viernes, 21 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 47

—Creía que habían evacuado a todo el mundo.

— Así  es.  Allí  sólo  estaba  la  policía  y  el  equipo  de  la  compañía  de  gas.  No  me  extrañaría que algunos paparazzi hubiesen pagado a alguien del personal para obtener información sobre un cliente. Ya ha ocurrido otras veces.

— ¡Pero eso es un delito!

—Paula, dame  tu  número  de  teléfono  y  te  volveré  a  llamar  dentro  de  un  día  o  dos.  Quiero que mi detective privado investigue este asunto antes de que el personal entre mañana a trabajar.

—Está bien.

Después   de   darle   los   datos,   Carlos  dijo:  

—Por  cierto,   ¿Sigues   sin   querer   que   te   encuentren?

Paula sintió que se le helaba la sangre.

— ¿Paula?

— ¿Es... es que alguien ha intentado localizarme?

—Sí. Un tal coronel Dodd. Dice que es un gran amigo de la familia.

Cielos, no. Paula asió con fuerza el auricular.

—Era el mejor amigo de mi padre... al menos, eso pensaba.

—Al  parecer,  telefoneó  al  doctor  Rich,  que  a  su  vez,  me  telefoneó  a  mí.  Puse  sobre  aviso  a  Elena,  y  no  le  dijo  nada  al  coronel  cuando  se  presentó  en  el  instituto  preguntando por tí.

— ¿Carlos? —gritó con voz frenética—. Escúchame. Él y quienquiera que esté con él son los que intentaron entrar en tu ordenador, estoy segura.

Después de un breve silencio, Carlos dijo:

— ¿Qué tiene en contra tuya, cielo?

—Tengo pruebas sobre algo que están encubriendo, un asunto que seguramente parte de  la  Casa  Blanca.  Estoy  segura  de  que  Marcos  está  obedeciendo  órdenes  de  alguien  del  Pentágono, seguramente  un  tal  general  Berman.  El  médico  de  la  base  me  dijo  que  mi  padre  había muerto  de  un  ataque  al  corazón,  pero  sé  que  lo  habían  asesinado  por  guardar los negativos de unas fotografías confidenciales de Marte. Mi padre me habló de  ellas  en  su  lecho  de  muerte,  me dijo  dónde  las  había  escondido...  Al  decirle  que  se  las  daría  a  Marcos,  papá  reaccionó  tan violentamente  que  supe  que  algo  iba  mal.  Murió  antes de que pudiera preguntarle qué debía hacer con los negativos. En  aquel  momento,  inspiró  profundamente  mientras  trataba  de  borrar  de  su  mente aquel triste recuerdo.

—Tiempo después, Sean empezó a insistir en venir a casa para ayudarme a ordenar las cosas  de  papá.  Se  mostró  tan  agresivo  al  respecto,  que  comprendí  que  quería  las  fotografías...  y  que  seguramente  había  sido  él  el  asesino  de  mi  padre.  Estaba  tan  aterrorizada  que  no  sabía  en quién  confiar.  Por  eso  llamé  al  doctor  Rich.  Al  hablarme  del instituto, me pareció algo providencial y desaparecí sin dejar rastro. Pero hace tres meses  intenté  hablar  con  mi  antiguo  jefe  y  me  dijeron  que  Manuel  había  tenido  un  ataque  al  corazón.  Sin  duda  ha  sido  cosa  de  Marcos.  Me  temo  que  eres  la  próxima  persona  en  su  lista.  No  puedes  ir  mañana  al  trabajo,  Carlos.  Te  matarán.  No  podría  soportarlo.

Carlos emitió un gruñido.

—Ojalá  me  hubieras  hablado  de  esto  mucho  antes.  Por  fin  tengo  la  explicación  completa de tu idea de casarte con Federico. No sólo querías vengarte, también buscabas protección. Y reconozco que la seguridad que ofrece la familia Alfonso, que es poderosa tanto económica como políticamente, no es peccata minuta. Tiene sentido.

— ¿Entonces me crees?

—Excepto por una mentira por omisión, eres la persona más sincera que he conocido. Sí, te creo. Lo que pasó hoy no fue obra de un aficionado. Hubo que evacuar toda una manzana.

—Entonces, haz las maletas y lleva a tu esposa y a tu familia a un lugar seguro, por  Favor.

—Deja que yo me preocupe por los míos. ¿Qué harás tú?

—Pensaba pasar un tiempo en Grecia con Caro, pero ahora que tengo la prueba de que Sean no va a parar hasta encontrarme, tendré que irme mañana. Aquí hay demasiadas personas a las que quiero. Lo último que desearía sería poner en peligro sus vidas.

— ¿A dónde irás?

—A  Los  Ángeles.  Allí  podré  perderme  y  averiguar  cómo  está  Manuel.  Si  todavía  razona, me ayudará a elaborar un plan.

—Es preciso que entres en el programa de protección de testigos mientras se investiga la situación. Veré lo que puedo hacer.

— ¿Carlos? —gritó conmocionada—. ¿Quién eres exactamente?

—Un amigo, espero. Pero para responder a tu pregunta, te diré que solía trabajar como psicólogo para el FBI. Después de veinticinco años en el cuerpo, decidí llevar una vida normal y anónima. El instituto fue una oportunidad ideal.

—No me extraña que seas tan brillante en lo que haces.

—Eres muy amable, pero confiemos en que pueda serte de ayuda. Te daré un número de  teléfono. Cuando  llegues  a  California,  llámame.  La  persona  que  conteste  me  transmitirá tu mensaje y ya pensaremos qué podemos hacer.

Paula se secó las lágrimas.

—Gracias por todo, Carlos. Pero por favor, no subestimes a Marcos.

—No  lo  haré, lo  que  es  más  importante  todavía  es  que  salgas  de  Grecia  lo  antes  posible.

—Lo haré. —Espero tener noticias tuyas en un par de días.

Carlos colgó el teléfono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario