a  Grecia  en  el  avión  de la compañía, pero nada era normal en lo referente a aquel asunto.

Antes  de  irse  de  Atenas,  le  había  hablado  a  Erica  de  Ariel.  Había  imaginado  que  se  sorprendería  con  la  noticia,  pero  no  su  reacción  explosiva.  Entre  otras  cosas,  lo  había  acusado  de  no  amarla.  Pedroo  había  intentado  hacerle  comprender,  sin  éxito,  que  se  trataba de Carolina y Ariel, pero Erica se veía como la parte ofendida. Por eso había planeado el viaje de regreso a Grecia en barco, y le había pedido que  los  acompañara.  El  crucero  le  daría  el  tiempo suficiente  para  familiarizarse  con  el  niño,  y  sin  duda  acabaría  adorándolo.  Hacia  el  final  del viaje,  le  explicaría  que  una  boda  por  todo  lo  alto  en  Atenas,  con  la  publicidad  consiguiente, podría  poner  en  peligro el proceso de adopción. De modo que se casarían en privado en Andros, como él siempre había querido.

En  cuanto  a  Ariel,   ya  había  oído  hablar  de  Erica  y  no  parecía  importar  que  tuviese  que compartir  su  afecto  con  ella.  Era  un  niño  cariñoso,  lo  mismo  que  su  madre.  Y  pronto  sería otro miembro más de la familia. Con aquel pensamiento esperanzador, hizo un esfuerzo para concentrarse en el trabajo. Media hora más tarde, su secretaria lo llamó por la línea interior.

—,Sí, ¿señora Karina? ¿Ari se encuentra bien?

—Perfectamente.  Perdone  que  lo  moleste,  pero  hay  una  tal  señorita  Chaves en  recepción que desearía hablar con usted antes de su marcha. —No pensaba recibir a nadie.

—Me hago cargo.

En realidad, está intentando ponerse en contacto con su hermana.  Al  parecer,  eran  amigas  en  el  internado  de  Suiza,  pero  perdieron  el  contacto.  ¿Quiere  que le dé el número de teléfono y la dirección de Caro? Pedro frunció  el  ceño  al  recordar  aquel  periodo  horrible  después  de  que Caro renunciara  a  su  bebé.  No  sólo  habían  sido  unos  meses  sombríos  para  todos,  sino  que Caro  no  había  trabado  amistad  con  nadie  en  el  internado.  Salvo  con  una  joven...  Rosalía, o algo así. ¿O era Ruth?.

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