lunes, 17 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 38

A  continuación,  Pedro  le  explicó  lo  ocurrido  hacía  seis  años  en  Chamonix  y  cómo Paula se había presentado en su oficina porque quería volver a ver a Caro y salvar su amistad.

— ¿Y la creíste? —le espetó Erica.

— ¿Qué otro motivo podía tener?

—Caramba, volver a ver a Fede, por supuesto. Lo reconoció delante de nosotros.

—Lo hizo porque no quería hablar de Caro delante de Ariel.

—Pepe, ¿Estás tan cegado por tu amor por Ariel que no puedes ver que el patito feo se ha  convertido  en  un  hermoso  cisne?  Si  yo  fuera  Paula y  hubiese  oído  decir  a  Fede esas cosas horribles sobre mí volvería a verlo aunque sólo fuera para vengarme.

—Paula no es así.

—Todas  las  mujeres  lo  son.  No  te  olvides  que  lo  adoraba,  tenía  posters  suyos  en  la  habitación.

Y  Caro estaba  a  su  lado  para  darle  los  detalles  íntimos  sobre  su  famoso  y  atractivo hermano. Por  razones  que  no  quería  analizar,  Pedro esperaba  que  la  teoría  de  Eleni  fuera  totalmente errónea.

—Bueno, tal vez esté en Andros ahora, pero se va a llevar una decepción si espera que Fede se presente.

— ¿Sabes algo sobre los planes de Fede que yo no sepa?

—Sólo que no quería estar presente para los fuegos artificiales si no hacías lo correcto, es decir, dejar a Ariel en Nueva York, donde está su hogar.

Saber  que  Fede no  tenía  intención  de  ir  a  Andros  en  un  futuro  próximo  era  la  única  buena noticia que Pedro había oído en todo el día.

—Da la casualidad de que estoy de acuerdo con él, Pepe.

—Lo has dejado bien claro —repuso él apretando la mandíbula.

—Entonces  tal  vez  tengas  que  comprender  algo  más.  Si  permites  que  Ariel  viva  con  su  madre, no me casaré contigo.  La habitación reverberó con su amenaza.

—Eri, ten cuidado con lo que dices.

—No me apetece seguir teniendo cuidado. Sin mí, no podrás casarte, así que no podrás conseguir la custodia de Ariel. Así sabremos a quién amas de verdad.

—Esto no es un concurso, Eri.

— ¡Sí que lo es!

Giró sobre sus talones y salió corriendo de la habitación y de la casa, sollozando. Pedro no fue tras ella. Iba a llevar a Ariel  a reunirse con Caro al día siguiente. Erica ya había hecho amenazas antes, así que no le sorprendería que llamara al día siguiente por la mañana y le dijera que iría a Andros con Ariel y con él. Pero  si  había  alguna  posibilidad  de  que  lo  que  había  dicho  fuera  en  serio,  se alegraba  de  haberse  puesto  en  contacto  con  Costas.  Estaba  dispuesto  a  hacer  lo  que  fuera preciso para asegurarse de que Caro pudiera reclamar legalmente a su hijo.


— ¿Qué  crees  que  debería  ponerme  para  recibirlo?  ¿Un  vestido?  ¿Una  falda  y  una  blusa? ¿Unos vaqueros?

— Supongo que depende de lo que vayas a hacer con él cuando llegue.

Los  pensamientos  de  Paula regresaron  a  los  días  en  el  barco  con  Pedro y  Ariel.  Se  lo  habían pasado  tan  bien  tratando  de  jugar  a  la  rayuela.  Como  el  mar  estaba  agitado,  muchas  veces acababan  cayendo  sobre  cubierta.  Ella nunca  había  reído  con  tantas  ganas. Cuando relató el incidente a Caro, su amiga dijo:

—Después de lo que acabas de decirme, sé que parecerá extraño que nos quedemos en una habitación hablando. Creo que lo llevaré de paseo a la playa.

—Eso  es  exactamente  lo  que  yo  haría.  Ponte  unos  vaqueros  y  un  jersey.  Le  encantará  ver que su madre parece tan joven y accesible. No tendrá miedo de mancharse.

—Oh,  Pau  —gimió—.  Estoy  tan  emocionada  que  creo  que  voy  a  enfermar.  ¡Estará  aquí de un momento a otro! «Y Pedro también».

—Lo sé. Yo también estoy nerviosa, así que imagino cómo te sentirás tú.

Paula se sentó sobre la cama en la habitación de Caro. Era cómico ver cómo su amiga se movía de un lado a otro mientras se vestía. No había cambiado mucho desde Suiza. Seguía siendo desordenada. Estaba  encantada  de  volver  a  estar  con  su  mejor  amiga.  Habían  hablado  hasta  las  cuatro de la mañana, compartiendo recuerdos y poniéndose al día sobre lo ocurrido en los últimos seis años. Pero aparte de eso, Paula había preferido no contarle nada a su amiga.  En  pocos  días  volvería  en  avión a los  Estados  Unidos.  Caro no  necesitaba  conocer el plan inicial de venganza de ella ni el terror provocado por los enemigos de su padre.

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