domingo, 16 de octubre de 2016

Dos Hermanos: Capítulo 28

— Ari  te  ha  echado  de  menos  durante  la  cena.  Ni  siquiera  viniste  después  a  ver  la  película.

—La  señora  DeMaio  ha  estado  padeciendo  fuertes  dolores  desde  su  caída.  La  lectura  parece distraerla un poco.

—Estoy seguro de que ha agradecido tu ayuda, pero necesitaba hablar contigo antes de que nos retiráramos a dormir.

—Siento  no  haber  estado  disponible.  Supuse  que  nos  veríamos  en  el  comedor  para  desayunar.

—Mañana no.

—No entiendo.

—Mañana, mejor dicho, hoy, los tres tomaremos un desayuno especial en mi camarote a las siete.

— ¿Tan pronto? —la emoción de aquella perspectiva desencadenó temblores por todo su cuerpo.

Pedro asintió.

-Arribamos a eso de las cinco de la mañana. Desembarcaremos después de desayunar e  iremos  en coche  al  helipuerto.  Ari  y  yo  iremos  a  mi  oficina  en  Atenas,  y  tú  a  la  antigua  capital  de Andros.  Allí  te  esperará  un  coche  que  te  conducirá  a  la  villa  de  la  familia., donde podrás ver a Caro.

— Me  muero  de  ganas  de  verla  — era  la  verdad—..  Pedro,  Ariel  no  sabe  lo  que  está  pasando, ¿Verdad?

—Si  te  refieres  a  si  sabe  que  va  a  ver  a  Caro pasado  mañana,  no.  Le  daré  la  noticia mañana por  la  noche.  Pero  sí  sabe  que  mañana  te  vas  e  inicias  tus  vacaciones.  Ya  te  echa de menos. Ha dicho que ojalá pudiéramos viajar juntos los tres.

«Yo también lo deseo».

— ¿Qué le dijiste?

—Le  prometí  que  volveríamos  a  verte  muy  pronto.  Dejó  de  llorar,  pero  no  está  muy  contento. Has hecho un amigo para toda la vida.

Paula medio rió medio lloró, y luego utilizó la sábana para secarse las lágrimas de las pestañas.

—Es  tan  inteligente  y  adorable.  Caro  no  va  a  creérselo.  La  envidio  por  tener  un  hijo  así.

—Me  has  quitado  las  palabras  de  la  boca  —con  un  movimiento  ágil  y  rápido  se  puso  en  pie  y  colocó  la  silla  en  su  sitio—.  Buenas  noches,  Paula.

-Antes de irme... ¿Dónde está mi chocolate?

Paula sonrió en la penumbra.

—Me temo que Ariel y yo nos lo comimos todo.

—La próxima vez acuérdate de guardarme un trozo.

La puerta se abrió y se cerró. «La próxima vez. Qué no daría yo por una próxima vez». «Acuérdate de Federico», pensó con desesperación. «El hombre que amas, el hombre que quieres...  No,  nunca ocurrirá.  No  si  la  persona  que  mató  a mi  padre  me  atrapa  primero». Emitió  un  gemido  y luego  se  tumbó  boca  abajo  para  ahogar  las  lágrimas  en  la  almohada.

— ¿Qué es todo esto?

Pedro rió entre dientes porque la incredulidad en la voz de Paula había intensificado la alegría de Ariel.

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