domingo, 9 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 11

— ¿Erica lo ha visto alguna vez?

— No.

— ¿Y tú? ¿Lo has visto hace poco?

Después de un largo silencio, Pedro dijo:

—Siempre que estoy en Nueva York, lo veo todos los días.

— ¿Todos  estos  años?  —barbotó  Carolina con  incredulidad.  Pedro asintió—.  ¿Quieres  decir que durante todo el tiempo que estuve en el internado, en Suiza? ¿Y cuando viví contigo mientras iba a la universidad, en Nueva York?

—Eso es. En cuanto Ariel tuvo edad para comprender, le conté que era su padrino.

Federico lanzó un silbido.

— ¿Lo sabe alguien más?

—Sólo  Costas  y  yo  conocemos  el  secreto.  Analía y  Germán,  que  son  dueños  de  un restaurante  de  Nueva  York,  son  parientes  lejanos  suyos.  Ariel  cree  que  soy  un  buen  amigo de su madre. Le dije que te había prometido cuidar de él.

Carolina  sintió  que  las  lágrimas  inundaban  sus  ojos.  Eran  demasiadas  revelaciones  para  asimilarlas todas de golpe.

—Lo quieres.

—Como si fuera hijo mío. Pronto lo adoptaré.

Caro creyó que no había oído bien. Al parecer, Fede tampoco.

—Primero  le  hablas  a  Caro de  su  hijo  y  le  enseñas  su  foto  —explotó—-.  ¿Y  luego  le  anuncias que quieres adoptarlo? Y tienes el valor de llamarme a mí cruel.

—Antes  de  que  saques  los  pies  del  tiesto,  Fede,  déjame  terminar.  Ariel  ha  estado  solo   durante  todo    este  tiempo.    Caro renunció  a  él,  diciendo  que  sólo  un  matrimonio  con creencias religiosas podría adoptarlo. Pero Costas y yo pensamos que   podría cambiar de idea algún día... y también pensamos en Fernando, que tal vez querría algún día volver y ofrecer un hogar a Caro y al bebé — Pedro miró a su hermana directamente a los ojos—. Así que  Costas  añadió  la condición  de  que  durante  los  cinco  primeros  años de la vida de Ariel, no podría ser adoptado. Si durante ese tiempo, Caro no se casaba con Fernando o con cualquier otro hombre que quisiera adoptar a Ariel,  entonces, después del uno de enero, Ariel  sería  entregado  en  adopción.  No  falta mucho  para  esa  fecha,  y  el  tiempo  se  ha  agotado.  Podrá  ser  adoptado  por  cualquier  pareja cualificada  y  no  podremos  evitarlo.

Analía y Germán ya han expresado su interés. Había otra salida, simplemente permitir que Ariel pasara a estar al cargo de Caro. Pero Pedro  no  creía  que  aquél  fuera  el  momento  idóneo  para hablar  de  ello.  A  Costas  le  preocupaba que el juez cuestionara duramente ese punto. Para reducir el riesgo de una decisión que pudiera perjudicarla lo mejor sería que se casara con Erica y adoptaran a Ariel de inmediato.  Sus revelaciones siguieron dejando perpleja a Caro.

-¿Quieres decir que durante todo este tiempo lo has mantenido a salvo para mí por si acaso lo quería? —no podía comprender aquel sacrificio.

—Por  supuesto.  Por  buenos  que  fueran  los  consejos,  no  estaba  seguro  de  que  con  apenas  dieciocho  años  pudieras  comprender  lo  que  esa  decisión  significaba.  Pero  tendremos las manos atadas después del uno de enero.

Caro  miró  a  Pedro con  intensidad.

—Todos  los  días  desde  que  renuncié  a  él,  he  querido  decirte  que  había  cometido  un  error,  pero  no  dije  nada  porque  creía  que  no  podría darle al bebé todo lo que necesitaba.

—Tienes  lo  que  nadie  puede  dar  a  Ariel — dijo  con  firmeza—.  El  amor  de  una  madre.  Seis años de dolor te han hecho madurar mucho. Creo que hablo en nombre de Fede cuando digo que queremos que Ariel conozca tu amor. Tendrás el respaldo financiero y emocional de todos en esta familia. ¿No es cierto, Fede?

—Por supuesto. No tenía ni idea de que todavía lamentabas su pérdida, Caro.

—Nunca he dejado de lamentarla —repuso con voz trémula.

—Bien,  entonces,  asunto  arreglado  —dijo  Pedro—.  Iré  a  Nueva  York  la  próxima  semana.  Cuando  vuelva,  el  día  uno  de  diciembre,  traeré  a  Ariel  conmigo.  Iremos  directamente a Andros.

« ¿Voy a ver a mi hijo el uno de diciembre?» ¡Apenas faltaban unas semanas!

—Esto es un sueño. Tengo miedo de despertar.

Pedro sonrió.

—Hace  unos  meses  le  pregunté  si  quería  pasar  las  vacaciones  conmigo  en  Grecia.  Se  puso  muy  contento  porque  sabe  que  es  aquí  donde  vive  su  madre.  Siempre  pregunta  por  tí,  Caro,  siempre  quiere  saber  todo  lo  posible  sobre  tí.  Cuando  vengamos,  será  todo tuyo.

—¡No puedo esperar!

—Te corresponderá a tí decirle que estás preparada para cuidar de él y ser su madre de forma permanente.  Estoy  seguro  de  que  sabrás  cuándo  será  el  momento  idóneo  para  ello.  Prepárate para  un  bombardeo  de  preguntas.  Para  empezar,  enseguida  se  dará  cuenta de que soy su tío, no su padrino. Pero debes comprender una cosa más. Quiere a sus padres de acogida y siempre querrá tenerlos en su vida.

—Por  supuesto.  Les  estoy  tan  agradecida  por  haberlo  querido  todos  estos  años  —susurro, todavía conmocionada—. Y es más que posible que después de conocerme no quiera dejarlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario