domingo, 12 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 22

—No me sorprende, no eres lo que se dice un gran comunicador.

—Hago excepciones para las cosas importantes.

—En mi opinión, esto es importante.

—No para mí.

—Es el tío de Balta. Eso lo convierte en miembro de la familia.

—Eso es una casualidad. El que compartamos ADN no le da vía libre.

—¿Qué significa eso? —insistió.

—El que nace bastardo, muere bastardo. Dijiste que como madre, tu misión  era  proteger  a  Balta.  Pues  yo  como  padre, tengo la misma responsabilidad. Será mejor para él no conocer a mi hermano.

—¿No estás exagerando?

—No.

Un largo silencio se hizo entre ellos mientras Paula esperaba a que dijera algo más. Tendría que esperar hasta que el infierno se congelara ya que para él, Federico Alfonso estaba muerto.

—¿Eso es todo?

—Suficiente.

 Y así, de pronto, la relajada atmósfera se desvaneció y eso le molestó. En vez de seguir pensando en besarla, comenzó a recordar lo que se sentía al ser traicionado.

Mientras Baltazar jugaba en su cuna, Paula guardó los biberones en la bolsa y se aseguró de que no le faltara nada: pañales, toallitas, crema, polvos de talco… Luego, se quedó frente al sofá y sacudió la cabeza.

—Esto no es una buena idea, Pedro.

—Tienes razón.

—Me alegro de que estés de acuerdo.

—No es una buena idea, es una idea estupenda.

—¿El que hagamos algo juntos? —preguntó ella.

 Él puso los brazos en jarras. Con una camiseta negra, unos vaqueros ajustados y unas botas, estaba muy atractivo.

—Llevo en casa seis semanas, Paula. Y cuando uno está trabajando, el otro está con el bebé. Hoy tenemos el día libre los dos y es hora de que hagamos algo los tres juntos, como si fuéramos un equipo.

—¿No querrás llevarnos de marcha, verdad? —preguntó ella ladeando la cabeza.

—¿Ir de acampada con el bebé? —dijo él sonriendo antes de negar con la cabeza—. No, no se me había pasado por la cabeza.

Aquello probablemente implicaba comportarse como una familia. Paula no quería seguir indagando. Era un terreno lleno de minas que no quería pisar. Por lo que a ella se refería, ya había suficiente relación entre ellos. Hacer actividades extracurriculares no era parte de su plan y mucho menos lo era enamorarse de Pedro. Pero no había visto la manera de evitarla salida de aquel día. Tenía que reconocer que aunque una pequeña parte de ella no deseaba pasar el día con él, tampoco le importaba hacerlo. En caso contrario, le habría dicho que no, al igual que había hecho cuando le propuso la loca idea de casarse. Pero esta vez no se había negado. El día en que lo vió consolando a aquella niña en el hospital, le había dicho que no era un hombre decente. Ella había mostrado su conformidad porque un hombre decente no la habría seducido para abandonarla a continuación. Pero ahora había cambiado y se mostraba muy atento.Aquél era el hombre que más daño podía hacerle.

—¿Adónde nos llevas? —preguntó ella.

—Es una sorpresa —contestó misterioso—. ¿Está listo Balta?

—Tan sólo hay que colocarle en su silla para el coche.

—Ya me ocupo yo.

Paula se lo agradeció. El bebé tenía casi seis meses y crecía deprisa. Cada día pesaba más y le costaba trabajo meterlo en el asiento del coche. Pero a Pedro se le daba muy bien. Lo siguió hasta donde había estacionado  el  todo terreno  que recientemente se había comprado. No tenía ni idea de qué marca era,pero sabía que era uno de esos lujosos modelos que estaban por encima de su presupuesto.

Pedro aseguró a Baltazar  en el asiento trasero y luego se sentó al volante mientras ella se ponía el cinturón. Después de ponerse sus gafas de aviador, la miró y sonrió. Tenía un aspecto muy masculino y sexy. Al observarlo, se le hacía difícil respirar. Eso le recordaba por qué aquella salida era una mala idea.

—¿Lista? —preguntó él.

—Más que nunca.

Salió del complejo de departamentos y comenzó a atravesar  Las Vegas, dejando a la derecha los hoteles más importantes. Era una vista única de la ciudad, especialmente de noche cuando los edificios estaban iluminados.  Aquella  ciudad  estaba  considerada  la  más  excitante  del planeta y así había sido la vida para Paula últimamente. Miró hacia atrás y vió que Baltazar se había quedado dormido como solía pasar cuando estaba en el coche. El silencio era más evidente que nunca y no podía pensar en nada que pudiera romperlo.

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