domingo, 26 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 64

—¿Crees que el precio de un viaje a Las Vegas conseguirá que te perdone?

—Mi intención  era ayudar a que  un padre desconsolado consiga asumir la muerte de su hijo. Si a tí te ha servido de algo, me alegro.

—No hay nada que pueda alegrarme si tienes tú algo que ver en ello. Paula no tenía derecho a meterte en esto.

—Tiene todo el derecho. Te quiere.

Recordaba que se lo había dicho, pero había sido antes de que le contara todo. No había posibilidad de que una mujer como ella sintiera algo por él, ahora que  sabía lo que había hecho. Pero no tenía intención alguna de discutir sobre ella con su hermano.

—Y dime, Federico. ¿Qué consigues tú de todo esto? ¿La satisfacción de fastidiarme otra vez?

—Yo también te quiero.

—Es difícil creerlo.  Tu definición de cariño es revolcarte con mi esposa.

Federico entrecerró los ojos peligrosamente.

—Estoy cansado de ser siempre el malo. Es hora de que escuches mi parte de la historia, Pedro.

—Ya conozco todos los detalles y me pongo enfermo sólo de mirarte.

Federico se quedó mirándolo fijamente unos segundos antes de seguir hablando.

—Vino a mi casa. No estaba invitada, por si acaso te lo estabas preguntando. Yo estaba borracho.

Pedro sabía que se refería a su ex esposa.

—¿Y crees que eso justifica que te acostaras con mi esposa?

—No tengo constancia de haberme acostado con ella.

 —No ejerzas de abogado conmigo —dijo Pedro.

—No tiene nada que  ver con  mi profesión.  Ni siquiera  recuerdo aquella noche. Quizá pasó algo, quizá no.

—Me contó todo nada más bajarme del avión.

—Su versión.

Pedro se cruzó de brazos. ¿A qué estaba jugando Federico?

—¿De qué estás hablando?

—Cuando te fuiste, vino a verme, diciendo que se sentía sola. No sé qué pasó, pero unas semanas más tarde, dijo que estaba embarazada.

—Pero no lo estaba.

—Había sido un falso positivo.

—Entiendo.

—Todavía no he acabado. Decidí seguirle la corriente para ver qué tramaba. Papá tenía razón sobre ella, Pedro. Estaba hasta arriba de deudas y buscaba un hombre con dinero. Resultó que pensó que como yo era abogado, acabaría haciéndome el dueño único  de  Helicópteros Southwestern.

—¿Por eso me contó todo nada más volver?

—Insistí en que si íbamos a tener un futuro común, teníamos que ser honestos contigo. Era una oportunista, pero yo jugué mejor mis cartas.Aceleró los trámites de divorcio por mi insistencia y luego le dije que todo se había acabado. Acabaste odiándome, pero al menos conseguí que no se quedara con nada del negocio que papá nos dejó.

Pedro se quedó mirando a su hermano mientras recordaba a la mujer que había sido su esposa y a la manera en que se había acercado a él durante una cena en Las Vegas para conocerlo. Luego, su padre se había negado a conocerla y había acabado proponiéndole  matrimonio para vengarse de él. Sabía en el fondo que aquella mujer era capaz de todo lo que Federico le había contado.

—¿Por qué no me lo contaste antes?

—No me habrías creído —dijo Federico metiéndose las manos en los bolsillos.

—¿No te cansas nunca de ser el hijo bueno?

—No siempre lo he sido —dijo Federico sonriendo—. También tengo mis demonios. Siempre te he envidiado, hermanito.

—Eso es una tontería. Tú siempre fuiste el más interesante.

Federico  rió y luego se quedó serio.

—Papá siempre encontraba la manera de decirme lo orgulloso que estaba de tí.

—Eso es una novedad. Nunca me lo dijo.

 —Imagino que era incapaz de hacerlo y no me preguntes por qué. Puede que sea interesante, pero no sé leer pensamientos. Quizá fuera parte del pensamiento militar.

Aquello hizo que algo en el interior de Pedro reaccionara. Probablemente había sido la instrucción lo que le había salvado la vida y le había dado un motivo para vivir. Eso le había  costado perder a Paula.  Tenía que  agradecerle  su mediación con su hermano. Si no hubiera sido por su determinación, Federico no estaría ahora allí, contándole la verdad y lo orgulloso que su padre había estado de él.

Pedro alargó su mano.

—Gracias por traer al padre de Adrián. Y por contarme la verdad.

—De nada —dijo Federico ignorando su mano y atrayéndolo hacia él para fundirse en un abrazo.

—No volveré a ser tan idiota.

—No hagas  promesas  que no puedas  mantener —dijo Federico yambos sonrieron— Y ahora, vete a ver a Paula.

—No puedo. Tengo pesadillas. Tuve un  flashback con ella delante. Estuve a punto de hacerle daño y no quiero que corra riesgos.

—Hay ayuda para casos de estrés pos traumático. Y Paula no parece el tipo de mujer que  huya cuando las cosas se ponen  difíciles.  Quiere ayudarte. Habla con ella. Si yo tuviera una mujer tan interesada en mí como ella lo está en tí, no dejaría que se me escapara.

—Entendido —dijo Pedro sonriendo— Gracias otra vez, hermano.

 —De nada. Y llámame.

—Cuenta con ello.

Pedro se sentó en su mesa y por primera vez empezó a creer que podía ser como el resto de las personas. Tenía que agradecérselo a Paula. El problema era que la había apartado de su vida. Ahora que estaba donde ella  quería,  se daba cuenta de que había sido él el que  la había convencido de que estaba mejor sin él.

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