miércoles, 1 de marzo de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 60

—¿Algún día dejará de dolerme tanto su muerte?—dijo Pedro con lágrimas en los ojos.

 —No, pero se hará soportarle —contestó Juana acercándose —. Poco a poco, la tristeza se irá difuminando y sólo recordarás los buenos momentos. Cuando pienses en tu hijo, da gracias porque una parte de él vive en otra niña. Deberías pensar que, si no hubiera sido por tu hijo, Sofía no podría ver lo mucho que quieres a su madre.

—Tienes razón...

—Pues claro que tengo razón —sonrió Juana—. Anda, ve a hablar con Paula y dile lo mucho que las quieres — le aconsejó despidiéndose con un beso.

Sí, las quería a las dos y se lo tenía que decir cuanto antes porque eran su futuro.



—Mamá, ¿Y Pepe?

 Sofía miró hacia la puerta de la clase, buscando a alguien que no iba a ir.

—Cariño, no creo que venga.

—Pero lo prometió —se quejó la niña con lágrimas en los ojos—. Me dijo que quería ver cómo me quedaba el disfraz. Ahora, ya no da mala suerte. La obra de teatro estaba a punto de empezar y la  clase estaba llena de niños vestidos de angelitos y otros personajes.

—Sofi, Pedro tiene mucho trabajo —intento excusarlo mirando a su hija a los ojos.

—Yo creía que le caía bien —se lamentó la pequeña mirándose las puntas de las zapatillas rosas-Creía que a lo mejor...

—¿Que a lo mejor qué, cariño?

—Creía que a lo mejor querría ser mi padre.

—Oh. mi vida... —contestó Paula  mordiéndose los labios para no llorar.

Como volviera a ver a Pedro algún día, se iba enterar. Tenía derecho a estar enfadado con ella, pero eso no significaba que pudiera hacerle daño a su hija. Claro que toda la culpa no era suya. Ella también se había comportado mal. Le tendría que haber contado la verdad desde el principio.

—Pedro te quiere mucho —le dijo a su hija- pero echa mucho de menos a su hijo.

—A lo mejor, no lo echaría tanto de menos si tuviera una hija —dijo Sofía mirándola con ojos esperanzados.

Paula  no podía soportar ver a su hija así porque sabía que lo que la niña anhelaba jamás se produciría.

—Niños, salís dentro de un cuarto de hora — anunció la profesora.

—Los abuelos ya están sentados y me han guardado un sitio —le dijo Paula a su hija colocándole bien las alas—. Estás guapísima. Me tengo que ir — añadió abrazándola.

 Al apartarse, notó una presencia a  sus espaldas

—¡Pepe! —gritó Sofía corriendo hacia él - ¡Has venido!

Paula se giró. No se lo podía creer. Estaba segura de que no iba a ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario