domingo, 12 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 25

Había una pequeña terminal en el aeropuerto en cuya segunda planta había un restaurante  llamado Wings'n  Things.  Después de que Paula tranquilizara a Baltazar, Pedro los llevó a comer. Se sentaron en una mesa junto a la  ventana,  desde donde se veían los aviones  despegar y a los helicópteros ir y venir. Toda aquella actividad tenía de fondo las montañas de Nevada. Estaba seguro de que en breve habría complicaciones. Habría preferido que Laura no hubiera dicho nada acerca de la visita de Federico  o, al menos, que hubiera esperado a que Paula no estuviera presente. A juzgar por su expresión, de un momento a otro iba a empezar a hacer preguntas. En aquel instante estaba ocupada limpiando la silla con una de las toallitas desinfectantes que guardaba en la bolsa de pañales. Luego puso una pequeña cantidad de cereales en la bandeja para, según le explicó, mantener ocupado al pequeño mientras ellos comían. Le dió a Paula uno de los menús que estaba colocado entre el salero y el  pimentero.  Ella lo abrió  y comenzó a leer.  Cuando lo cerró,  una camarera morena de unos treinta años, se acercó.

La mujer sonrió y miró al bebé.

—Hola, guapo —sonrió y luego miró a Pedro y Paula—. Soy Melisa, su camarera. ¿Qué puedo traerles?

—Té frío —dijo Pedro.

—Para mí también.

—¿Saben lo que van a tomar o les doy unos minutos más?

—Tomaré una hamburguesa con queso azul y patatas —dijo Paula.

Pedro cerró el menú.

—Buena idea, yo tomaré lo mismo.

Melisa miró a uno y luego a otro.

—Si siempre son tan compatibles, la vida en su casa debe de ser muy tranquila.

—No siempre —dijo Paula sonriendo—. Podría decirse que ésta es la calma que antecede la tormenta.

—Enseguida les traigo las bebidas.

Melisa se marchó y pronto regresó con la comida y las bebidas,antes de volver a marcharse discretamente.

—Ésta es la mejor hamburguesa que he comido —dijo Paula después de probarla.

—Está buena —convino Pedro—. Pero tengo que decir que… Deberías salir más.

—Si prometo hacerlo, ¿Me contarás qué pasa entre tu hermano y tú?

Era demasiada suerte que lo hubiera olvidado.

—Mira, Paula,  ¿De veras quieres echar a perder un  tranquilo  día familiar por algo que ya es historia?

—Ése es el problema, que no es historia. Por tu reacción, es evidente que es algo que sigue muy vivo.

Pedro se comió un par de patatas fritas sin dejar de mirarla y advirtió por la expresión de sus ojos que ignorar la pregunta no era una opción.Tenía que decirle algo.

—Federico y yo no nos llevamos muy bien.

Incluso antes de que su hermano se acostara con su esposa, no estaban muy unidos.

Paula le puso más cereales a Baltazar  que volvió a concentrarse en intentar recogerlo.

—¿Por qué?

—Es un asunto entre hermanos.

—Nunca he tenido hermanos, así que vas a tener que explicármelo.

Él dejó escapar un largo suspiro, mientras arrugaba la servilleta y la dejaba a un lado.

—Para  mi padre,  Federico era el hijo perfecto y yo un  completo desastre.

—¿Por qué pensaba eso?

—Quizá fue después de que lo llamara la policía para decirle que me había arrestado.

—¿Qué hiciste? —dijo ella abriendo los ojos como platos.

—¿Cuál de las veces?

—¿Hubo más de una?

—Sí.

También había tenido mucho tiempo para pensar en aquello. No sabía de qué más habría sido capaz si no hubiera ingresado en el cuerpo de marines. Ahora, lo único que quería era olvidar aquellas estupideces que había cometido de adolescente, además de algunos otros errores como adulto.

—¿Vas a contármelo?

—No —dijo,  y antes de que ella pudiera preguntar algo más,añadió—. Mi padre me animó a alistarme en el servicio militar. Me dijo que si había funcionado para él, también funcionaría para mí.

—Así que seguiste sus pasos —observó Paula.

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