miércoles, 29 de marzo de 2017

Enamorada: Capítulo 2

Paula miró a su amiga porque no era capaz de mirarle a él.

 —La próxima vez tienes que hacerme un gesto más claro.

—¿La próxima vez? —Pedro apoyó la cadera en la esquina del escritorio de Zaira. Sus penetrantes ojos verdes miraban con inteligencia. Llevaba el pelo rubio oscuro cortado a lo militar, lo que iba a juego con su mandíbula cuadrada. No era justo que el pijama verde del hospital le hiciera parecer tan sexy como un beso bajo la luna llena—. ¿Tienes pensado volver a hablar mal de mí, Campanilla?

Paula dió un respingo pero no dijo nada. La llamaba así porque medía un metro y cincuenta y dos centímetros, pesaba cuarenta y cinco kilos y llevaba el rubio cabello corto.

—¿Querías algo, Pedro? —le preguntó Zaira agarrando el bolso y poniéndose de pie.

—Solo quería confirmar la hora del ensayo de la boda.

—Mañana a las seis y media en casa. Después llevaremos a la comitiva nupcial a cenar.

—Confírmame quién estará en la comitiva nupcial —le pidió mirando directamente a Paula con un brillo travieso en los ojos.

—Vamos, Pedro, por favor. Tienes una memoria de elefante, nunca se te olvida nada. Sabes que solo son Paula y tú. Ella es mi mejor amiga y mi dama de honor. No te metas con ella.

Los dos siguientes días iban a ser como una doble cita interminable. El destino se estaba riendo a carcajadas de ella.

—De acuerdo. ¿Te encuentras bien? —señaló a Zaira con la cabeza.

—Estupendamente —la joven sonrió y se pasó la mano por el vientre—. Las náuseas matinales han desaparecido.

—Qué bien.

—Bueno, tengo que ir a buscar a Nico. Pero ustedes dos pueden utilizar mi despacho para re establecer relaciones diplomáticas.

—¿No quieres hacer de árbitro? —le pidió Pedro.

—Ni loca. Portaos bien el uno con el otro —añadió con firmeza camino de la puerta.

Cuando se marchó, Paula y Pedro se miraron. La expresión del médico era desafiante, pero no dijo nada. El silencio estaba poniéndole nerviosa y necesitaba llenarlo. En parte porque no habría demasiados invitados en el ensayo ni en la boda y en parte porque además tenía que trabajar con él. Y viajar con él, que era todavía peor.

—En cuanto al comentario que he hecho —aspiró con fuerza el aire y le miró a los ojos sin pestañear—, solo estaba expresando una opinión. Lo siento si he herido tus sentimientos.

—No parece que lo sientas —afirmó él.

Eso se debía a que solo lamentaba que lo hubiera oído.

—La procesión va por dentro.

 —A diferencia de tu punto de vista, que has expresado claramente por fuera. Y yo también tengo sentimientos.

Paula dudaba que así fuera.

 —¿Los tienes?

—Por supuesto —el tono burlón y el brillo de los ojos no la convenció, pero la combinación le aceleró el pulso más de lo que estaba dispuesta a reconocer.

Era demasiado guapo, demasiado sexy, demasiado seguro de sí mismo. Demasiado todo para su gusto. Llenar el silencio solo había servido para que se pusiera más nerviosa.

—Bueno, me alegro de que lo hayamos hablado —Paula se metió las manos en los bolsillos de sus pantalones negros—. Ya me voy.

—¿Tienes algo que hacer? ¿Algún plan?

—No.

—Deberíamos ir a tomar una copa —sugirió él.

 No, no deberían.

—¿Por qué querrías hacer algo así?

 Las palabras salieron de su boca sin pensar. No era su intención mostrarse maleducada, pero sin duda podría haber tenido algo más de tacto.

Para su sorpresa, Pedro se rió.

—Nunca se me ocurrió pensar que necesitara una razón para invitar a una mujer a tomar una copa.

—Bueno, me has pillado de sorpresa. No tenemos una relación como de ir a tomar copas.

—Entonces, ¿Estás diciendo que sí necesito una razón? De acuerdo, se me ocurre más de una.

—¿Por ejemplo?

El modo en que cruzó los brazos sobre su ancho pecho hizo que los hombros parecieran todavía más anchos. A Paula se le secó la boca y se le aceleró un tanto la respiración.

—Si tomamos una copa juntos, nos conoceríamos mejor. Aliviaría la tensión, y eso haría que la celebración de la boda resultara más divertida y el viaje a Dallas más relajado.

¿En qué planeta? Nada de aquello iba a ser relajado ni fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario