viernes, 24 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 55

Acarició la curva de uno de sus pechos y luego del otro.

—¡Qué bonitos!

 Su  franca  sinceridad  y  sus  halagos  hicieron que su  corazón  se derritiera. Paula  apoyó  las  manos  en  su  pecho.  Su  vello  masculino le hizo cosquillas en las palmas al acariciar  sus músculos bajando  hasta el abdomen. Cuando se detuvo justo encima de la cintura de los vaqueros, él contuvo la respiración y copió sus movimientos, acariciando su vientre. El deseo se apoderó de ella. Apartó la colcha y se metió entre las sábanas, disfrutando del frescor del tejido sobre su piel caliente. Luego, Pedro se tumbó junto a ella y se apoyó sobre un codo.

—Estás muy vestido —dijo ella observándolo.

 Él puso cara de sorpresa y lentamente se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando al descubierto su erección.Como si fuera un depredador, se lanzó sobre ella y empezó a besarla apasionadamente. Deslizándose, concentró su atención en sus pechos, primero uno y después el otro. Paula sintió que el calor de su interior iba en aumento. Cuando pensaba que ya no podía soportar más placer, él bajó a su ombligo  y  continuó  excitándola con la lengua.  Enseguida empezó a temblar. Pedro acarició su reciente cicatríz y cerró los ojos antes de besarla con ternura. Ella gimió y le acarició el cabello. Cuando sus miradas se encontraron Paula  tomó su rostro entre las manos y atrajo su boca a la de ella. Todos los sentimientos que no podía poner en palabras, los puso en aquel beso. Suavemente, rozó con sus labios la cicatríz de su barbilla, aquélla que no estaba antes de que se separaran. Ambos tenían cicatrices. Lo miró a los ojos y supo que lo que veía en ellos era lo mismo que sentía. Las palabras más difíciles de pronunciar, salieron de su boca con increíble facilidad.

—Te necesito, Pepe.

Como todo buen marine, estaba preparado. Se colocó la protección y se puso entre sus piernas. Luego, lentamente la penetró. Moviéndose despacio, sus embestidas eran sensuales y profundas. Poco a poco, sus caderas fueron incrementando el ritmo. Los sonidos de sus respiraciones entrecortadas fueron llenando el silencio de la habitación, al igual que él fue llenándola. Sintiendo cada vez más calor en su interior, Paula se arqueó y lo atrajo aún  más mientras contenía un grito en su garganta. Se agarró fuertemente a Pedro, mientras él dejaba escapar un gemido. Luego se quedó tenso y hundió el rostro en su pelo al alcanzar su propia satisfacción. Con los ojos cerrados y demasiado relajada como para abrirlos, sintió que Pedro se levantaba de la cama. Cuando volvió a su lado, la atrajo hacia él.

 —Bueno, ¿Cómo te sientes?

Paula percibió una nota de humor en su pregunta y sabía que lo decía porque al salir de la consulta del médico, le había pedido que no volviera a preguntarle eso.

—Nunca me he sentido mejor en mi vida.

—Bien.

—¿Cómo te sientes?

—Como si hubiera muerto y estuviera en el cielo.

Como el Pedro que había conocido antes de que la dejara, pensó ella. Había sido muy sencillo para él hacerle desear lo que habían tenido entonces. Pero el sexo nunca había sido un problema para ellos. Lo que le estaba costando trabajo era olvidar que se fuera sin darle una explicación.Si le hubiera contado lo que le había pasado con su esposa, lo hubiera comprendido. No le habría hecho felíz, pero lo habría entendido.

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